8 julio, 2025

Túnez: Huye el dictador. Se tambalea la dictadura

Ben Alí abandona el país, y el ejército toma el control. Las informaciones que Kaosenlared venía recibiendo estos días atrás desde Túnez, y que apuntaban a un derrocamiento inminente del Gobierno dictadorial de Ben Ali, parecen haberse cumplido. El pueblo no aceptará otra cosa que no sea el derrocamiento de la dictadura.

Ben Alí abandona el país, y el ejército toma el control. Las informaciones que Kaosenlared venía recibiendo estos días atrás desde Túnez, y que apuntaban a un derrocamiento inminente del Gobierno dictadorial de Ben Ali, parecen haberse cumplido. El pueblo no aceptará otra cosa que no sea el derrocamiento de la dictadura.

Hace un par de días, cuando la situación represiva estaba alcanzado máximos, y los medios occidentales hablaban únicamente de «revueltas», ya apuntamos que la caída de la dictadura podía ser inminente y que el gobierno estaba buscando desesperadamente un lugar donde poder exiliarse, a una misma vez que comenzaba a jugar sus últimas cartas en busca de una reconciliación con el pueblo.

Hoy hemos sabido que el presidente de Túnez, Zine el Abidine Ben Alí, ha abandonado el país tras destituir al Gobierno y convocar elecciones anticipadas en un plazo de seis meses.
El presidente del Parlamento tunecino, Fouad Mebazaâ ha confirmado que Ben Alí ha abandonado Túnez. Su destino aún no se conoce. Algunas fuentes apuntan que puede ser París o Libia. Otras vendrían a confirmar lo publicado por Kaosenlared hace un par de días, y aseguran que el dictador podría aterrizar en Malta. De hecho, Francia dice no tener confirmación de la llegada de Ben Ali a París, indica Reuters. En esta línea, una agencia italiana citada por The Guardian afirma que Ben Ali habría llegado a Malta con protección libia. Sin embargo, el gobierno de Malta, lo niega. Un portavoz del Gobierno maltés, citado por AFP, asegura que el avión del presidente tunecino Ben Alí ha sobrevolado el espacio aéreo de Malta «en dirección al norte». Ahora, se está barajando la posibilidad de que su destino sea algún país del Golfo Pérsico. Sarkozy ya ha rechazado aceptar al ex presidente tunecino Ben Alí en suelo francés, según informa la televisión I-Tele
En una comparecencia en la televisión estatal, el primer ministro Mohamed Ghannouchi ha anunciado que ha asumido la presidencia interina del país al tiempo que el Ejército ha tomado el control del país. El artículo 56 de la Constitución tunecina recoge que en caso de «impedimento temporal» del presidente será el primer ministro quien asuma el poder.
La información a este respecto, sin embargo, es confusa. Mientras oficialmente se anuncia que el dictador ha abandonado voluntariamente el poder de manera temporal, otras fuentes aseguran que el ejército ha dado un Golpe de estado para derrocar al tirano, y mandarlo al exilio de manera definitiva.
Al pueblo sólo le sirve el derrocamiento de la dictadura
Primero fue la destitución del anterior Ministro del Interior, al que acusaba de ser responsable de la represión que ha dejado ya en el país más de setenta muertos. Igualmente, anunció la liberación de todos los detenidos en las revueltas, y la creación de una comisión para investigar la grave situación de corrupción que asola al estado en todas sus instituciones. Al pueblo no le bastó.

El gobierno, asustado, no tuvo más remedio que decretar el estado de sitio. Pero el pueblo, sin miedo, sin nada que perder, no se amedrentó, y continuó saliendo en masa a las calles.

Ben Ali trasladó entonces su residencia desde su palacio en la capital del país, a otro palacio en la ciudad de Hammamet, a poco kilómetros de la capital. Sus cuerpos de inteligencia entendieron que ya no estaba seguro en la capital.
Pero el pueblo tunecino siguió en las calles, da igual dónde se quisiera esconder el dictador. Miles y miles de ciudadanos y ciudadanas recorrieron hoy las calles de todo el país exigiendo el derrocamiento de la dictadura. La situación se le había escapado totalmente de las manos al sanguinario dictador, y así se pudo demostrar tanto en la masacre que sus cuerpos y fuerzas de seguridad leales han causado, como en las idas y venidas de sus últimos anuncios oficiales.

