23 mayo, 2025

¿Por qué los revolucionarios participamos en las elecciones?

En un artículo titulado “Tanto nadar para morir en la orilla”, publicado en la Web de opinión Soberanía.org, el profesor universitario Pablo Hernández plantea que supuestamente el hecho de participar en las elecciones significa abandonar el terreno de la lucha de clases y colocar a la clase obrera como furgón de cola de la política burguesa.

En un artículo titulado “Tanto nadar para morir en la orilla”, publicado en la Web de opinión Soberanía.org, el profesor universitario Pablo Hernández plantea que supuestamente el hecho de participar en las elecciones significa abandonar el terreno de la lucha de clases y colocar a la clase obrera como furgón de cola de la política burguesa.

Asimismo, dice de los dirigentes de la Unidad Socialista de Izquierda, que “una vez más, los trabajadores confirman el fondo reformista, conciliador y simplemente negociador de estos líderes obreros que basan su experiencia solo en el ámbito económico y que en política la única alternativa que conocen y defienden es el parlamentarismo… Estos líderes obreros, objetivamente agentes del capital…”.

Más allá de las extrañas caracterizaciones del profesor Hernández y su peculiar método de debatir, que consiste en fabricar afirmaciones y posturas inexistentes para luego rebatirlas, esta es una oportunidad válida para explicar por qué es importante que la izquierda revolucionaria participe en las elecciones, y en general ejerza las relativas libertades de un sistema político democrático-burgués. Primero que nada, hay que aclarar que estas libertades, como la de sindicalización, la posibilidad de organizarnos legalmente en partidos obreros, participar en elecciones, son importantes conquistas alcanzadas por la clase obrera a través de sus luchas, no son ninguna concesión obsequiada por la burguesía.

En la extraña visión unilateral de Pablo Hernández, estamos ya en una dictadura fascista, sólo que “disfrazada” por el gobierno; por más que nosotros seamos los primeros en denunciar el carácter capitalista y cada vez más autoritario del gobierno, es claro que no estamos en una dictadura fascista, y esto no requiere mucha explicación. Hay un proceso revolucionario vivo, la gente sale todos los días a protestar por sus derechos, el movimiento obrero es el principal protagonista de esta protesta por derechos económicos y sociales. No hay tal derrota, hay una relativa libertad de prensa y de organización política.

Abstrayéndose totalmente de la realidad concreta que vivimos, Hernández llega a esta conclusión, y contrapone a la participación en elecciones la receta de mantenerse en el terreno de la “lucha de clases”. En realidad, para los revolucionarios la lucha de clases es entendida como el conjunto de formas en que se manifiestan los intereses contrapuestos de los explotadores y los explotados. No sólo el terreno de la lucha sindical, de las reivindicaciones inmediatas, sino en todos los ámbitos de la realidad social está presente de manera abierta o encubierta esta contradicción de intereses entre explotadores y explotados. Por lo tanto, también en el terreno político, de la lucha por el poder, se libra la lucha de clases. Como revolucionarios, debemos combatir en todos los espacios con una política de independencia de clase, para educar a los trabajadores y aprender junto con ellos a levantar una opción política propia de los explotados.

Por fortuna los maestros del socialismo hace más de un siglo superaron este elemental debate que los infantes de la política intentaron sembrar en nuestras filas. También los maestros, empezando por el propio Marx y continuando con Engels, Lenin y Trotsky supieron señalarnos la senda, al decirnos que siendo un asunto táctico la decisión de participar, abstenerse o boicotear los procesos electorales según las condiciones políticas y la correlación de fuerzas existentes en cada caso, dicha táctica tendría que estar supeditada, en todos los casos, a la presentación de un claro programa de independencia de clase que permita delimitar a los trabajadores frente a las distintas opciones burguesas y/o reformistas participantes en la contienda.

Argumentar que no se puede legitimar a la democracia burguesa, es huir hacia adelante y abandonar a su propia suerte a millones de luchadoras y luchadores que buscan por la forma que sea, reencontrarse con el camino abierto con la poderosa convulsión social del “Caracazo” en febrero del año 89 del siglo pasado; que quieren transformaciones de fondo, porque en casi 20 años de experiencia política con el chavismo han llegado o están llegando a la conclusión de que, con Chávez, han arribado a la calle ciega del nacionalismo burgués y la reedición de la vieja democracia burguesa.

Abstenerse de dar la batalla política al imperialismo, la burguesía, los nacionalistas burgueses y los reformistas en el campo que sea, incluso el electoral, sólo conduce al aislamiento. Permite que las masas sigan siendo engañadas y confundidas y les facilita a nuestros enemigos la tarea de seguir dinamitando las conquistas logradas en los últimos 20 años. Esa política suicida de abstenerse políticamente o escabullirse físicamente, no es propia de militantes revolucionarios y socialistas.

Ese no es nuestro caso. Ni uno sólo de nuestros dirigentes, y mucho menos nuestra organización se esfuerza en los procesos electorales por embellecer la democracia burguesa, aunque sí nos jugamos a fondo por defender las libertades y derechos democráticos conquistados por el pueblo. Denunciamos el falso socialismo pregonado por el presidente Chávez, a la vez que denunciamos a los partidos de la oposición y sus profundos nexos con el imperialismo y con los explotadores nacionales. Promovemos la lucha directa e invitamos a los petroleros, empleados públicos, trabajadores de las industrias básicas y en general a toda la clase trabajadora a movilizarse en defensa de sus sindicatos y su autonomía, del salario y los contratos colectivos.

Denunciamos por la calle del medio a las empresas mixtas que entregan nuestros recursos a las multinacionales. Repudiamos la criminalización de la protesta y asumimos el costo político y físico de denunciar la modalidad del sicariato político que está haciendo carrera en el país y que se ha cebado en los militantes de nuestra organización y de la corriente sindical C-CURA.

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