Sobre las huelgas policiales, la sindicalización, las FFAA y los socialistas revolucionarios

La huelga de gendarmes y prefectos, en Argentina, por reclamos salariales, y el apoyo a sus reclamos y al derecho a formar sindicatos realizada por Izquierda Socialista, entre otras organizaciones, ha generado una nueva polémica en la izquierda marxista. Este debate no es nuevo en la izquierda internacional, ya que hay corrientes como la que encarna el PTS-Fracción Trotskista, que se vienen oponiendo a toda huelga policial o de otras fuerzas en cualquier país del mundo donde ocurran. Como hicieron sus pequeños grupos afines de Brasil y Bolivia, quienes, con argumentos similares, se opusieron a la huelga de los bomberos de Río (Brasil), y a la huelga de policías de bajo rango de Bolivia. Ambas huelgas fueron reprimidas por los gobiernos de centroizquierda de Dilma Russef y Evo Morales.

La huelga de gendarmes y prefectos, en Argentina, por reclamos salariales, y el apoyo a sus reclamos y al derecho a formar sindicatos realizada por Izquierda Socialista, entre otras organizaciones, ha generado una nueva polémica en la izquierda marxista. Este debate no es nuevo en la izquierda internacional, ya que hay corrientes como la que encarna el PTS-Fracción Trotskista, que se vienen oponiendo a toda huelga policial o de otras fuerzas en cualquier país del mundo donde ocurran. Como hicieron sus pequeños grupos afines de Brasil y Bolivia, quienes, con argumentos similares, se opusieron a la huelga de los bomberos de Río (Brasil), y a la huelga de policías de bajo rango de Bolivia. Ambas huelgas fueron reprimidas por los gobiernos de centroizquierda de Dilma Russef y Evo Morales.

Es un debate muy importante porque hace a la estrategia revolucionaria y a cuestiones que siempre el marxismo debatió y adoptó posiciones. El marco lo dan las resoluciones de la III° Internacional y las experiencias revolucionarias del siglo XX.
Consideramos que el cuestionamiento a intervenir con una política de clase en las huelgas policiales, va contra la tradición del marxismo revolucionario.

1)La cita de Trotsky, usada por PTS a través de su dirigente Christian Castillo, y el profesor Rolando Astarita, sobre Alemania de los años 30 contra la policía, no corresponde a un caso de huelga policial o de bomberos, o de rebeliones salariales o por reivindicaciones de la base y cuadros medios militares. Su utilización es la negación del método marxista. Con citas mal usadas se puede pretender demostrar cualquier cosa. Trotsky, cuando se refiere correctamente al rol represor y burgués de la policía alemana: “el obrero, convertido en policía al servicio del Estado capitalista, es un policía burgués y no un obrero”, está polemizando con la socialdemocracia alemana, cuando ésta se negaba (1932) a movilizar a la clase trabajadora contra el avance político y de las bandas fascistas de Hitler y del partido nazi. La socialdemocracia, que apoyaba el régimen burgués del momento, argumentaba que se lo iba a parar con la policía y en los marcos de la constitución y la justicia burguesa del gobierno y el régimen. Argumentaba a su favor, diciendo que la mayor parte de la policía era de origen “obrero” y afiliados a la socialdemocracia. (Ver La lucha contra el fascismo en Alemania, Capitulo “La socialdemocracia”, Editorial Pluma, 1973, pág. 93 y siguientes). Polemiza y denuncia una política traidora y reformista que consideraba a la institución policial como “progresiva”, mientras desmovilizaba a la clase obrera alemana. Su consigna era “estado intervén”. Es lo opuesto a nuestra postura, la de los verdaderos marxistas. En ningún momento reivindicamos a la “policía” ni a la institución burguesa represora Gendarmeria o Prefectura. Apoyamos los reclamos salariales de la base y cuadros medios contra los altos mandos y el gobierno burgués de turno.

2) El PTS y el profesor Astarita, van contra toda la tradición del marxismo y de nuestros maestros Lenin y Trotsky. PTS -que reivindica ser un partido revolucionario-, no cumpliría con las 21 condiciones de la III° Internacional, que en su punto 4 señala: “El deber de propagar las ideas comunistas implica la necesidad absoluta de desarrollar una propaganda y una agitación sistemática y perseverante entre las tropas. Donde la propaganda abierta sea difícil a causa de las leyes de excepción, debe desenvolverse ilegalmente; negarse a ello sería una traición a las exigencias del deber revolucionario, y por consecuencia incompatible con la afiliación a la Tercera Internacional”. El punto es una condición clara y excluyente para ser de la internacional, porque se considera traición. Esta resolución es del II° Congreso, encabezado por Lenin y Trotsky.

3) El argumento de que no se los puede apoyar porque “no son trabajadores” es desmentido por la resolución de la Tercera Internacional. Es evidente que la Tercera no consideraba ni argumentaba que la agitación había que hacerla porque eran trabajadores, partía que eran las fuerzas represivas del estado burgués. ¿Por qué entonces recomendaba esa agitación sistemática? Porque consideraba que era parte de la estrategia revolucionaria tener una política para intentar dividirlas o paralizarlas para cuando llegara el momento de una insurrección obrera y popular. Se basaban en la experiencia revolucionaria.

