1871: 18 de marzo al 27 de mayo. A 150 años de la Comuna de París*

Por Mercedes Petit**

Una insurrección instauró un gobierno obrero. Duró setenta y tres días y fue ahogado en sangre por la contrarrevolución burguesa. Pero su ejemplo y heroísmo lo transformó en uno de los grandes hitos de la larga lucha de los trabajadores por su liberación.

El 19 de julio de 1870 comenzó la guerra de Francia, del emperador Luis Bonaparte, contra el imperio alemán dirigido por el canciller Otto von Bismarck. Las pretensiones francesas duraron poco. Su ejército fue derrotado el 2 de septiembre. Entonces, tomó la iniciativa la clase obrera. Se produjo una revolución en París el 4 de septiembre. Se derrumbó el Segundo Imperio y fue proclamada nuevamente la república. El pueblo en armas era la abrumadora mayoría pero permitió la constitución por parte de la burguesía de un timorato “gobierno de defensa nacional” que fue paralizando a los trabajadores dispuestos a todo, y que el 28 de enero de 1871 se rindió. El temor a la clase obrera era tal que los alemanes no se atrevieron a ocupar la ciudad. La Guardia Nacional conservó sus armas y cañones. La tarea de desarmarlos quedó en manos del gobierno francés vencido. El 18 de marzo envió tropas para tratar de quitarle su artillería a la Guardia y esto detonó la insurrección. El pueblo de París se movilizó como un solo hombre y comenzó la guerra contra el gobierno burgués instalado en Versalles (1).

Aquellos setenta y tres días

En el París revolucionario, la bandera roja sustituyó a la tricolor imperial. La Guardia Nacional, que tenía algo más de 300.000 efectivos, en su mayor parte de extracción obrera, se reorganizó y confió su dirección a un comité central elegido por todos sus efectivos. El 26 de marzo, con el voto de todos los hombres, fue elegida la Comuna. Casi todos sus miembros eran obreros o representantes reconocidos de ellos. La mayoría seguía al comunista utópico y conspirador Louis August Blanqui, y la minoría a la Primera Internacional (con predominio de los reformistas proudhonistas y los anarquistas sobre los marxistas).

El 28, el Comité Central (CC) de la Guardia Nacional le traspasó el poder y la Comuna fue proclamada gobierno. Su primer decreto fue la supresión del ejército regular, que fue sustituido por el pueblo armado. La policía quedó bajo la responsabilidad de la Comuna y sus integrantes eran revocables. Se dispuso una condonación de alquileres atrasados y la suspensión de venta de objetos empeñados en las casas municipales de préstamos. Los extranjeros electos fueron confirmados en sus cargos porque “la bandera de la Comuna es la bandera de la república mundial”. En las jornadas de mayo, muchos de los dirigentes caídos en las barricadas eran polacos, alemanes o rusos, entre otros. El sueldo de un comunero no podía exceder al de un obrero calificado y eran revocables. Se decretó la laicidad y gratuidad de la educación y la separación de la Iglesia del Estado. El 6 de abril se quemó públicamente la guillotina y el 12 fue demolida la Columna de Vandome, símbolo del imperio. Con una serie de pasos sobre el trabajo y la propiedad privada, se inició el camino de la “expropiación de los expropiadores”.

El aplastamiento

En abril de 1871 Marx, preocupado, le escribía a su amigo Kugelmann señalando el heroísmo de los comuneros, dispuestos a “asaltar el cielo”: “Si son vencidos la culpa será, exclusivamente, de su ‘buen corazón’”. Por “escrúpulos de conciencia” no habían emprendido de inmediato una ofensiva sobre el gobierno contrarrevolucionario de Versalles. Como un segundo error, agregaba que el CC de la Guardia Nacional había cedido “demasiado pronto” su poder a la Comuna.

El “buen corazón” pagó pronto un alto precio. En mayo se produjo la contraofensiva de la burguesía francesa con total apoyo de Bismarck. El 20 de ese mes comenzó la entrada de las fuerzas versallescas en la ciudad insurrecta. Hubo una lucha encarnizada hasta el 27, con barricadas y pelea casa a casa en casi todos los barrios. Miles de combatientes cayeron. Los fusilados fueron cerca de 20.000. En los “juicios”, otros miles fueron fusilados, presos, deportados y exiliados.

Ese Marx preocupado, en el apogeo de la Comuna, escribió: “Sea cual fuere el desenlace inmediato esta vez, se ha conquistado un nuevo punto de partida que tiene importancia para la historia de todo el mundo”. La historia le dio la razón.

Trotsky, sobre la Comuna: ¿comuna democrática o dictadura del proletariado?

