12 noviembre, 2025

Razones para renunciar

Recientemente la opinión pública tuvo conocimiento, mediante informaciones de prensa, de la renuncia de dos prominentes miembros del PSUV: Henry Falcón, Gobernador del Estado Lara y la de el Gral. Alberto Muller Rojas, Vice-Presidente de esa organización.

Recientemente la opinión pública tuvo conocimiento, mediante informaciones de prensa, de la renuncia de dos prominentes miembros del PSUV: Henry Falcón, Gobernador del Estado Lara y la de el Gral. Alberto Muller Rojas, Vice-Presidente de esa organización.

En ambos casos, se trata de dos personajes con amplia trayectoria política. Sin embargo, las razones esgrimidas por ellos, a mi manera de ver, han sido algo superficiales y no entran en profundidad a desarrollar con amplitud las motivaciones estructurales que los llevaron a tomar tan radical decisión. A quienes, como en mi caso, por ser simples militantes, esperamos luces sobre la inconformidad que al interior de esa organización política y dentro del proceso se ha venido evidenciando, tan sólo nos corresponde el tratar de buscar las razones objetivas de lo que está ocurriendo.

Voy a atreverme a cometer la travesura de tratar de interpretar las razones estructurales que pudieron haber influenciado estas renuncias, y que indudablemente constituyen argumentos para quienes, como en mi caso particular, podríamos también acompañarlos y dejar las filas del PSUV; esto lo haré a la luz de una serie de señalamientos hechos por conspicuos representantes de esta organización política, y de otros, quienes no militan en el PSUV pero que, por su trayectoria y compromiso con el proceso, no pueden ser tildados de contrarrevolucionarios ni traidores.

En un foro publicado en el diario Últimas Noticias el 08-06-08, el prestigioso arquitecto, incuestionable ciudadano y consecuente revolucionario Fruto Vivas hizo, entre otros, los siguientes señalamientos:

Antes decía: no sé lo que va a pasar, pero me gusta lo que está pasando, hoy digo: no me gusta lo que está pasando y me preocupa lo que va a pasar; siento un alto grado de preocupación por el destino político de mi país. Me ha tocado conocer de cerca los altísimos casos de corrupción de los altos jerarcas, a todos los niveles lo único que hay es: ¿Cuánto hay pa´ eso?. Siento, amargamente, que nada ha cambiado. He denunciado casos concretos y no veo ninguna acción judicial. Siento que lo que hay es una gigantesca verborrea revolucionaria amparada por una gigantesca propaganda de «revolución socialista».

Más adelante también señala, en una auténtica campanada, que ensordece al más pintado: Hay una gigantesca burguesía, callada, disfrutando del banquete de millones de dólares que le llegan de los planes del Gobierno y en todo el país hace inversiones en las áreas de expoliación del pueblo, aprovechando la ronda de dólares en manos de todos. Han montado casinos –recientemente asaltaron uno en Barquisimeto y se llevaron mil millones de bolívares (1 millón de bolívares fuertes) ¿De quién era ese dinero sino del pueblo de Venezuela? se pregunta el arquitecto, ¿A qué bolsillo fueron a parar, donde hay estrellitas militares, cómplices de eso?– casinos millonarios en todas las ciudades. Es una vergüenza el Círculo Militar de Barquisimeto. Una vergüenza que vayan a expoliar al pueblo, que el pueblo vaya a jugar allí el dinero de su salario en los casinos militares. Con casinos que prostituyen al pueblo y corrupción en todos los niveles, no podrá haber socialismo y menos revolución, fueron las últimas palabras que le dije al vicepresidente Jorge Rodríguez hace unos ocho meses.

Indudablemente que estas afirmaciones implican el que se haga una profunda reflexión. Sobre todo si después de pasar algún tiempo de estas reflexiones de Fruto, estallaron los escándalos de la Boliburguesía en los círculos más cercanos al Poder Central.

Cabe preguntarse si acaso se desconocía la forma de vida burguesa a la cual hizo referencia el Gral. Müller cuando afirmó al diario Panorama ante la pregunta: ¿Hay muchos burgueses en el PSUV? Sí los hay porque con su forma de vida lo demuestran.

