2 noviembre, 2024

Trabajadores se atrincheran en su fe

“Si ustedes quieren empresa, luchen por sus empresas. Si quieren convención colectiva luchen por su convención colectiva, si ustedes quieren pelear nosotros estamos en la calle invitándoles”, Emilio Campos]

Ciudad Guayana, sábado, 20 de Agosto de 2011 (Foto Carlos León).- “La situación a corto plazo es muy preocupante, a largo plazo es peor todavía”. Así describe el trabajador de CVG Carbonorca, Antonio Carrero, la situación de la industria del aluminio.

“Si ustedes quieren empresa, luchen por sus empresas. Si quieren convención colectiva luchen por su convención colectiva, si ustedes quieren pelear nosotros estamos en la calle invitándoles”, Emilio Campos]

Ciudad Guayana, sábado, 20 de Agosto de 2011 (Foto Carlos León).- “La situación a corto plazo es muy preocupante, a largo plazo es peor todavía”. Así describe el trabajador de CVG Carbonorca, Antonio Carrero, la situación de la industria del aluminio.

Su comentario lo da mientras espera -como desde hace 20 días- a las afueras de la empresa la respuesta de algún ente del gobierno sobre la falta de los insumos y repuestos, del pago de la quincena y beneficios del contrato colectivo.

Ya ha perdido la cuenta de cuántas veces han detenido las operaciones por la misma razón. La estatal, productora de ánodos de carbón, no necesita de la molestia de los trabajadores para apagarse. Lo hace todos los meses, por sí sola, por falta de insumos.

Cuando se le pregunta sobre las razones que los ha llevado a acampar en el portón de la fábrica, el reclamo por las inversiones adquiere relieve y al respecto se atreve a hurgar entre las causas: “Para mí esto es una guerra política”.

Los trabajadores de Carbonorca están extenuados y se sienten olvidados. Alfredo Figuera, con 22 años en la estatal, cree que al ritmo al que marchan las empresas no hay futuro, tan simple como que no ve avance. “Yo tengo 11 años esperando proyectos para el sector aluminio y nunca los veo”.

“Ya no le creemos a los patrones, ni le creemos al mismo Presidente de la República porque estamos cansados todos los días de una misma charla. Si aquí hubiese una sinceridad esto no estuviese así”.

La decepción se apodera a ratos del humor del trabajador guayanés que, en el primer semestre, no ha dejado de protestar. Figuera cree que, a su edad, ya debería estar jubilado disfrutando del fruto de su trabajo.

“Nosotros, que hemos dado el 100 por ciento, no merecemos esta recompensa”.

¿Hermanas?

No muy lejos, en CVG Venalum, el escenario es casi igual. Los trabajadores se presentan desmoralizados luego de que el Ejecutivo, en diciembre de 2009, ordenó desincorporar 400 celdas operativas de la fábrica consentida del sector aluminio.

Como una familia, los trabajadores de la industria comparten los mismos problemas aunque -de a ratos- se saquen los trapitos al sol cuando hay que sacar cuentas sobre las deudas. En ese saldo, CVG Alcasa está en rojo.

Freddy Guzmán, trabajador de CVG Venalum, cree que el Gobierno se hace de la vista gorda con el suministro que le hacen a Alcasa. Aunque resalta el hecho de que son fábricas concatenadas, la situación los está llevando a un espiral de quiebra.

“Esto está bastante grave. Nosotros estamos a mitad de tren, hoy por hoy nosotros no nos sentimos satisfechos con esa producción que tenemos porque estamos vejados”.

Esa posibilidad de cierre, ya no sólo se percibe en la primera fábrica del aluminio. Luis Moya, al igual que otros trabajadores de Venalum, considera que si la carestía de los insumos persiste, la planta podría quebrar. “Yo lo que pienso es que si el Gobierno no da el dinero para las plantas, esto se va a poner peor porque el Gobierno no quiere invertir en las empresas”.

