Socialismo, Igualdad y Libertad
La revolución francesa, impulsada por la burguesía, resumió su programa de construcción social con el afamado lema de libertad, igualdad y fraternidad.
La revolución francesa, impulsada por la burguesía, resumió su programa de construcción social con el afamado lema de libertad, igualdad y fraternidad. El sistema capitalista desarrolló un régimen de libertades tanto civiles como políticas. Libertades civiles en el sentido de los derechos individuales de las personas, tales como libertad de expresión, de tránsito, igualdad ante la ley, de acceso al sistema de justicia, de empresa y trabajo, entre otros. Libertades políticas en el sentido de los derechos del pueblo a ser gobernados en democracia mediante el sufragio universal, directo y secreto. La democracia, entendida como el ejercicio de la ciudadanía, con derechos fundamentales tales como el de elegir y ser elegido, derechos a organizar partidos políticos, a manifestar públicamente y sin armas, a protestar, libertad de expresión del pensamiento, libertad de prensa.
El régimen de libertades individuales y políticas de la llamada democracia burguesa de representación popular fue no sólo criticado sino satanizado por la teoría marxista leninista. Se planteaba que ese régimen de libertades constituía un privilegio para la burguesía explotadora pero no para los trabajadores. Que la libertad burguesa era la libertad para que millones de trabajadores se murieran de hambre, especialmente en sus crisis cíclicas.
En consecuencia, la construcción socialista ponía sobre el tapete la primacía de la igualdad social sobre la libertad política.
Sin embargo, el socialismo construido en el siglo XX principalmente en la URSS, China o Cuba no sólo conculcó las libertades políticas de los disidentes y opositores al nuevo régimen sino que fracasó en establecer la eliminación del trabajo asalariado y la igualdad en el sistema económico de las relaciones de trabajo como producción colectiva de la vida social.
La erradicación de la propiedad privada condujo a la expropiación de los capitalistas privados, pero no produjo un empoderamiento de los trabajadores ni un control directo de éstos sobre la producción, el comercio y los servicios financieros. Los trabajadores siguieron siendo asalariados y la propiedad se concentró bajo un solo monopolio: el del Estado. Hay quienes caracterizan a ese régimen social, no como socialismo, sino como capitalismo de Estado.
Bajo esas condiciones, la burocracia civil y militar que administra el Estado concentra los beneficios a costa de la pobreza de las grandes mayorías de la población.
El socialismo del siglo XX del tipo soviético, chino o cubano condujo al atraso y pobreza de sus pueblos bajo un régimen de desigualdad social y de sacrificio de las libertades políticas. Regímenes deslegitimados en lo social y tiránicos en lo político. Con gobernantes eternizados en el poder hasta su muerte como en los casos de Stalin, Mao y posiblemente Fidel Castro.
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