3 octubre, 2024

¿Por qué Gadafi se ha vuelto indefendible?

Cualquier adolescente de izquierda simpatizó en 1969 con el derribamiento de la monarquía de Idris Iº de Libia, como nos gustaron los pronunciamientos nacionalistas de Torrijos, Juan Velasco Alvarado

Cualquier adolescente de izquierda simpatizó en 1969 con el derribamiento de la monarquía de Idris Iº de Libia, como nos gustaron los pronunciamientos nacionalistas de Torrijos, Juan Velasco Alvarado y otros, contra las oligarquías y el dominio de EEUU en sus países. ¿Quién en su sano juicio, no repudió el bombardeo de Reagan a la carpa beduina de Gadafi en su palacio de Trípoli, donde le asesinaron la hija menor?

Hoy, después de aquel punto de partida progresivo, no es necesario ser adolescente para no simpatizar con lo que hace el mismo Gadafi, 42 años después. Gadafi ya no es Gadafi en la misma medida que el Magreb ya no es el mismo. Todo cambió entre el neoliberalismo campante, el proyanquismo de las autarquías y monarquías petroleras, la destrucción de Irak, los ataques a Irán y los acuerdos, o aproximaciones, con el Estado de Israel.

El anti imperialista de ayer comenzó a mutar en su contrario, desde 1992.

A la firma de un tratado con Rusia en 1992, que abrió las puertas del petróleo del sur a las nuevas mafias de Moscú, siguieron 13 pactos políticos, financieros y comerciales con el FMI, el BM y tranasnacionales de la UE, China, y de EEUU. Todos, como puede verificarse en los archivos de la web, fueron firmados en 1995, 1999, 2002, 2004, 2006; el último es del 19 de junio de 2010. El tratado con el Egipto de Mubarak incluyó el control de los palestinos de la Franja de Gaza y la persecusión de musulmanes de cualquier tipo. El año 2004 se pronunció a favor de «un Estado binacional de Palestina con Israel», llamado «Isratina», en su sagrado Libro Blanco.

Los imperios europeos decidieron ofrendarle un trato honorable desde 1996. Lo recibieron, lo adularon y condecoraron y firmaron pactos de todo tipo: de extradición de «terroristas», de doble tributación con Inglaterra, de concesiones petroleras, de armas, de control de la migración africana, etc. Desde el año 2004, Trípoli negocia discretamente con el gobierno de Israel a través del llamado Diálogo Euromediterráneo de Bruselas, conocido como la «Cumbre de Sirte». El premio apareció el 11 de octubre de ese mismo año. La U.E. levantó el embargo de armas a Libia. Desde 2005, los principales vendedores de armas a Libia son España, Italia, Inglaterra y Alemania.

Prodi lo definió como «Un amigo confiable» en 2002. EEUU rehizo relaciones e inversiones en 2004. Y Gadafi correspondió con similar pragmatismo: En su discurso por el trigésimo tercer aniversario de la Revolución, notificó al mundo que Libia renunciaba al «comportamiento revolucionario» y a las actuaciones de «Estado rebelde». En adelante sería distinto. «Tenemos que aceptar la legalidad internacional pese a estar falseada e impuesta por Estados Unidos; de lo contrario, nos van a aplastar». Las palabras, como se sabe, son una forma de conducta, sobre todo en política.

Esta adaptación a las «reglas» de las potencias, tuvo el mismo efecto que en el resto de estos países de África del norte. La rica Libia no se salvó de sus efectos desastrosos: Sigue importando el 75% de los alimentos dentro de un consumo controlado por dos transnacionales europeas; el desempleo es del 30% al año 2011 y el analfabetismo creció hasta el 18%; uno de cada tres habitantes sobrevive en la pobreza crítica. La resistencia tardó más porque no tenían las libertades políticas de estos lados del mundo.

No es el primer caso, ni será el último en la siempre creativa historia social. Nada de qué sorprenderse. El trato diferenciado, demonizador y de amenaza militar, que le dan a Gadafi, respecto de Egipto, Túnez o Marruecos, responde a la misma lógica imperial que antes pactó con él. Similar a lo que vimos en el Irak de Sadam o en la Panamá de Noriega.

El resultado es la amenza de la OTAN, refrendada por el The Washington Post, del pasado domingo. No es cuento que los imperios sólo tienen intereses, no amigos. Libia fue un Estado independiente, rebelde. Allí radica la complejidad del caso Gaddafi. Con Mubarak es simple, siempre fue proyanqui.

Es un error de alto costo propagandístico y político, someter los derechos contenidos en una rebelión social genuina, a las pragmáticas relaciones de Estado, o a la amistad entre sus jefes. Lo que valió para Egipto y Túnez, vale para Libia. A no ser que Gaddafi vuelva a ser lo que fue.

Gadafi se ha convertido en indefendible por propia voluntad . Debilitó la nación hasta el punto de hacerla vulnerable al interior y al exterior. Su desgastado movimiento panarabista y «socialista», la Jamahiriya, perdió toda progresividad hace dos décadas.

La Nación libia debe ser defendida, incluso con Gadafi adentro, si la ataca la OTAN. Pero lo que hace Gaddafi desde 1992 hasta hoy, no es defendible. El resultado es la actual rebelión.

Fuentes usadas para esta nota: Thawra.com. AFROL News. ARABAWI.com. DemocracyNow. www.plataformasahara.com. Rebelión,com. Comité Abolición Deuda del Tercer Mundo. Le Monde Diplomatic. Aporrea.org y RusiaTV.com en español.

* Tomado de aporrea.org

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *