Egipto: ¿Qué perspectivas para la nueva ola de huelgas?

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Por: Jacques Chastaing (Alencontre.org)

Sábado 9 de enero de 2016. En realidad, las huelgas nunca han parado en Egipto a pesar del régimen ultrarepresivo del exmariscal Abdel Fattah Saide Husssein Khalil al-Sissi, que llegó a la presidencia el 8 de junio de 2014, y más en concreto, a pesar de todos sus ataques contra el derecho de huelga, la libertad de manifestación y recientemente contra la simple autorización de la creación de sindicatos independientes.

Ahora bien, desde mediados de octubre de 2015 han tomado una nueva dimensión. Esta nueva oleada de huelgas atraviesa el país, del norte al sur, del Canal de Suez al delta del Nilo, en numerosos sectores profesionales: del textil al petróleo pasando por el acero, la salud o el turismo. Los trabajadores y trabajadoras se lanzan a la huelga. No les detienen ni las amenazas, ni la represión y, como informa la prensa, se abren negociaciones.

Huelgas en las grandes empresas emblemáticas

Tres mil trabajadores de la mayor compañía de aluminio -Egytalum Company, mayoritariamente empresa del Estado, situada en Nagaa Hammady en la provincia de Qena en el sur del país- emprendieron una huelga el 27 de diciembre de 2015. Por el momento es parcial y no participa en ella más que un tercio de los efectivos, pero podría extenderse. En esos mismos días, en el suburbio de El Cairo, fueron los trabajadores y trabajadoras de la empresa gigante del acero Iron and Steel Company en Helwan (11 000 trabajadores y trabajadoras) quienes entraron en huelga. En el mismo período grandes empresas textiles de Shebin al-Kom así como trabajadores de otra gran sociedad, la firma petrolera Petrotrade en Assiut (capital de provincia, en el Alto Egipto, en la orilla occidental del Nilo), se pusieron en movimiento.

Piden “bonus”, es decir, una parte de los beneficios de estas empresas, en principio garantizados por ley y que constituyen una buena parte de sus salarios. Sin embargo, muy a menudo, las empresas no los pagan pretextando dificultades coyunturales o de “malentendidos” con el Estado.

Además de los 12 meses de “bonus” reclamados a la compañía de aluminio (Egytalum Company), las y los trabajadores demandan igualmente la dimisión del director así como de numerosos responsables como electos políticos y sindicales oficiales. Lo que, por supuesto, recuerda exigencias de la revolución. En la acerería de Helwan las reivindicaciones son parecidas.

La Shebin al-Kom Textile Company (una plantilla de 1500 obreros y obreras) está localizada en la provincia de Menufiya, en el delta del Nilo. Esta antigua compañía estatal, privatizada hace diez años, fue renacionalizada en 2011. Aprovechó el período de privatización para despedir a muchos trabajadores y trabajadoras y reducir su capacidad de producción. Sin embargo, el compromiso tomado por las autoridades judiciales en 2011 fue el de readmitir a los despedidos y volver a la plena capacidad productiva de la empresa. La demandas de la huelga que dura ya tres semanas se centran, por tanto, en el cumplimiento de estas promesas.

Se trata de simples huelgas dispersas…

No es la primera vez que los obreros de Shebin al-Kom se ponen en lucha. Sus reivindicaciones no son solo suyas. Hay al menos una decena de grandes empresas en situaciones análogas que luchan desde hace años -de forma regular o intermitente- por los mismos objetivos.

Sin embargo, la amplitud de su lucha actual recuerda que las y los trabajadores de esta empresa estuvieron en el centro de un fenómeno que ha sido nuevo en Egipto en marzo de 2014: la primera coordinadora de luchas que reagrupaba a 11 empresas públicas privatizadas, entre ellas Shebin al-Kom, pero también Lin de Tanta, Calderas el Nasr, Ideal, Aceites y jabones de Alejandría, Mecánica agrícola de Nubara, Samanud, Papel Simo y… Petrotrade.

Sin embargo, Petrotrade, compañía petrolera con 12 000 personas asalariadas, también está en huelga en Assiut, en el sur del país demandando una igualdad de trato con las demás unidades del grupo, después de que otros sectores de la empresa se pusieran en huelga a fin de exigir su parte de los “bonus”, hace más de una semana y durante seis días en 56 sedes, sobre todo en la región de Alejandría.

A esto se añade el movimiento de los médicos de los hospitales, propiedad de la compañía estatal de seguro de enfermedad. Se han puesto en huelga a mediados de diciembre para obtener las mismas ventajas en materia salarial y de condiciones de trabajo que sus colegas de los hospitales del Ministerio de la Salud. Estos últimos anunciaron su apoyo y lo concretaron en una manifestación solidaria que tuvo lugar el 23 de diciembre de 2015.