Ben Ali intenta a la desesperada reconciliarse con el pueblo
En un desespreado intento por salvar su poder, el gobierno anunció ayer que el dictador Ben Ali no volvería a presentarse en las elecciones de 2014. La gente reaccionó con júbilo y llenó nuevamente las calles con sus gritos y cánticos, celebrando lo que entendían era un primer indicio de victoria en su lucha contra la dictadura. Pero tampoco les bastó.
En un país donde la democracia no existe, donde las elecciones no son más que una farsa para legitimar el poder absoluto de la dictadura, cuyo partido las ganas sistemáticamente con el 90% de los supuestos votos, este anuncio resulta poco o nada satisfactorio para la lucha del pueblo en contra el tirano, su familia y sus aliados. El pueblo no quiere un cambio en la cara de la dictadura, quiere el derrocamiento de la dictadura.
Ahora el gobierno anuncia que ha destituido a todo el Gobierno y ha convocado elecciones para dentro de seis meses. Acto seguido el dictador abandonó el país. Una nueva vuelta de tuerca para ver si es capaz de calmar a las masas, y salvar el poder de la dictadura. Es de esperar que el pueblo tampoco lo acepte, como no ha aceptado ninguna de las medidas anteriormente citadas.

Hoy mismo miles de manifestantes se han concentrado frente a la sede del Ministerio del Interior, exigiendo la caída del gobierno, al grito de «Ben Ali, asesino». Sigue sin saberse si el ejército ha forzado la salidad del mandatario tunecino para calmar a las masas, o, por el contario, lo ha forzado a exiliarse con un Golpe de estado.

En cualquier caso, se ha impuesto un toque de queda desde las cinco de la tarde hasta las siete de la mañana. Las reuniones en la calle de más de tres personas (prohibido reírse) serán eliminadas por la fuerza. Para los que quieren el fin de la represión y la corrupción en Túnez, es ahora o nunca.
Las televisiones tunecinas emiten imágenes en las que los manifestantes abrazan a los soldados tras conocer el anuncio de la salida del poder del presidente del país. Pero el pueblo no se conformará con un exilio temporal del dictador: quieren su derrocamiento definitivo y la caída total de la dictadura. De hecho, por si habías dudas, los manifestantes, según informa Al Jazeera, están saqueando las mansiones del dictador y de su familia, en un gesto que pone en evidencia toda la rabia que llevan dentro en contra la mafia dictatorial que gobierna el país desde hace 23 años.

Baño de sangre o derrocamiento

Ben Alí prometió ayer el fin de la represión. Pero ahora ve que su permanencia en el poder está en el aire y ha vuelto a ordenar a las fuerzas de seguridad que empleen todos los medios a su disposición, incluidas las armas.
El único medio que le queda ya al gobierno para salvar su poder dictatorial, es generar un auténtico baño de sangre, aún mayor del que ya ha ocasionado hasta el momento.
Según fuentes médicas citadas por France Presse, otras 13 personas murieron por disparos de balas policiales durante el día y la noche de ayer en la capital tunecina y sus alrededores, en enfrentamientos con las Fuerzas del Orden tras el discurso presidencial. El mismo que prohibía «disparar a los manifestantes».

Sin embargo, también entre las fuerzas militares comienza a generarse la desconfianza en el gobierno, y, tal y como apuntamos también hace un par de días, en cualquier momento éstas pueden dar la espalda al gobierno y ponerse del lado del pueblo, lo que supondría el final definitivo de la dictadura. Si es que, tal hecho, tal y como aseguran algunas fuentes desde el interior del país, no se ha producido ya.
De momento, tendremos que seguir esperando a que las informaciones que vienen del país magrebí se vayan clarificando. Pero todo apunta a que, efectivamente, el ejército ha forzao al dictador para que salga del país, no sabemos si temporal o definitivamente. Veremos. De momento, según Reuters, una televisión privada tunecina afirma que varios parientes del ex presidente Ben Ali han sido arrestados. Buena señal de confirmarse la noticia.

La rebelión de los hambrientos

El fondo de la revuelta social es la falta de libertades, el desempleo, la ausencia de futuro para millones de jóvenes.
Los conflictos sociales que se viven en Argelia y Túnez, dos países del llamado Magreb árabe, que comprende también Libia, Marruecos y Mauritania, son un desafío a las élites locales. La rebelión de los hambrientos, de los excluidos, tiene una inequívoca dimensión política. El fondo de la revuelta social es la falta de libertades, el desempleo, la ausencia de futuro para millones de jóvenes.

Sin embargo, las causas directas del estallido de estos ‘motines del hambre’ son económicas. El punto de partida es el aumento brutal de los precios, desde el 1 de enero, de los productos de primera necesidad, que han doblado su precio en algunos casos.