Desde 1871, para el marxismo no sólo fue importante destacar el heroísmo sin límites de los obreros de París, sino también sacar las enseñanzas centrales de aquella experiencia.

León Trotsky enriqueció el análisis de la Comuna luego de la experiencia de octubre de 1917. En sus textos como dirigente de la Tercera Internacional, escribiendo en 1922 al Partido Comunista francés, decía: “La página más gloriosa en la historia del proletariado francés -la Comuna de París- no fue otra cosa que un bloque entre todas las organizaciones y matices dentro de la clase obrera francesa, unidas contra la burguesía. Si, a pesar de la constitución del frente único, la Comuna fue rápidamente aplastada, la explicación de esto debe encontrarse sobre todo en el hecho de que el frente único no tuvo en su flanco izquierdo una organización genuinamente revolucionaria, disciplinada y resuelta, capaz de ganar rápidamente la dirección en el fuego mismo de los acontecimientos”*. Es decir, destaca dos elementos: la unidad de acción de los partidos obreros que tomaron el gobierno y la ausencia de un partido revolucionario organizado que pudiera ponerse al frente. En otra carta de la misma época, también dirigida al PC francés, decía que “las razones más importantes para la derrota de la Comuna fueron los principios federalistas, pequeñoburgueses y democráticos, la ausencia de una mano fuerte que guiara la revolución, que la unificara, la disciplinara y la centralizara” (ídem).

En la década del ’30, ya exiliado y perseguido por el estalinismo, siguió desarrollando su enfoque. Decía que se tomaba unilateralmente el célebre texto de Lenin El estado y la revolución, escrito un par de meses antes de la toma del poder en Rusia por los soviets, en agosto de 1917. Y que había una interpretación equivocada, que lo verdaderamente revolucionario de la Comuna había sido el funcionamiento democrático, el voto, la revocabilidad y el salario obrero para los funcionarios. Aquellas medidas sin duda fueron inmensas. Pero Trotsky retomó la reivindicación hecha por Marx y Engels de la Guardia Nacional y su comité central. Sobre esto decía Nahuel Moreno, en su texto La dictadura revolucionaria del proletariado: “Trotsky señala que la dictadura del proletariado estaba en otra organización [no en la Comuna propiamente dicha], en la Guardia Nacional, en el órgano de lucha. Contra el fetichismo ultrademocrático, dijo que este no es el elemento fundamental para definir a la dictadura del proletariado y los verdaderos soviets. La dictadura obrera fue la organización de los que luchaban y no la de todos los trabajadores de París. La Comuna, la organización de todos los trabajadores, con mecanismos súper democráticos, fue una organización burguesa, no la dictadura revolucionaria del proletariado; en cambio, la organización de los que luchaban, eso sí fue el ‘soviet’ y la dictadura del proletariado. Y citaba a Trotsky: “Cuando nosotros decimos ‘viva la Comuna’, nos referimos a la heroica insurrección, no a la institución de la ‘Comuna’, es decir, a la municipalidad democrática. Incluso su elección fue una estupidez (véase Marx) e incluso esta estupidez fue solo posible después de la conquista del poder por el Comité Central de la Guardia Nacional, que era el ‘comité de acción’ o el soviet de ese momento. […] Los revolucionarios de 1871 quisieron combinar su ‘soviet’ de ayer (el CC de la Guardia Nacional) y la Comuna (la municipalidad democrática). Con esta combinación solo hicieron una mezcolanza. […] Esta formulación -de un gobierno basado en las comunas locales- de un federalismo municipal democrático municipal es más acorde a los bakuninistas o a los proudhonistas. No tiene nada en común con la dictadura del proletariado y los soviets como instrumento” (2).

Esta polémica era desarrollada en la década del ’70 por Nahuel Moreno contra los planteos del democratismo pequeñoburgués del dirigente trotskista europeo Ernest Mandel y su “democracia socialista”. Y sigue siendo de gran actualidad ante quienes alientan expectativas en los mecanismos de la democracia burguesa y el parlamentarismo, perdiendo el eje de la movilización, el desarrollo de los organismos del poder obrero y la necesidad de construir una dirección revolucionaria consecuente.

(1) Véase La guerra civil en Francia. Los manifiestos de la Primera Internacional en apoyo a la Comuna fueron redactados por Marx y Engels.

(2) Para ubicar esta y las demás citas de Trotsky véase el texto de Nahuel Moreno La dictadura revolucionaria del proletariado en nahuelmoreno.org

*En Correspondencia Internacional No. 46, abril de 2021

**Dirigente de Izquierda Socialista, Argentina 

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