¿Dónde quedaron nuestras críticas y serias reflexiones sobre la forma como los representantes y usufructuarios de la Cuarta República se lucraron de los dineros públicos? Por allá, durante el segundo lustro de los 80 en adelante, dentro del seno de nuestras FFAA, como justificación al proceso conspirativo que allí tuvo su génesis, argumentamos como causa de la insurrección que se materializó el 4F y 27N del 92, que la corrupción era una de las razones fundamentales para conspirar contra esa democracia representativa, desde donde se propició la perversa corrupción política, la corrupción administrativa y el modelo consensual populista y clientelar que mantuvo la hegemonía del poder durante cuarenta años en el país.

A principios del mes de Junio de 2009 se celebró el encuentro: «Intelectuales, Democracia y Socialismo: Callejones sin salida y caminos por recorrer», promovido y patrocinado por el Centro Internacional Miranda. Cabe destacar que en el foro publicado por el diario Últimas Noticias a uno de los principales organizadores del mismo, Juan Carlos Monedero, el diario hace el siguiente registro verbal:

Juan Carlos Monedero, en algo más de seis años, ha estudiado lo que en teoría marxista podría denominarse como la formación histórica y social de Venezuela. Al identificar las pulsiones que moldean el carácter del país, Monedero habla de «cinco fantasmas que siempre han revoloteado en su historia». En parte, la V República los «ha solventado parcialmente, porque siempre están ahí, dispuestos a regresar y todos confluyen en la figura histórica de un líder necesario». Por eso, el tema del liderazgo refiere a un nudo central de la democracia venezolana. Y eso es algo que se debería tener muy en cuenta.

El primer fantasma. La mentalidad rentista: que, de alguna manera, «hace descansar en la figura del líder la solución de todos los problemas». La imagen más acabada la trasmitió el canal 8, «la señora que con un niño en brazos, decía: con Chávez, por fin, me
ha caído mi chorrito de petróleo». Ese liderazgo, así entendido, infantiliza y por tanto no permite que el pueblo sea corresponsable de la marcha de su destino.
El segundo fantasma. El centralismo. «Es cierto que la descentralización se utilizó como palanca de penetración del neoliberalismo, pero centralizar todo en una persona es problemático.
Aquello que decía Robespierre, Rosa Luxemburgo y Trosky. El partido sustituye a la sociedad, el comité central al partido y el secretario general al comité central».
El tercer fantasma. El militarismo. «Con la unión cívico¬militar se ha dado un salto de gigante. Que en vez de fotos del presidente de Estados Unidos haya fotos del Che Guevara en los cuarteles es una esperanza. Pero el
militarismo vuelve a recurrir a la idea del comandante en jefe, que de alguna manera es quien solventa ese problema».
El cuarto fantasma. El clientelismo partidista, que de algún modo regresa: «ayer era adeco y hoy es del Psuv. Es un tremendo error. Los burócratas de la revolución creen que alguien les ha dado la orden de que si no se está afiliado al Psuv no se tiene el acceso a la ciudadanía. De ahí surge la idea, por ejemplo, de que consejos comunales y Psuv es lo mismo».
El quinto fantasma. Corrupción e ineficiencia. «Dos caras de la misma moneda. Es la ausencia de Estado. De hecho, Venezuela es el único país de América Latina que tiene un Instituto Nacional de Administración Pública. Las cosas que tienen que ver con la administración pública están en una esquina del Ministerio de Planificación».

Estos muy bien descritos fantasmas, orbitan y están haciendo un daño irreparable al actual proceso. Lamentablemente, quienes se encuentran en el primer anillo cerca del «Líder Presidente», son incapaces de practicar la obligada lealtad para, entre otras cosas, recomendarle en lo referente al tercer fantasma al que alude Monedero, que el cargo de Comandante en Jefe de las FFAA, no es un grado militar y mucho menos faculta a quien lo ejerce para utilizar un uniforme con presillas y distintivos de grado, el cual ninguna instancia del Estado le ha conferido.

Nuestra historia reciente nos deja como enseñanza el ejemplo de un soldado quien, después de haber participado desde los quince años de edad como combatiente integrante de la Revolución Liberal Restauradora, habiendo obtenido el grado de General en Jefe del Ejército, a la muerte de Gómez, como legal sucesor de éste, se despojó del uniforme y vistió de civil para ocupar la Primera Magistratura Nacional y ser, por consiguiente, Cmdte en Jefe de las Fuerzas Armadas. ¿Alguien pondría en duda la autoridad y ascendiente moral sobre las Fuerzas Armadas de la época de este indiscutible y prestigioso ciudadano?

