Portugal y presidenciales: Tormenta a la vista. Es urgente cambiar de rumbo

Por Movimiento Alternativa Socialista (MAS-Portugal)

26 de enero de 2021. Pasamos por el pico de la pandemia y con un resultado electoral determinado desde el principio, entre otros factores, es difícil constatar que parte del aumento de la abstención de 5 millones (51,33%) en 2016 a los actuales 6,5 millones (60,51%) se deba a la tendencia al desgaste de los regímenes democráticos que hemos visto en las últimas décadas. Es cierto que la tendencia al deterioro de los regímenes democráticos no ha desaparecido. Más de la mitad de la población no ha votado, lo que expresa una alienación, una falta de confianza y representatividad en la democracia liberal con la que nos ha envenenado la burguesía.

Por el revuelo mediático puede no parecerlo, pero los ganadores de las elecciones presidenciales fueron el actual presidente, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa y, por mesa, el núcleo duro del gobierno de António Costa (socialista primer ministro), que le dio su apoyo.

Marcelo Rebelo de Souza consigue alcanzar el 60,7% de los votos (2.533.799 votos), 122.000 votos más que en 2016. Gana en todos los municipios, lo que nunca había ocurrido con otro candidato, al conseguir votos de todos los sectores políticos, desde la izquierda hasta la derecha. Marcelo se consolida como una figura por encima de los partidos, como fiel de la balanza del régimen.

A pesar de la elevada abstención y de la decadencia de los regímenes democráticos en los que vivimos, este resultado demuestra que los principales pilares del régimen portugués, la Presidencia de la República y el Gobierno, se han recompuesto en los últimos años y mantienen una cierta resistencia. Las figuras que los ocupan han sido legitimadas por estas elecciones.

Aunque no estemos de acuerdo, la inmensa mayoría de los portugueses quiere que continúe el gobierno de los últimos cinco años. La señal es que el Presidente de la República debe mantener su proximidad al Gobierno del Partido Socialista (PS), equilibrando las debilidades de un gobierno en minoría, presionando para que los presupuestos del Estado se aprueben por la izquierda y contribuyendo a la estabilidad del PS. Marcelo Rebelo de Sousa sabe (y ya lo ha mencionado) que la proximidad al Gobierno del PS es, desde 2016, una condición esencial para mantener la estabilidad gubernamental y salvaguardar los intereses de las élites europeas y nacionales, mientras espera pacientemente que la derecha tradicional se recomponga.

¿Por qué crece Ventura?

Sin embargo, esa señal de resistencia de las instituciones nacionales pronto muestra sus limitaciones. Casi medio millón de electores votaron a André Ventura, el candidato de extrema derecha (partido Chega! – Basta!-) supuestamente «antisistema», racista y autoritario, que alcanza así el 11,9%.

André Ventura consigue ganar votos sobre todo en el interior del país, en las zonas más rurales, tanto en el norte como en el sur. Ventura consigue el segundo puesto en 11 de los 18 distritos de la región continental, así como en la región de Madeira. Bragança y Portalegre son los distritos en los que Ventura obtuvo los mejores resultados, en el orden del 19%, seguidos por Évora, Faro, Beja, Santarém y Guarda, en el orden del 16%. También se observa que Ventura obtiene mejores resultados en la periferia de la ciudad de Lisboa, donde se incluye la orilla sur del río Tajo, lo que no ocurre en los mayores centros urbanos del norte/centro del país, como Oporto, Braga, Aveiro y Coimbra, donde Ventura está por debajo de la marca nacional. Ventura quedó por delante de Ana Gomes en 11 de los 17 municipios del Área Metropolitana de Lisboa y sólo en 1 de los 17 del Área Metropolitana de Oporto.

