Retroceso cultural en Mérida
El salón de artes plásticas pequeño-burgués
Signado por la polémica culmina la edición anual del Salón Mes del Artista Plástico Armando Reverón, evento organizado este año por el Museo de Arte Moderno de Mérida. Dos concepciones de política cultural se enfrentaron en torno a un salón que se venía realizando con dificultades de acceso para los artistas, con limitaciones arbitrarias de forma y de formato, con un fuerte sesgo académico, comercial, urbano y sobre todo social, irónicamente, en el nombre del más irreverente e independiente creador de la historia del arte en Venezuela.
El salón de artes plásticas pequeño-burgués
Signado por la polémica culmina la edición anual del Salón Mes del Artista Plástico Armando Reverón, evento organizado este año por el Museo de Arte Moderno de Mérida. Dos concepciones de política cultural se enfrentaron en torno a un salón que se venía realizando con dificultades de acceso para los artistas, con limitaciones arbitrarias de forma y de formato, con un fuerte sesgo académico, comercial, urbano y sobre todo social, irónicamente, en el nombre del más irreverente e independiente creador de la historia del arte en Venezuela.
Precisamente, correspondiendo con el espíritu reveroniano de libertad, se abrieron las puertas, se quitaron las barreras formales, se convocó a los artistas de todo el territorio, se ampliaron los espacios de exposición a tres ciudades del Estado Mérida. La mayor de las transgresiones, puesto que tres premios se tenían que dar, consistió en disponer que fuesen los mismos artistas, asumiendo también el rol de la crítica, quienes deliberaran sobre la premiación del evento, contando con el apoyo de un catálogo digital en línea ( http://salonreveron.merida. gob.ve,).
Algunos argumentos a favor de los cambios:
1. Quien realiza el esfuerzo intelectual y técnico de crear una pieza de arte, y con ella consolidar un discurso estético, posee, a fortiori, la capacidad de juicio crítico y la sensibilidad suficientes para valorar y juzgar, con argumentos razonados, las obras de sus colegas, y la suya propia en el contraste del conjunto.
2. Para aquel artista que tuviese dificultades de uso o de conexión, la red de museos de la fundación de cultura y la red de casas de ciencia de Fundacite-Mérida estarían preparadas para recibirlos y apoyarlos en la visita al sitio web. La deliberación escrita de cada artista sería un documento público y por ello editada en el catálogo en línea y vinculada a la ficha técnica de su obra. Obra y reflexión sería la expresión de cada artista en este evento.
Otros argumentos en contra, expresados en una carta que introdujo un grupo de 15 artistas participantes (sobre un total de 173, menos del 10%) ante la nueva presidencia de la fundación de cultura del Estado Mérida:
1. “No todos los artistas participantes están en capacidad de evaluar un proceso creativo”.
2. “No todos los artistas tienen dominio del ordenador e internet”.
3.“Las obras no se aprecian igual en pantalla que en físico”.
Sobre esta argumentación discriminatoria sólo cabe responder al tercero: Efectivamente, no es igual apreciar una obra de arte en presencia que verla mediatizada a través de una pantalla o de un libro, pero el catálogo digital es tan sólo un recurso de apoyo. Quedaba en la conciencia de cada artista visitar la muestra en su totalidad. Como paliativo, la calidad de las imágenes en la página web del salón es de alta resolución.
De manera sorpresiva, la furia conservadora vino de la fundación de cultura con la decisión de interrumpir el proceso de consulta a los artistas e imponer un jurado ad hoc que por su ubicación y premura tuvo que recurrir, contradictoriamente, al sitio web del salón para deliberar.
La institución museística desvirtuada
El Museo de Arte Moderno de Mérida “Juan Astorga Anta”, primera institución de su naturaleza en la provincia venezolana, atraviesa la peor crisis desde su fundación en el año 1969. Las razones son de diferentes órdenes: materiales, en cuanto a la inviabilidad operativa de sus espacios físicos y en cuanto al mal estado de su colección (el avance del deterioro se estima en 30%), que es un importante patrimonio nacional (tercera colección pública después de la GAN y PDVSA); institucionales, en cuanto a la total escasez de recursos financieros (250 Bs.F mensuales), en cuanto a la incertidumbre jurídica a la que ha sido sometido en los últimos años (de fundación pasó a ser casa de cultura), y en cuanto a la ausencia de un personal calificado que asuma con propiedad las diversas funciones de un museo. Cualquier esfuerzo de recuperación de la institución debe considerar: su adecuación funcional al proceso de cambios, la edificación de nuevos espacios físicos acordes a esa nueva definición, y el traspaso de la institución al circuito nacional de museos del Ministerio del Poder Popular para la Cultura.
El incidente del Salón Reverón fue el pretexto para detener esa política de transformación del Museo de Arte Moderno que veníamos adelantando con la colaboración del poeta y crítico de arte Juan Calzadilla, con quien compartimos la idea: Se hace necesario redefinir las instituciones museísticas como mecanismos más dinámicos de participación popular y como espacios de sensibilización social al arte y a la naturaleza. En esta concepción de un espacio orgánico se integran y se corresponden todas las disciplinas artísticas, conectando las funciones del arte con las de la ciencia y la tecnología, y por supuesto, con la naturaleza, en tanto que estrategia cultural que perseguirá definir el arte como un conocimiento actualizado y vivo para la transformación social, con raíces en la historia y en las tradiciones y con la visión prospectiva de un futuro sostenible: pensamos en un museo ambiental, comunitario y gremial, donde interaccionen de manera coordinada las funciones que por separado vienen realizando los espacios de exposiciones, las escuela de artes y los talleres de artistas.
Nuestro proyecto proponía la creación de un nuevo espacio público para las artes en el parque metropolitano de la ciudad de Mérida, Paseo Giandoménico Puliti. La construcción sería una propuesta pionera de innovación tecnológica en arquitectura ambiental para nuestro país, y el financiamiento se buscaría a través de la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación (LOCTI). En la perspectiva de un ambicioso proyecto de alta calidad técnica y conceptual creíamos necesario someterlo a concurso nacional de arquitectura, o mejor aún, de ser posible, en el ámbito de los países miembros del ALBA.
Finalmente, es importante advertir que un museo no es una galería de arte, es una institución sin fines de lucro y de servicio público. Desviar su finalidad para promover artistas ascendentes y estimular el mercado del arte es atentar contra el Código de Deontología del Consejo Internacional de Museos de la UNESCO en su artículo 8, numeral 2, sobre los conflictos de interés. Es, además, atentar contra su vocación pedagógica y social por el costo de oportunidad que supone su programación, es decir, por toda aquella exposición educativa, expresión colectiva o visión retrospectiva que se deja de mostrar.
Mi destitución de la dirección del Museo de Arte Moderno de Mérida obedece a la opaca intención de devolver la institución a la mediocridad clientelar y comercial a la que fue sometida estos últimos años. No es de extrañar que así sea, si son decoradores quienes conducen, en retroceso, la política cultural de todo el Estado Mérida.