4) El argumento de que solo en situaciones de insurrección proletaria o de masas se puede tener una agitación y política para actuar sobre las fuerzas represivas, es falso. El punto 4 de la Tercera no pone esa condición.

5) Lenin planteaba, en los acontecimientos revolucionarios de 1905, que había que apoyar los reclamos salariales y de mejoras en el servicio que reclaman los soldados y los marineros de las fuerzas armadas zaristas. “Los soldados de San Petersburgo quieren mejor rancho, mejor vestuario y mejor alojamiento, reclaman aumento de los haberes” […] “No es posible permanecer al margen de la lucha de todo el pueblo por la libertad. Quien muestre indiferencia ante esta lucha, apoya de hecho los desmanes del gobierno policiaco” (ver Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, julio de 1905)

6) El argumento de que apoyar mayores salarios es igual a apoyar un fortalecimiento del aparato represivo, es tan ridículo como decir que Lenin, al apoyar los reclamos salariales de los soldados y marineros del régimen zarista, era un traidor que ayudaba a que el aparato criminal zarista se fortaleciera para seguir asesinando al proletariado y a los campesinos rusos.
7) También Trotsky señalaba -en polémica con los pacifistas y reformistas que veían la imposibilidad de enfrentar al poder burgués por sus fuerzas represivas y su poderoso armamento-, “detrás de cada máquina hay hombres, ligados por relaciones no sólo técnicas sino también sociales y políticas” (¿A donde va Francia?, Pluma, 1974, página 37). O sea, decía que con una política correcta se podía ganar o paralizar a sectores de esas fuerzas represivas.

8) El PTS hace tiempo da cursos sobre Clausewitz, uno de los mayores teóricos del arte militar. Pero olvida una de sus enseñanzas más importante, que gustaba citar Trotsky en ese trabajo y otros. Que la guerra civil es la continuación de la política por otros medios. Es evidente que cuando se llega al borde de una guerra civil o de una insurrección, que enfrenta la represión de las fuerzas represivas, es vital tener una política más radical hacia la base de esas fuerzas (incluida la autodefensa obrera), para dividirlas o paralizarlas, incluido apoyar sus reclamos salariales u otras reivindicaciones. Pero ¿por qué esa política es inválida cuando todavía no hay guerra ni insurrección, si, según Clausewitz, ésta es la continuación “de la política por otros medios”? En tiempos de “paz” hay que tener esa política preparatoria, como aconsejaba la Tercera, y no esperar a una insurrección o al comienzo de una guerra civil. Parte de esa preparación es hacer esa agitación política propagandística y parte de ella es buscar profundizar, con políticas correctas, las divisiones coyunturales o muy excepcionales que se provocan en las fuerzas represivas del régimen burgués, como lo son las huelgas salariales que, objetivamente, van contra las normas burguesas básicas, que son no reclamar, acatar los mandos, ni usar los métodos del movimiento obrero como las huelgas o los intentos de formar sindicatos. En ese marco apoyar las huelgas policiales, de bomberos o de otras fuerzas militares, es correcto, a condición de no reivindicar a la institución burguesa represiva y de unirla a las luchas de la clase trabajadora.

9) Las huelgas policiales o de fuerzas semejantes se dan justamente en momentos de gran tensión social de un país. Las primeras que se conocieron fueron en Inglaterra de 1918-19, en donde surgieron los primeros sindicatos, barridos por el imperio británico. El profesor Astarita, da como prueba de que no tiene sentido proponer sindicatos policiales ni apoyar sus huelgas, porque después de esa huelga histórica y de tener un sindicato, la policía británica no cambió y siguió reprimiendo. El detalle que le falta, a este pseudo erudito del marxismo, es que el gobierno imperialista británico cesanteó y dio de baja a más de mil policías de aquella heroica huelga. Las huelgas policiales de 1918-19 eran parte de la oleada obrera revolucionaria pos revolución rusa. Que haya huelgas policiales y surjan sindicatos (como los que existen en Francia y otros países de Europa) no hace cambiar el carácter de las fuerzas represivas de un estado burgués, que solo se puede hacer cuando triunfe una revolución socialista y surja un estado obrero que las disuelva. Hoy las huelgas policiales son comunes en Gran Bretaña, en toda Europa y el mundo, en medio de la agudización de la crisis social capitalista. No se conoce un caso de que hayan sido rechazados por los trabajadores cuando se han sumado a la lucha. A su vez, esos mismos policías son repudiados y enfrentados cuando reprimen a los trabajadores y a la juventud. Es la realidad, con todas sus contradicciones. Querer reemplazarla por esquemas y citas mal empleadas, no sirve más que para alejar a los trabajadores de una verdadera política de clase y revolucionaria. Y favorecer, objetivamente por su infantilismo, al gobierno y al régimen capitalista de turno, como el gobierno peronista de Cristina Kirchner, que también cuestiona las huelgas policiales y de los gendarmes. Por otro lado, al no apoyar y repudiar estos reclamos, se abandona la pelea estratégica de buscar dividir o neutralizar a sectores de las fuerzas represivas, una de las tareas claves de la clase trabajadora y de los socialistas revolucionarios.

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