Esta configuración geográfica, unida a la conocida dilución de los sectores de derecha del Partido del Centro Democrático Social-Partido Popular (CDS -PP) y del Partido Social Demócrata (PSD), nos deja la pista de que buena parte de la base de apoyo de Chega serán pequeños propietarios, empresarios, clases medias y trabajadores rurales del interior, sus sectores más reaccionarios, desamparados y desesperados por encontrar un nuevo rumbo. Sin embargo, el medio millón de votos conseguidos, con una gran parte ganada en la periferia de Lisboa, ya muestran que empieza a haber franjas importantes de las clases trabajadoras urbanas más empobrecidas, mal pagadas, precarias y desempleadas, que se unen al movimiento de su propio verdugo. Sería simplista considerar que las quinientas mil personas que votaron a Ventura son fascistas. La mayoría son clases medias y bajas empobrecidas, desesperadas y abandonadas por el capitalismo salvaje instalado. No todos serán fascistas, pero se adhieren a la política racista, xenófoba y supuestamente «antisistema» de Ventura, contribuyendo a su crecimiento exponencial.

El crecimiento de André Ventura tiene varias causas, empezando por la crisis capitalista y las políticas de austeridad que se han aplicado en la última década y que Geringonça, en contra de lo que nos quiere convencer, no ha revertido en muchos de sus aspectos fundamentales: bajos salarios, liquidación de la inversión pública, destrucción de los servicios públicos y exterminio de muchos de nuestros derechos laborales. En segundo lugar, una derecha tradicional, en profunda crisis, que ya ha demostrado que no tiene ningún problema en llegar a acuerdos con la extrema derecha para llegar al poder normalizándola. En tercer lugar, pero no menos importante, el Bloque de Izquierda (BE) y el Partido Comunista de Portugal (PCP) que, entre la ignorancia de la extrema derecha y la evitación de la movilización en las calles, han permanecido atados al Gobierno del PS durante los últimos 6 años, entregando parte del espacio de la población de insatisfacción y descontento a la extrema derecha. Si bien parece evidente que el desplazamiento de las bases sociales del BE y del PCP no se hace, al menos por ahora, directamente a la Chega, no es menos cierto que Marcelo y Ana Gomes lograron neutralizar o capturar a una parte importante de la izquierda, especialmente del BE. Este es otro resultado de las alianzas con los Gobiernos del PS: BE y PCP salvaron al PS de la crisis en la que estaba sumido desde hacía 6 años, diluyéndose.

El crecimiento de la extrema derecha y del fascismo es un subproducto recurrente del capitalismo. Sin una izquierda anticapitalista, decidida a romper con el sistema, con una política autónoma de las élites y sus gobiernos de turno, el descontento no tendrá otra alternativa que desembocar en el pantano de la extrema derecha.

¿Por qué ha sido derrotada la izquierda?

Además de lo que se acaba de decir, la dura derrota electoral de la izquierda parlamentaria se debe también a la elección de sus propias candidaturas, prefiriendo marcar su territorio electoral («cada uno en su bicicleta», como defendió en su día Jerónimo), en lugar de optar por una candidatura unitaria que al menos señalara la necesidad de movilizarse para disputar una segunda vuelta. Y no se puede decir que no haya habido mucha capacidad de movilización, porque el movimiento antifascista demostró, a nivel nacional, con las acciones diarias contra la campaña de Ventura, que hay una vanguardia juvenil, que incluye a la comunidad gitana, con capacidad de movilización.

Ana Gomes, crítica del núcleo duro de la dirección del PS pero que sigue siendo candidata de ese partido, alcanzó el segundo puesto con sólo el 12,97%, 540.000 votos, cerca del umbral mínimo que le atribuyen las encuestas.

João Ferreira, candidato del PCP, recibió sólo el 4,32%, 180.000 votos, y a pesar de todas las expectativas, todavía está a 3.000 votos de Edgar Silva, candidato del PCP en 2016. Las derrotas electorales del PCP se acumulan desde hace 6 años, pero su gestión no parece querer sacar ninguna lección de la conciliación con el PS. Está claro que la PCP no se beneficia del apoyo al PS. En la negación, la dirección del PCP se aferra al aumento residual del porcentaje de votos con respecto a 2016 para apaciguar la derrota.

