Siria: El régimen bombardea la ciudad de Homs
Los heridos abarrotan los hospitales clandestinos que se están quedando sin suministros. Hay cortes de luz durante horas, las líneas telefónicas e Internet no funcionan. Los habitantes de la ciudad cuna de la revuelta siria no tienen escapatoria
Los heridos abarrotan los hospitales clandestinos que se están quedando sin suministros. Hay cortes de luz durante horas, las líneas telefónicas e Internet no funcionan. Los habitantes de la ciudad cuna de la revuelta siria no tienen escapatoria
Homs se ha convertido en una enorme jaula en la que miles de personas tratan de seguir con vida bajo el asedio de las bombas, decenas de francotiradores en las azoteas de los edificios y un ambiente de terror generalizado y continuo, soportando la feroz ofensiva de los últimos días de las tropas del Geish (ejército) de Bachar el Asad. El ataque en las zonas rebeldes comienza habitualmente a las seis y media de la mañana y hoy durante cuatro horas llovieron más de doscientos morteros sobre la población civil que, refugiada dentro de casa, carece del más mínimo lugar en el que esconderse. La muerte puede sorprenderles en el salón, en la cocina, en la puerta de casa. A partir de las diez, los morteros caen cada diez minutos hasta que cae la noche.
Salir a la puerta de la calle es un acto suicida. Los pocos habitantes que lo hacen aprietan el acelerador a fondo y conducen agachados, evitando las grandes avenidas y esquivando los disparos, constantes. Los francotiradores son precisos y profesionales, acertando en la mayoría de las ocasiones en la cabeza y en la nuez. Casi todos los vehículos tienen impactos de bala y solo circulan los que transportan a los enfermos o a los cadáveres y solo a primera hora de la mañana. Escasos viandantes corren a toda prisa atravesando los cruces y andan pegados a las paredes, tratando de protegerse esporádicamente en algún portal, gritando Allah u Akbar, dios es grande, para armarse de valor.
Las tropas del régimen rodean toda la ciudad, sin escapatoria posible. La brigada Al Farouk del Ejército libre está presente en el interior, pero no puede hacer nada para frenar la ofensiva, según Daniel Abu Dari, activista sirio. “La gente está muriendo, ¡necesitamos ayuda! Esto no es una guerra civil, los nuestros solo tienen kaláshnikov y RPG, y no nos están atacando por tierra, sino que lanzan bombas desde varios kilómetros de distancia con artillería pesada, ¿cómo parar el bombardeo? Es imposible, estamos desprotegidos por completo, es desesperante, nos estamos volviendo locos”, asegura.
Las furgonetas con heridos llegan a toda prisa a las puertas de uno de los hospitales clandestinos de Homs. Los sacan en volandas y entran por el estrecho pasillo esquivando tres cuerpos destrozados que yacen en el suelo, cubiertos en parte por mantas. En la sala de curas, una pequeña habitación, se acumulan una decenas de heridos, algunos acompañados de algún familiar que trata de curarles con sus propias manos. No hay doctor, solo dos enfermeros que no dan abasto. “¡Esto es lo que está haciendo Bachar, enseñadlo!” grita uno de ellos, suplicando que no mostremos su rostro. No hay medicinas ni pueden realizar operaciones y en total hay una decena de cuerpos destrozados, algunos de ellos no se han podido identificar aún.
En una de las camillas están curando a Khaled Abul Salah, conocido en todo el mundo árabe al ser el único sirio que retransmite para las cadenas en su lengua a cara descubierta explicando lo que ocurre en Homs. Como represalia, los shabiha, las milicias del régimen, secuestraron a su hermano y lo mataron hace unas semanas. En el exterior del edificio, cubren los cadáveres con una sábana blanca atada por los extremos por una cuerda y los cargan en la parte trasera de una camioneta. “No podemos ni siquiera enterrarlos ahora, ya no hacemos funerales porque nos disparan. Lo haremos esta noche, entre dos personas, a oscuras”, explica Daniel.
La mayoría de las víctimas son civiles, habitantes que no duermen por las noches pensando en qué será de sus vidas al día siguiente. “Después del veto de Rusia y China en la ONU, El Asad tiene su permiso para matar, como a animales en una ratonera”, asegura Maryam, una profesora de primaria de 40 años. “¿Para qué? Sólo queremos libertad, solo eso”. Las familias evitan subir a las plantas más altas y se refugian en las habitaciones que consideran más seguras, alejadas de las ventanas. La gasolina para las calderas empieza a escasear y las temperaturas son muy bajas. Hay cortes de luz durante varias horas y las líneas telefónicas e Internet no funcionan.
Frente al hospital, trece personas se hacinan en una habitación donde todavía tienen calefacción. “Se está acabando, ya no tenemos más combustible”, dice un padre de familia, rodeado de tres niños pequeños. La abuela se levanta y muestra un trozo de pan, “es el último, ya no tenemos más”, se queja, lanzando proclamas a favor de la revolución y contra Bachar el Asad. La nevera y la despensa están completamente vacías. Están viendo la televisión, la cadena Orient Express, dedicada única y exclusivamente a las revueltas, mostrando en ese momento un vídeo con caricaturas de Bachar el Asad con cuerpo de jirafa, el apodo que le han dado al presidente por su largo cuello.
En las mezquitas, los altavoces emiten durante toda la mañana cánticos y rezos musulmanes. “Solo podemos rezar. Es lo único que podemos hacer, porque estamos en las manos de Alá”, dice Maryam.
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La ciudad siria de Homs se ha convertido hoy en un campo de batalla. Azotada por bombardeos de artillería pesada, así como el asalto de las fuerzas del régimen de Bachar el Asad, la ciudad donde nació la revuelta siria en marzo del año pasado ha vivido otra jornada sangrienta que ha dejado al menos 60 muertos, según los datos aportados por los Comités de Coordinación Local y por el Consejo Nacional Sirio, el máximo órgano opositor. El Gobierno de El Asad pretende aplastar la protesta en su origen, amparado por el rechazo chino y ruso al veto del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, afirma la oposición.
Un corresponsal de la BBC ha informado de que los ataques se reanudaron en Homs temprano por la mañana con disparos de morteros a una cadencia de hasta cada 30 segundos en algunas ocasiones. Los rebeldes responden con fuego de armas ligeras, absolutamente inútiles frente al despliegue de las fuerzas del régimen. El grupo opositor destacó que las fuerzas armadas están atacando los barrios de Bab Amro, Al Bayada, Jalidiya y Al Waer con artillería y proyectiles de mortero. Por el momento, Bab Amro es el barrio más afectado con al menos siete muertos por el bombardeo, que ha alcanzado un hospital de campaña.
Allí, han llegado refuerzos militares con 50 blindados del Ejército y 50 vehículos de otros tipos. La Comisión subrayó que el bombardeo es tan fuerte que se oye en aldeas cercanas. Dentro de la ciudad, desde las mezquitas se difunden llamamientos para que los ciudadanos abandonen las plantas más altas de las viviendas, añadió esa fuente.
Según la oposición, la mayoría de los fallecidos (50 personas) han perdido la vida en Homs. Las fuerzas de seguridad han dejado otras diez víctimas mortales en las ciudades Alepo (dos muertos), Idlib (tres fallecidos) y en los suburbios de Damasco (cinco personas). Según los Comités de Coordinación Local, un convoy de 40 vehículos militares se ha desplegado en las llanuras de Zabadany y Madaya. En este último punto, varias personas han resultado heridas al derrumbarse un edificio de cuatro plantas situado en las granjas de Madaya tras el impacto de proyectil de mortero.