14 mayo, 2025

Puertos y aeropuertos: ni privados, ni descentralizados ni en manos del gobierno

Los procesos de reforma del Estado y descentralización llevados a cabo en América Latina y en muchos otros países en la década de los 80, fueron parte de la instrumentación de las políticas de ajuste

Los procesos de reforma del Estado y descentralización llevados a cabo en América Latina y en muchos otros países en la década de los 80, fueron parte de la instrumentación de las políticas de ajuste de orientación neoliberal implementadas con el fin de reducir el papel del Estado, con el objetivo de transferirle a los gobernantes regionales y a las transnacionales y al sector privado, el papel protagónico en el control de las empresas que hasta ese momento habían sido públicas.

La descentralización de las decisiones estatales se convirtió en el mecanismo mediante el cual se privatizaron miles de empresas del Estado, se vendieron a precio de gallina flaca diversas empresas públicas y se echó a la calle a millones de trabajadores en todo el mundo.

Por lo anterior, no es de extrañar que toda la burguesía, sus principales líderes políticos, y hasta la propia Iglesia católica,hoy se manifiesten en contra de la recentralización asumida por el gobierno; ya que ellos fueron los mismos que participaron de la tristemente célebre COPRE (Comisión Presidencial para la Reforma del Estado), establecida por CAP en el marco de su programa de ajuste conocido como “El Gran Viraje”, detonante del Caracazo y de la brutal represión que le siguió.

Sin embargo, la alternativa propuesta por el presidente Chávez simplemente cambia descentralización privatizadora por centralización burocrática en manos del gobierno. Por ello decimos que ninguna de estas dos opciones va en beneficio del pueblo y los trabajadores. Y la centralización propuesta por el gobierno no nos conduce al socialismo, aunque esta medida esté acompañada de una fraseología supuestamente revolucionaria.

Decimos que esta recentralización es burocrática, porque nunca se le consultó al pueblo ni a los trabajadores de los distintos entes gubernamentales autónomos que administran esas actividades, sobre la conveniencia y el procedimiento para llevarla a cabo, además de que hasta ahora no queda claro si se respetarán los derechos de esos miles de trabajadores vinculados a esas instancias, de tal forma que no suceda la trágica historia de los compañeros del Conac, Inavi, Sasa y tantos otros organismos , que de la noche a la mañana fueron sosprendidos con la supresión y en consecuencia con la pérdida de sus empleos.

También es preocupante, que detrás de la recentralización prevalezca el interés mezquino de querer limitar la gestión de los gobernadores y alcaldes, especialmente a los de la oposición burguesa, objetivo que antes que contribuir a esclarecer y hacer avanzar la conciencia revolucionaria de la población, lo que hace es darle argumentos a esa misma oposición para que siga haciendo publicidad en contra del socialismo.

Por eso decimos con toda claridad que detrás de la medida del Gobierno sólo se encuentra el limitado interés de hacerse al control de las entidades, de sus recursos y de sus presupuestos para seguir fomentado la burocracia, la corrupción y el florecimiento de esa odiosa boliburguesía, que hoy se ha covnertido la norma en los entes gubernamentales.

No está por demás de decir, y este para nosotros es el problema fundamental, que tanto la descentralización neoliberal impulsada por adecos y copeyanos, como la recentralización de la V República propuesta por el gobierno se mantienen en el marco del sistema capitalista. Esta receta no la queremos.

Los socialistas revolucionarios planteamos que los puertos, aeropuertos, trenes, Metros, petróleo, industrias básicas, electricidad, fábricas, tierras, bancos, deben ser estatales pero bajo control y gestión directa y democrática de sus trabajadores. Ninguna centralización capitalista , al margen de la participación democrática de los trabajadores en la toma de decisiones, resolverá los problemas del pueblo.

Este proceso de control obrero de todos los sectores productivos, debe desarrollarse paralela y articuladamente con la transformación del Estado burgués, todavía prevaleciente, en un nuevo Estado basado en un Gobierno de los Trabajadores y el Pueblo.

Desde estas ópticas debemos encarar el debate, para no caer prisioneros de los lamentos de la oposición burguesa que llora la pérdida de la descentralización, como tampoco caer en la trampa gubernamental que quiere hacerla pasar como una medida revolucionaria, cuando todos sabemos que no es así porque no se consultó con la clase obrera, porque no se pretende que estas entidades ahora sean regentadas por los trabajadores y el pueblo, y porque con toda seguridad ella atentará contra derechos de los trabajadores.

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