Especulación en Argelia Para los argelinos, comprar el kilo de azúcar a 1,50 euros, la garrafa de aceite de cinco litros a 7,50 euros o pagar un 60% más por una sardina es demasiado. El salario mínimo garantizado por ley es de 130 euros al mes mientras que un salario medio es de 330 euros. Sin embargo, muchos trabajadores ni siquiera alcanzan el mínimo establecido.
Otros trabajan en la economía sumergida, muchos mantienen dos empleos para poder sobrevivir. Y los que no tienen ningún modo de ganarse la vida son el 25% de la población, según cifras no oficiales (el Gobierno estima que el desempleo es del 11,5%).
Paralelamente, el Gobierno ha aumentado un 50% el sueldo a las fuerzas de seguridad. Esta decisión ha sido muy mal recibida, ya que la policía está considerada como una fuerza puramente represiva.

¿Por qué subieron radicalmente los precios? La subida se debe a que los productores y mayoristas han inflado los precios en previsión de la puesta en marcha de nuevas disposiciones legales que les obligan a hacer facturas y, por tanto, a declarar todas sus ventas. Hay que tener en cuenta que la economía informal en Argelia tiene un volumen importante. A esto hay que añadir la especulación de los intermediarios.
Más allá, está la situación de privilegio de las élites económicas argelinas. La burguesía comercial, unas pocas familias de empresarios, se reparte el pastel. Esta burguesía tiene una posición de privilegio por su conexión con las élites del poder.

También está lo que se llama el sector ‘import-import’. Argelia es un país especializado en un solo producto: los hidrocarburos. Todo lo demás, lo importa: alimentos, bienes de consumo, tecnología… Así estos ‘nuevos ricos’ que florecieron en los años 80 gracias a sus contactos con el régimen están ligados al fenómeno de la penuria: se benefician de las políticas de subvenciones estatales y de los incentivos públicos al consumo.

El Estado subvenciona, por ejemplo, el precio de la harina destinada a hacer pan (2.000 dinares el quintal, unos 20 euros), pero los intermediarios obligan a los panaderos a desembolsar 200 o 300 dinares(2 o 3 euros) más para adquirir el producto. El resultado es que si el precio de una barra de pan debería ser de unos 7,8 dinares (unos 70 céntimos de euro), se vende a 1,50 euros (15 dinares).

El reparto de recursos en Argelia es, por tanto, injusto. Hay grandes bolsas de población excluidas por una minoría que utiliza la ‘wasta’, el ‘enchufismo’ para enriquecerse a costa del Estado. Se trata de oficiales del Ejército y de la burguesía comercial bien conectada.

Todo ello, en un país rico por sus recursos naturales. Con los precios del barril de petróleo a 90 euros, Argelia puede permitirse invertir más dinero en su población. Sus reservas de divisas se estimaban en 155.000 millones de dólares a finales de 2010.

Nepotismo en Túnez

El problema de Túnez es también las altas disparidades entre la población. El nepotismo ha creado una élite que se beneficia de las políticas del Estado, dejando fuera a todos los que no tienen una ‘wasta’ para hacerse valer. La tasa de desempleo alcanza en este país al 23,4% de los jóvenes diplomados (según cifras oficiales); sin embargo, la realidad es que afecta al 35%. Estos datos evidencian un problema: que en Túnez el mercado laboral no puede absorber el exceso de trabajadores cualificados.

Por eso, las protestas en Túnez tienen una singularidad con respecto a Argelia: se trata de un motín de jóvenes profesionales. El sector de los abogados se ha declarado en huelga para solidarizarse con ellos, lo que da a la revuelta un carácter político. Es la primera vez que la población encuentra un espacio para expresar su descontento. El país es uno de los más represivos en cuanto a la libertad de prensa.

Una economía más diversa

Aunque Túnez vive, sobre todo del sector turístico, tiene en teoría una mayor diversificación económica: es el tercer exportador del mundo de aceite de oliva y mantiene una potente industria agroalimentaria y textil. Sin embargo, experimenta una fuerte dependencia de la Unión Europea.
Y es precisamente la Unión Europea la que incrementa los problemas internos. La crisis económica y las políticas de inmigración represivas hacen que los jóvenes ya no puedan pensar en la emigración como una vía para hacerse con un hueco en el mundo.

Para intentar calmar las protestas, las autoridades de ambos países pondrán en marcha nuevas políticas de subvenciones a productos, pero esto nuevamente beneficiará a los más privilegiados y hará que el Estado refuerce el peso de la economía dirigida. Sin embargo, sin soluciones políticas y reformas democráticas, la situación no se resolverá.

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