Esa sola posibilidad alienta en muchos la necesidad de protestar. Otro trabajador de CVG Venalum, que escucha una asamblea donde participa la dirigencia sindical que se ha propuesto el guayanazo sostiene que las empresas pueden implosionar.

Augusto Lozano piensa que los trabajadores de Guayana, por su cultura y capacidad, no se resignarán y saldrá, tarde o temprano, a las calles. De hecho, analiza que dentro del mismo control obrero ha habido una migración de quienes participaban porque la gente está decepcionada.

“Yo, por ejemplo, no comulgo con eso de que al presidente lo tienen engañado porque ya van 12 años. El presidente tiene perfecto conocimiento de lo que está ocurriendo tanto en Guayana como en el resto del país”.

Sin decisiones

Y esa gestión que según Lozano tiene el presidente, es lo que -para Juan Naranjo, trabajador de CVG Venalum- tiene a las empresas estancadas: el centralismo. “¿Cómo te explico? Las decisiones no dependen del presidente de la empresa, entonces, mientras el presidente no le pueda dar repuesta a los sindicatos, estamos trancados (…) Si el presidente no tiene autonomía, por más que paren la planta ¿hacia dónde vamos? Siempre vamos a estar estancados en esto”.

La interrogante sobre el futuro de las empresas socialistas se dibuja en la cara de quienes han dedicado el mayor tiempo de sus vidas a fabricar aluminio.

Al salir de la planta, después de su faena nocturna, el trabajador alcasiano Ramón Hernández comenta irritado: “Creo que no hay gente competente en los ministerios como para que nos entreguen los recursos”.

Aunque cansado, no se queja. Dice que adentro, en el corazón de CVG Alcasa, hay hombres dando el todo por el todo para que no se detenga la producción. ¿Nadar contra la corriente? No lo sabe. “Nosotros quisiéramos que alguien viniera y nos dijera qué va a pasar con nosotros, porque cada día tenemos menos insumos”.

¿El futuro? , el futuro para Hernández está en manos de Dios. “El único que puede resolver esto, porque ya -por la vía política- todos los que están es por ambición al poder”.

Al final de la avenida Fuerzas Armadas se escucha la voz del secretario general de Sutracarbonorca, Emilio Campos, arengando a los trabajadores: “¡Salgan a la lucha, no por los sindicatos, sino por ustedes mismos”. Así calientan los motores para una próxima jornada de protesta.

Augusto Lozano, trabajador de CVG Venalum: “Vamos hacia atrás, no se vislumbra una salida. Todo lo que ha dado el ministro ha sido como pañitos de agua caliente. Todo se queda en teoría, en el papel, todo se queda en promesas pero en la práctica no se hace efectiva”.

Luis Moya, trabajador de CVG Venalum: “Pueden cerrar la empresa si seguimos así, sin insumos (…) Yo lo que pienso es que si el Gobierno no da el dinero para las plantas, esto se va a poner peor”.

Juan Naranjo, trabajador de CVG Venalum: “Las empresas están estancadas. ¿Cómo te explico? Las decisiones no dependen del presidente de la empresa, entonces, mientras el presidente no le pueda dar repuesta a los sindicatos, estamos trancados”.

Antonio Carrero, trabajador de CVG Carbonorca: “La situación a corto plazo es muy preocupante, a largo plazo es peor todavía, porque lamentándolo mucho a las empresas no se le están asignando recursos, ni siquiera, para comprar la materia prima”.

Alfredo Figuera, trabajador de CVG Carbonorca: “Todos nuestros derechos no los han quitado y esos derechos que hemos logrado nosotros es a base de lucha, no es porque el patrono no los haya regalado”.

Porfirio Pérez, vendedor de desayunos: “Estas empresas están así porque -pienso yo- el que robó lleva. Ellos son los mismos que roban en esa empresa, los trabajadores grandes no los pequeños, porque el pequeño no se puede llevar nada”.

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