Otro de los aportes de invalorable importancia al evento organizado por el Centro Internacional Miranda, fue la ponencia del reconocido y apreciado compatriota Vladimir Acosta. Transcribiré sólo tres puntos desarrollados en su ponencia.

Falta de un programa político claro

El primero es la falta de una línea política o de un programa político claro. Por supuesto [está] el Socialismo del Siglo XXI, pero el Socialismo del Siglo XXI hasta ahora es una idea muy genérica y tiene que ser así porque es una idea en construcción. Nosotros no tenemos ninguna receta socialista. Y este proceso ha llegado ahí a través justamente de una secuencia de hechos. Al principio, lo que había era fundamentalmente una sensibilidad social, luego se fue asumiendo una posición antiimperialista y finalmente se ha ido asumiendo el Socialismo del Siglo XXI. Pero hay montones de cosas aquí que no están claras, y uno de los hechos que resalta ahí es que la línea política es fundamentalmente lo que el Presidente [Chávez] va descubriendo o estableciendo como línea política. Y eso ya genera un primer problema. Porque ocurre entonces que el segundo problema, que se relaciona con eso —y yo apenas los estoy enunciando— es la falta de una dirección colectiva, cosa a la cual yo me he referido miles de veces.

Por qué un solo partido.

Además no tendría ni siquiera porque haber un sólo partido aquí, podría haber varios partidos y eso generaría una mayor riqueza en las discusiones. Porque un partido más grande y más poderoso genera arrogancia, genera prepotencia, genera malas relaciones con los propios aliados. Esto genera o está relacionado con problemas, en este caso, de burocratismo, de ineficiencia y, a veces, hasta de corrupción sobre los cuales no voy a decir más nada.

No ocultar las críticas por temor porque luego puede ser demasiado tarde para enmendar

Yo no quiero terminar sin decir algo positivo, porque van a creer que estoy llamando a que nos suicidemos. No es eso. Lo que estoy tratando de decir es que en medio de los extraordinarios logros que hemos obtenido aquí, que lo vemos todos los días —y que por eso, repito, no hay necesidad, en diez minutos, de poder dedicarnos a ellos, porque tendríamos que pasar una semana mencionándolos— dentro de esos logros tenemos problemas importantes, tenemos problemas serios y muchas veces aquí no ha habido espacio suficiente para que esta crítica, que es una crítica constructiva para mejorar, para profundizar, se exprese. Me parece excelente que esta reunión sea una oportunidad en que, sin temor a quien esté, la crítica no tiene que ser escondida, no tiene que ser escondida; las críticas se hacen abiertas y justamente por eso es que se puede avanzar. La televisión que esté, el canal que esté, quien esté. Eso es lo que tenemos nosotros que hacer porque hay demasiadas cosas positivas por encima de estas críticas para que nosotros nos asustemos o para que pensemos que tengamos que ocultarlas. Lo que sí es malo es ocultar las críticas por temor y dejar que las cosas que empiezan a dañarse se pudran y que se vuelva demasiado tarde para enfrentarlas.
Enfrentemos estas críticas, critiquemos, y este es el punto de partida para pasar al último aspecto, que es: cómo resolvemos la mayor parte de estos problemas y cómo seguimos avanzando para que esta revolución sea realmente un instrumento para seguir transformando esta sociedad venezolana y para acercarnos a una sociedad justa, a una sociedad soberana, una sociedad libre, una sociedad que no podrá ser otra cosa que no podrá ser otra cosa sino una sociedad socialista.

Estos señalamientos, hechos por un hombre identificado y comprometido como lo es Vladimir Acosta, nos obligan a detenernos y coincidir con él y con algunos otros analistas de este proceso, en que la falta de un programa político claro, ha ido dando pie a que caigamos en los tres errores que hundieron a la URSS: el culto a la personalidad, el Capitalismo de Estado y el Centralismo Burocrático, hoy en día demasiado evidentes en la forma como se está conduciendo la política en eso que se ha dado por llamar el Socialismo del siglo XXI, y que no es otra cosa que la conducción unipersonal de quien cada día nos sorprende con decisiones que no responden a la directriz de un partido con una dirección colectiva.

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