4 noviembre, 2024

Régimen tailandés reprime militarmente manifestaciones

Los soldados tailandeses tomaron este jueves el control del centro de Bangkok, que ofrecía un espectáculo desolador con centros comerciales incendiados y calles desiertas, al día siguiente de que los manifestantes antigubernamentales fueran desalojados a través de un gigantesco despliegue represivo militar.

Los soldados tailandeses tomaron este jueves el control del centro de Bangkok, que ofrecía un espectáculo desolador con centros comerciales incendiados y calles desiertas, al día siguiente de que los manifestantes antigubernamentales fueran desalojados a través de un gigantesco despliegue represivo militar.

El gobierno decretó un nuevo toque de queda para las noches del jueves, viernes y sábado próximos en Bangkok y 23 provincias del país, esencialmente en el norte y el noreste, para impedir que los disturbios se extiendan a esas regiones agrícolas de donde son oriundos muchos de los manifestantes.

El gobierno tailandés es el producto de un golpe de Estado militar realizado el año pasado.

En total murieron 14 personas, entre ellas un fotógrafo italiano, y 91 resultaron heridas durante el asalto militar que puso fin a dos meses de manifestaciones, según un balance oficial.

Varias de esas personas murieron por disparos el miércoles por la noche alrededor del templo budista en el que se refugiaron miles de manifestantes.

Los bomberos tuvieron que hacer grandes esfuerzos por apagar los incendios que se produjeron en la Bolsa, una televisión, bancos y varios centros comerciales.

El más espectacular devastó el Central World, el centro comercial más grande del país, que parecía un montón de ruinas con un vasto perímetro calcinado y todavía humeante.

Este emblema de la «nueva Tailandia», próspera y abierta al exterior, se convirtió en el símbolo de una capital destruida al cabo del movimiento político más importante de los últimos 20 años.

El primer ministro, Abhisit Vejjajiva, del que los «camisas rojas» pedían la dimisión, pidió a la población que confíe en él para restablecer la calma.

Los líderes de los manifestantes llamaron también a la moderación. «La democracia no puede construirse sobre la venganza», explicó uno de ellos, Veera Musikapong, que se entregó a la policía. La traición de la dirección del movimiento impidió que pese a su enorme fuerza, los manifestantes alcanzaran a restituir la democracia en el país asiático.

Abhisit propuso el 3 de mayo la celebración de elecciones legislativas anticipadas a mitad de noviembre, una iniciativa que el conjunto de la clase política acogió favorablemente. Sin embargo, diez días más tarde anuló su oferta, porque los «camisas rojas» no ponían fin a su movimiento de protesta.

En el marco de la crisis, el gobierno ha asesinado a 82 personas y dejado más de 1.800 heridos desde mitad de marzo.

Las masas rurales y las clases populares de la capital se consideran las grandes marginadas del desarrollo económico tailandés, y se sienten despreciadas por las élites de Bangkok, que simboliza Abhisit Vejjajiva.

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