Trabajadores venezolanos siguen huérfanos de dirigentes

En un lado de la ciudad,las pancartas reflejaban las consignas de costumbre: «Aumento justo ya», «Jubiladosdel…enpiedelucha»,»Respeto a la convención colectiva de…». En otra zona de la capital, las pintas tradicionales fueron sustituidas por otras de corte político: «Somos revolucionarios», «Trabajadores del… apoyan al Presidente», «Empleados públicos decimos: patria, socialismo o muerte».

En un lado de la ciudad,las pancartas reflejaban las consignas de costumbre: «Aumento justo ya», «Jubiladosdel…enpiedelucha»,»Respeto a la convención colectiva de…». En otra zona de la capital, las pintas tradicionales fueron sustituidas por otras de corte político: «Somos revolucionarios», «Trabajadores del… apoyan al Presidente», «Empleados públicos decimos: patria, socialismo o muerte».

Si de visiones contrarias se trata, la celebración del pasado 1° de mayo fue sin duda una demostración más del fraccionamiento que caracteriza a los trabajadores en Venezuela.

Estos atraviesan, según el abogado laboral Fernando Barrientos, por una de las peores épocas de su historia, al carecer de una dirigencia que se aboque a defender sus derechos y promover mejoras salariales, tareas básicas del sindicalismo.

No se equivoca. Si de algo adolece el universo laboral es de una estructura organizativa que vele por sus intereses. En ello coincide la abogada Maryolga Girán. «Tras su papel protagónico en el paro general de diciembre de 2002, la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) quedó totalmente desprestigiada y comenzó su desmembramiento».

La vetusta organización, refiere la jurista, sucumbió arrastrada por la caída de Acción Democrática, partido que figura como padre de la criatura en su partida de nacimiento.

Sin temor a equivocarse, la experta en derecho del trabajo señala que esta situación catapultó el proyecto de formación de una central obrera pro gubernamental, una iniciativa que tampoco lograba alzar vuelo.

Con plomo en el ala

Con toda la batería del Estado a su favor, la irrupción de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) en la escena nacional dio pie para que crédulos y escépticos escucharan con atención y esperanza los postulados de sus líderes. Pero ni siquiera la maquinaria gubernamental logró la ansiada unidad.

Integrada por seis corrientes de posturas en apariencia afines, durante tres años la UNT quiso consolidar una directiva que diera validez legal al proyecto, hasta que finalmente sucumbió ante los desencuentros de sus disímiles integrantes. La organización no prosperó.

«La UNT fue en su momento un proyecto sincero, pero encontró en el mismo Gobierno obstáculos que minaron el camino», acota Girán. La intervención del Consejo Nacional Electoral como garante de los comicios sindicales fue el hecho que acabó con el intento de crear una central apegada a los postulados del socialismo del siglo XXI, afirma la abogada.

Académicos y dirigentes laborales coinciden en señalar que al igual que la CTV, el gran error de la UNT fue haber nacido a la sombra de un partido político.

«Desde el Gobierno Nacional se ha fomentado el sindicalismo ideológico, una práctica que quizás sirvió en los inicios de la era socialista, pero que no es comprada por los dirigentes sindicales de peso», señala el abogado Victorino Márquez, especialista en derecho laboral.

De pensamiento más pragmático, Orlando Chirino, dirigente de la Corriente Clasista, Unitaria, Revolucionaria y Autónoma (C-Cura), afirma que una central obrera sumisa al Ejecutivo resulta tan contraria a los intereses de los trabajadores como una organización integrada por cuadros partidistas.

Y ofrece un ejemplo para demostrar su teoría. Recuerda que mientras Fedecámaras califica el aumento de 10% decretado por el Ejecutivo -y que entró en vigencia este 1° de mayo- como insuficiente, Franklin Rondón -por años máximo directivo de la Federación Nacional de Trabajadores del Sector Público y confeso defensor de los postulados chavistas- afirma que el alza del salario mínimo es másquesuficiente.»Eselcolmode la complacencia», acota Chirino.

Pero que la UNT no haya logrado su consolidación, no significa que el objetivo fundamental se perdiera. Al menos eso piensa Oswaldo Vera, para quien la malograda organización supo cumplir los dos objetivos que impulsaron su creación en 2003: enfrentar la «política golpista» asumida por la CTV, y consolidar el movimiento sindical con la creación de nuevas organizaciones apegadas a la ideología socialista.

Nuevos bríos

El fracaso de la UNT no fue para Oswaldo Vera motivo de frustración. Por el contrario, tras su salida de la directiva «uenetista», hace más de un año, desde su curul en la Asamblea Nacional el dirigente sindical puso todo su empeño en dar forma a una nueva organización «que naciera desde las bases y no desde las cúpulas», acota.

Sin mayores pompas, Vera refiere que la naciente Central Socialista de Trabajadores (CST), desde hace poco menos de un año, adelanta labores a lo interno de las organizaciones. Aunque su oficialización no es todavía un hecho, señala que 11 federaciones sectoriales y 13 regionales ya han expresado su fidelidad a la nueva entidad.

La meta de la CST es que para agosto próximo estén legalmente constituidas y legitimadas las directivas de federaciones en todos los estados del país, además de otras locales como las filiales de Cabimas y Ciudad Bolívar.

Solo entonces se convocará el congreso fundacional, integrado 70% por representantes de las federaciones regionales y sectoriales y 30% por sindicalistas. El paso siguiente es llamar a comicios y escoger a la directiva nacional.

«Habrá que esperar para ver si este nuevo intento tiene éxito, pero dudo que Vera tenga el arrastre nacional que necesita», sentencia Chirino, para quien la CST no pasará de ser un proyecto.

Un nuevo planteamiento de solidaridad sindical

Confeso comunista, seguidor de los postulados de Trotsky y excomulgado de los círculos oficiales por su abierta oposición a la reforma constitucional planteada por Hugo Chávez en 2007, Orlando Chirino dice estar convencido de que el movimiento sindical venezolano debe ser refundado. Y con esa intención ha tomado cartas en el asunto.

En un hecho inimaginable apenas meses atrás, ex dirigentes de la izquierda como Chirino han decidido montar carpa junto a líderes de la derecha (léase CTV) como Froilán Barrios y Pablo Castro para fundar Solidaridad Laboral, un movimiento -no una central- que busca nacer sin la tutela de partido político alguno. Su objetivo es rescatar el carácter reivindicativo del sindicalismo nacional.

«Buscamos la unidad de los trabajadores en defensa del derecho a las contrataciones colectivas y el respeto a estas, la unilateralidad de los aumentos salariales, la estabilidad laboral y la autonomía sindical, temas reiteradamente violados por el Gobierno».

Pese a sus diferencias ideológicas, Froilán Barrios comparte la visión reformista de Chirino.

Afirma que la unificación de los trabajadores venezolanos es una necesidad frente a la «abierta posición del Gobierno de acabar con los sindicatos y la contratación colectiva».

Y hace una confesión aún más dramática: «Ni el chavismo ni la oposición cuentan con una estructura capaz de convocar a toda la masa laboral del país». Señala que es preciso crear una base que permita atender la alta conflictividad que vive el país y «encaminar los esfuerzos del movimiento obrero hacia el respeto por los derechos conquistados».

Ambos dirigentes aseguran que la única meta de Solidaridad Sindical es rechazar la ideologización que se aplica sobre la masa laboral plegada al chavismo, además de exigir el fin de la violación de los derechos laborales de los venezolanos.

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