Sidoristas privilegiaron promesas reivindicativas

Con la implementación del nuevo método electoral, los grupos minoritarios tuvieron menos acceso a los puestos directivos de Sutiss. El movimiento siderúrgico no perdona. No hace uso de las solidaridades automáticas. Es estricto. No conduela las traiciones. Tampoco responde a líneas partidistas.

Con la implementación del nuevo método electoral, los grupos minoritarios tuvieron menos acceso a los puestos directivos de Sutiss. El movimiento siderúrgico no perdona. No hace uso de las solidaridades automáticas. Es estricto. No conduela las traiciones. Tampoco responde a líneas partidistas.

Por eso los resultados de las elecciones de este jueves fueron, para muchos, impredecibles. El dirigente que ordenó pintar la sede sindical de rojo y suplantara la exigencia de derechos por trueques políticos fue reelecto en la presidencia de Sutiss con 50 votos de diferencia de su contrincante -y compañero de tolda- , José Meléndez de la Alianza Sindical.

¿Cómo era posible que José Luis Hernández, el quebrantador de las tradiciones de la institución, ganara de nuevo la presidencia de Sutiss?

A todas luces, para los más experimentados del movimiento, Hernández no pasaba la prueba. No tenía chance. Pero el dirigente del Movimiento Revolucionario Orinoco aprendió. Mal que bien gestionó el tabulador y capitalizó la cacería por la “mafia de las cabillas”.

En los últimos meses se graduó en el portón III de la acería recibiendo insultos, abucheos y bolas de papel sin quebrarse. Se mantuvo firme hilando discursos, muchas veces intrascendentes.

Los veteranos le subestimaron. Confiaron en que los sidoristas no se dejarían encantar por las excéntricas promesas de Hernández quien, en cada asamblea, proponía hospitales, subsidiar carros, viviendas, ferrocarriles, nuevas fábricas y cuanta cosa le pasara por la mente.

Sus adversarios se reían de él y le decían “el loco”. El término “bola fría” se lo acuñaron a manera de describir lo gélido en que mantenía el movimiento y la pasividad de su accionar.

Más de una vez convocó a paros sin trascendencia. Las protestas se debilitaban y terminaban por sí solas. Tampoco guardó las formas al aparecer públicamente al lado del presidente y de ciertos directivos.

Sin embargo, estimaciones de sus contrincantes no eran del todo descabelladas. Hernández nunca exhibió gran respaldo en las movilizaciones en las que se aventuró. En oportunidades se quedaba solo, dirigiendo a una docena de seguidores mientras la flota lo dejaba desamparado en alguna protesta.

Lo inesperado

Mas, mirar desde la bancada, no les resultó a algunos dirigentes que concentraron su campaña en las debilidades de Hernández mientras el movimiento siderúrgico se transmutaba.

De las 10 planchas que competían con Hernández, resaltaba el movimiento Alianza Sindical por la influencia que exhibía en un sector poderoso del Ejecutivo.

Fotos con el ministro de Industrias Básicas y Minería, José Khan; abrazos con el vicepresidente de la república, Elías Jaua; movilización de diputadas del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) como la vicepresidenta del PSUV, Yelitze Santaella, y la promesa de cancelar 33 meses de retroactivo armaron la campaña de Meléndez, quien apostó a dejar entrever que -siendo él presidente y considerando su cercanía al alto Gobierno- sí podría conseguir el pago de todos los pasivos.

El final de la campaña electoral se convirtió en una guerra de ofertas entre quien ofrecía más meses de retroactivo. Incluso, una contienda entre “camaradas” pues, mientras Meléndez recibía respaldo de líderes políticamente más cercanos al gobernador Francisco Rangel Gómez, Hernández se atrincheraba con los dirigentes de la acera del alcalde José Ramón López.

A última hora

La estocada al presidente parecía ser el apoyo que diera, un día antes de los comicios, el dirigente de los tercerizados, Hugo Bastardo. El sindicalista del portón IV develó que desde la Vicepresidencia de la República le impulsaron a decantar por algunas de las dos opciones del partido.

Bastardo argumentó que siendo Meléndez y Hernández agua y aceite y que -en su opinión- considerando el daño que la Alianza (Sindical) le había hecho a los tercerizados, él respaldaba al “camarada” del MRO.

Todos pensaron que eso terminaría de sepultar las aspiraciones de reelección del presidente de Sutiss. Incluso, al día siguiente, el comando de campaña de Hernández lo impulsó a que aclarara públicamente que no había hecho ningún tipo de pacto con el grupo en cuestión.

Luego se le vieron juntos. Mientras el líder de Sutiss compartía con los voceros de los contratados, Meléndez caminaba por el portón III con una seguidilla de guardaespaldas.

Los antecedentes de ambos grupos se remiten a la ruptura de los chaquetas rojas con los dirigentes tercerizados. Las diferencias fueron irreconciliables e, incluso, Meléndez acusó a Bastardo de ordenar un atentado contra él.

Nuevos cuadros

Mas los números dejaron en evidencia el desplazamiento de los líderes históricos de Sutiss. Tres nuevos equipos emergieron, quedando bien posicionado el movimiento Coalición Siderúrgica cuyos votos lo ubicaron en el cuarto lugar de la contienda.

El reto del nuevo equipo es presionar una cohesión que pueda frenar el deterioro de la empresa. Algunos creen que Sutiss será ingobernable, considerando las diferencias entre Alianza y el Movimiento Revolucionario Orinoco.

Aunque el exhorto a la unidad se mantiene en boca de los sidoristas, la duda de si esto se logrará es una incógnita. ¿Cómo lograrlo con las rivalidades viscerales que se atesoran los rojos y los azules de la plancha 11?

Con los números en manos, algunos equipos disciernen que, si se hubiese dado tal o cual alianza, el panorama sería distinto. Los sidoristas siguen en la búsqueda de un cambio, aunque las promesas de Hernández no se hayan concretado.

Lo que los grupos pequeños aporten a esa discusión será importante, así como la formación de nuevos cuadros en las áreas.

Mientras tanto, sobre Sidor, se cierne la posibilidad de la incursión de China dentro de la empresa. Ahora toca cumplir promesas a tercerizados y a sidoristas en edad de jubilación.

Espera la concreción del proyecto de la Corporación Hierro-Acero y la conformación de los consejos de trabajadores: prometida panacea del socialismo del Siglo XXI.

César Silva. Movimiento de Trabajadores Siderúrgicos: “Llamo al comité ejecutivo a cumplir con el mandato, a apartarse del sectarismo y del color político… a que se dedique a funcionar para los trabajadores”.

José Jiménez. Unidad Matancera: “José Luis Hernández abandonó la institución sindical por más de dos años, no va a la oficina, despachaba desde afuera. Es un cantinflas a la hora de dirigirse a la masa laboral”.

Leonet Grisett. Coalición Siderúrgica: “Nos alegra mucho que todos los métodos de control del trabajador que empezó a aplicar el patrono no dieron resultado y eso de eliminar el sindicato no resultó”.

José Meléndez. Alianza Sindical: “Toda la maquinaria de la empresa y la mafia enquistada lograron dar un paso al frente (…), pero también quedó demostrado que hay un profundo rechazo hacia la gestión actual”.

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