Hay que recordar que el movimiento de los médicos, en marzo de 2015, fue el motor de la ola de protesta del momento y el iniciador en el sector de la salud de la primera de las coordinadoras en Egipto. También él había estado en el origen -con la coordinadora de las empresas privatizadas/nacionalizadas- del primer embrión de programa reivindicativo, a escala nacional, de las clases populares egipcias. Sus ejes principales eran: un salario mínimo que el gobierno había prometido pero no cumplido; vuelta de las compañías privatizadas al sector público; despido de todos los elementos corruptos de sus sectores respectivos; mejores condiciones de trabajo y salariales para todos los sectores: salud, correos, aviación, ferrocarril, compañías privadas…

Sin embargo, analogía no es lo mismo que similitud. Estas luchas no pueden hacer pensar en las “coordinadoras pasadas”. No es posible entrever una coordinación de las luchas, que tanto hace falta, más que si esos movimientos se acompañaran y encontraran su prolongación en muchos otros.

El índice de huelgas que acompañan y prolongan otras

En efecto, en primer lugar, en el curso de las primeras semanas de diciembre de 2105, se han desencadenado huelgas en el Canal de Suez, en los hoteles de ciertas ciudades del Mar Rojo o de Charm el-Cheikh, en una compañía de productos fertilizantes y en otras empresas y sectores.

En el Canal de Suez, a partir del 8 de diciembre y durante dos semanas, fueron 2000 las personas asalariadas, de 6 de las 7 empresas subcontratistas del mantenimiento y de los transportes de los muelles, quienes exigieron subidas salariales y equiparación a la plantilla fija del Canal, con condiciones laborales a menudo cinco veces mayores. No hay que olvidar que estas huelgas desmoronaban el proyecto de Sissi que había hecho de su nuevo proyecto de Canal el centro de su demagogia sobre un nuevo Egipto moderno en el que todo sería de maravilla.

En Charm el-Cheikh, los empleados de los hoteles y del turismo luchan contra los despidos. En efecto, tras el atentado terrorista contra el avión de turistas rusos, el 31 de octubre, la presencia de turistas se ha hundido y la patronal se ha aprovechado de ella para despedir a cerca del 30 % de la plantilla. Ahora bien, la caída del turismo golpea de lleno no solo a esta región sino a toda la economía egipcia para la que es central. Y a través de este conflicto, como en el Canal de Suez, es también la incapacidad del régimen de asegurar la seguridad económica del país la que es denunciada de hecho por las huelgas (ver la nota sobre el turismo al final del artículo).

En la Assiuut Fertilizar Company los trabajadores y trabajadoras salieron a la huelga y ocuparon su empresa, lo que es raro, contra una reducción de sus salarios del 25 % mientras que en Egyptian Dredging Company en Abu Zaabal, en la provincia de Qalyubia, en el norte del país, la plantilla estánen huelga contra el impago de sus salarios, al igual que en los medios de comunicación Al-Shoruk y TeNTV. Esta práctica de la patronal es frecuente en Egipto, mientras la riqueza de los nuevos ricos se muestra cada vez más abiertamente en ciertos barrios de El Cairo que, por otra parte, el poder quiere hacer más “presentables” expulsando a los pequeños vendedores de calle.

Son también los 5000 trabajadores de la Jawhra Food Processing Company, en la provincia de Beheira en el delta del Nilo, quienes, a partir de finales de noviembre-comienzos de diciembre, se han puesto en huelga por aumentos de salario y el pago de su parte de beneficios, igual que los empleados de la Compañía de Seguros den Eitai al-Barud o los trabajadores del metro que pertenecen a la Administración Nacional de Túneles. A lo que hay que añadir los chóferes de autobús de El Cairo o incluso los enseñantes de la escuela Ola Garden en la provincia de Giza…. por lo que se puede ver en la prensa, sometida a la censura severa del régimen dictatorial de Sissi.

La fábrica textil gigante de Mahalla el-Kubra y … Sissi, en el origen de las tensiones desde septiembre

Estas luchas fueron emprendidas y unificadas, en cierta forma, por dos elementos en su origen de características a la vez políticas y nacionales.

De una parte, el conjunto de estas luchas ha sido desencadenado por dos huelgas en octubre que concluyeron el 1 de noviembre: la de 11 días por 14 000 asalariados de Misr Spinning and Weaving Company en Mahalla el-Kubra, la fábrica gigante de 17 000 asalariados que juega desde hace mucho un papel central en el movimiento social egipcio- en el desencadenamiento de la revolución- a la que se sumó la de 6 días de los 7000 asalariados de Kafr al-Dawwar Textiles Company; los primeros paros amenazando a la Simo Paper Company, a la Iron and Steeel Company de Helwan y a la Tanta Flax and Oils Company. Sin embargo, todas estas empresas han marcado la historia reciente -o menos reciente- del movimiento obrero egipcio, de la revolución y de las coordinadoras en Simo y Tanta. El gobierno ha cedido en el momento en que ha sentido planear una posible generalización .