Marisa Matias y el BE son los que más bajan y alcanzan sólo el 3,95% – 164.000 votos. Perdieron más de 300.000 votos respecto a 2016, de los cuales una parte fueron para los candidatos Ana Gomes, Marcelo y seguramente también para la abstención. Este desconcierto no se debe exclusivamente a una campaña con menos aliento, a algún desconcierto o a errores de Marisa Matias. BE está desconcertado porque estaba convencido de que nos había convencido de que bailaba su propia música, cuando, de repente, la realidad se encargó de aclarar que después de todo bailaba con el PS. BE, a veces nos dice que el Gobierno del PS, con su apoyo, durante 5 años «pasó la página de la austeridad», a veces nos dice lo contrario, rompiendo con el apoyo, según la oportunidad electoral, sin que el gobierno haya sufrido grandes cambios de rumbo. Ahora nos dice que Geringonça sirve, ahora nos dice que ya no sirve. Nos dice que el camino del Partido Socialista no es la solución, y nos dice que está disponible para nuevas negociaciones y acuerdos con el Partido Socialista, e incluso para nuevos geringonças.

Nuestra opinión es que ni el Bloque de Izquierda (BE) ni el PCP deberían haber llegado a un acuerdo con el PS. El PS es parte del problema que nos trajo aquí. Llevamos 6 años pidiendo a la izquierda que rompa con el PS, diciendo que conciliar intereses con el PS sólo abrirá la puerta a la extrema derecha. Pero la mayor parte de las bases del BE, que se han convencido de que Geringonça les beneficia, no han aceptado que el BE dirija la OE2021, un presupuesto tan similar a los anteriores aprobados por el mismo BE. Otra gran parte del electorado del BE se dio cuenta de que era una maniobra electoral para preparar las presidenciales y se distanció. Por tanto, el BE sólo es víctima de su oportunismo parlamentario y electoral.

Hay que construir una nueva alternativa desde la izquierda: anticapitalista y antifascista

Las cartas están lanzadas para que la solución gubernamental de las Azores se reproduzca a nivel nacional. Si bien es cierto que las encuestas muestran que toda la derecha sigue sin ser más grande que el PS, no es menos cierto que los resultados presidenciales traen un soplo de aire fresco a la derecha, especialmente a su aspecto más racista y autoritario. Rui Rio, sediento de contrarrestar la mediocridad que se le atribuye y alcanzar el poder, no tendrá problemas en llegar a un acuerdo con Ventura, como ya lo ha hecho.

La respuesta a este problema pasa precisamente por resolver las causas del descontento latente, la corrupción y la desigualdad inherentes al sistema en el que vivimos. No es sólo una lucha de ideas, es sobre todo una lucha por mejores condiciones de vida. Hay que abordar el problema de la decadencia y la dependencia de nuestro sistema productivo; el problema de la inversión pública negativa; el problema de la crisis de los servicios públicos; el 20% de los trabajadores que, a pesar de trabajar, no pueden salir de la pobreza; el 20% de los trabajadores precarios que no encuentran estabilidad; el abandono desde dentro; y las micro y pequeñas empresas que están al borde de la quiebra, mientras los grandes grupos económicos se reparten millones en dividendos. Si no se resuelven los problemas que afectan a la población, no habrá ningún argumento que pueda derrotar a Ventura. Sin la movilización y la lucha en las calles para resolver esos problemas, no habrá cordón sanitario que pueda desmoralizarlo. Sin que BE y el PCP rompan de una vez por todas con la política del PS, no habrá oposición en la izquierda capaz de movilizar masivamente a los trabajadores en torno a una solución opuesta a la de la extrema derecha. ¿Estará la izquierda parlamentaria a la altura del desafío? No lo creemos. Exigimos que el BE y el PCP entiendan para romper de una vez por todas los acuerdos con el PS y que llamen a la movilización para defender el empleo y contra la destrucción masiva de puestos de trabajo. Sigamos el ejemplo del movimiento antifascista que ha permanecido en las calles durante toda la campaña electoral. En esta lucha, es urgente forjar una nueva alternativa a la izquierda. El MAS se comprometerá con esta tarea porque sin una izquierda revolucionaria fuerte en el terreno, es toda la izquierda la que se debilita también.

 

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