Vigencia del Primero de Mayo 1886-2012

El Día PRIMERO DE MAYO fue instituido como Día Internacional del Trabajador en el Congreso Obrero Socialista celebrado en París (1889) como conmemoración de la conquista de la jornada laboral de 8 hor

El Día PRIMERO DE MAYO fue instituido como Día Internacional del Trabajador en el Congreso Obrero Socialista celebrado en París (1889) como conmemoración de la conquista de la jornada laboral de 8 horas y a un mismo tiempo como homenaje a los mártires de Chicago que fueron ejecutados por su participación en la histórica huelga de los trabajadores de los Estados Unidos que se inicia el Primero de Mayo de 1886 y se prolonga durante ese mes en todo el territorio norteamericano. La huelga había sido decidida dos años antes, en 1884, por la Federación Americana del Trabajo (AFL) de inspiración socialista y anarquista.

La permanencia en el tiempo de esta conmemoración nos indica que el mensaje social de los primeros forjadores del movimiento organizado de los trabajadores mantiene su vigencia en un doble sentido: primero, como reivindicación del trabajo humano; segundo, como justificación del esfuerzo de los trabajadores y las trabajadoras para crear y mantener una organización tanto social como política de naturaleza colectiva para negociar o confrontar si fuere el caso con los patronos y los Estados.
En este camino de la clase trabajadora, ya en este tercer milenio, el movimiento de los trabajadores vive una profunda crisis que amenaza incluso su propia existencia.

El desarrollo capitalista, en su fase trasnacional, ha configurado la llamada empresa global. De la anterior concentración en la fábrica de todo el montaje de las líneas de producción, se ha pasado a la producción desmenuzada en centros de trabajo dispersos por el mundo. Para negociar o enfrentar a la empresa trasnacional es necesario construir una organización también global de los trabajadores.

Pero, a mi juicio, el mayor peligro que confronta el movimiento organizado de los trabajadores se encuentra en su propio seno. El flagelo de la división en sindicatos y centrales paralelas atomiza la fuerza del movimiento debilitando las luchas en pos de reivindicaciones tanto laborales como políticas. Esta división está acompañada de dos perversiones monstruosas: la primera, ahora los sindicalistas no luchan por los trabajadores sino en su propio beneficio para diferenciarse del resto de sus compañeros de trabajo en riqueza y prestigio. Y en esta lucha por toda clase de beneficios y prebendas, los sindicalistas han derivado en grupos mafiosos que medran ramas industriales estableciendo territorios vedados a cualquier otra fuerza. El uso de la violencia armada se ha constituido en un hecho frecuente y la irrupción del sicariato sindical da cuenta de asesinatos que no son investigados y se repiten con la más absoluta impunidad.

Refundar el sindicalismo requiere un programa político-social y un partido o movimiento político que respondan con absoluta autonomía y decencia a los intereses colectivos de la clase trabajadora.

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