Es difícil de saber lo que los trabajadores de las dos empresas emblemáticas han obtenido realmente como consecuencia de su lucha si se tiene en cuenta la costumbre de las autoridades de hacer promesas que luego no cumplen. Pero lo que ha aparecido, a escala del país, es que los asalariados han celebrado victoria al final de la lucha. En esa onda se ha encadenado una huelga en la Samanud Textil Company en Gharbiya -otra de las 11 fábricas coordinadas de 2014- y en la empresa textil Vistia en Alejandría, las dos por aumentos salariales. Luego lo demás….Una especie de generalización diluida en el tiempo y geográficamente. Este tipo de configuración que algún acontecimiento podría de nuevo cristalizar.

En las causas de esta “ola”, hay que tener en cuenta que Sissi había prometido en septiembre un “bonus” del 10 % a los asalariados y asalariadas de las empresas públicas. Hay que tener presente también que Sissi había prometido esta subida del “bonus” en el mes de septiembre de 2015 porque entonces temía un movimiento de cólera que estaba desarrollándose en la función pública. Expresaba la oposición a una nueva ley que, entre otras cosas debía reducir los “bonus”, la parte de los beneficios dedicada a los asalariados y asalariadas/2. Sissi había logrado contener esta ola de cólera que intentaba reagruparse en una manifestación nacional convocada para el 12 de septiembre. Lo hizo, de una parte, mediante el compromiso de mantener esta subida, y de otra con la prohibición simultánea de la manifestación y la represión más violenta y, finalmente, convocando elecciones legislativas, pretexto para la imposición de un orden aún más riguroso.

De hecho, si bien la atrasó, la crisis evitada en septiembre parece estallar ahora. A penas terminada la farsa electoral -que no ha tenido más que entre el 2 % y el 10 % de participación/3- la huelga comenzó en Mahalla y, un poco más tarde, en el turismo y en el Canal de Suez. Hay aquí como una especie de respuesta obrera a la comedia electoral, una puesta en cuestión, casi directa, de la legitimidad de ese poder.

Sissi había prometido ya una subida del salario mínimo para enero de 2014. No la había mantenido más que parcialmente. Esto había desencadenado una enorme ola de huelgas en la función pública en febrero y marzo y provocado la caída del gobierno el-Beblawi (9 de julio de 2013-24 de febrero de 2014, dimisión presentada al presidente Adli Mansur). La conclusión interna del movimiento había sido la creación de las primeras coordinadoras de lucha en Egipto. Por ello, temiendo una rápida cristalización de la luchas en un todo y la emergencia de una conciencia obrera de clase, al-Sissi, tras dimitir de sus funciones gubernamentales el 26 de marzo de 2014, decidía presentarse a las presidenciales para poner fin a través del proceso electoral al movimiento social y la toma de conciencia en curso.

Sissi repitió, de nuevo, sus promesas no cumplidas nunca y las elecciones como derivativo. Pero el procedimiento se gasta y su eficacia decrece. Ciertamente los efectos sobre las luchas han sido menos importantes esta vez que en febrero-marzo de 2014, al menos en lo que se puede ver. Pero esta técnica gubernamental comienza a alcanzar sus límites no solo debido al crédito político claramente más limitado de Sissi, sino sobre todo debido a una situación socioeconómica y política global muy diferente.

En efecto, en el plano político, hasta comienzos de 2015 el campo político estaba ocupado y repartido por dos campos de hermanos enemigos: el ejército y los Hermanos Musulmanes. El ejército se apoyaba en el temor del éxito del terrorismo islamista que confundía con la Hermandad de los Hermanos para justificar todas las limitaciones de las libertades y reunir a su alrededor todo lo que en la sociedad egipcia ponía el odio a los Hermanos Musulmanes por delante de cualquier otra consideración, incluso con el riesgo de limitación de las libertades y de una represión que, en esos momentos, no era comprendida en toda su extensión.

Ahora bien, con la desaparición progresiva de la Hermandad que no compensa el temor suscitado por el Estado islámico, se abre un espacio político en el que la cuestión social podría de nuevo ganar el centro de la escena política y en el que el ejército sigue estando cada vez más solo frente al movimiento social. Es el gran temor de Sissi y de las clases posesoras.

Porque esta situación no podría más que empujar a hacer percibir el movimiento obrero y popular como un verdadero opositor, serio, frente al régimen. Y el único portador de esperanza para todas las clases oprimidas, llevándole así a politizarse en la medida en que se establece una confluencia entre el pasado aún presente en una capa militante, el presente y redes político sociales que se reaniman.

Sin embargo precisamente, la inflación, que afecta a todas las categorías populares es muy alta. Este año ha sido el peor desde hace mucho para el mundo rural. Numerosa gente ha salido a la calle para protestar contra la incuria de las autoridades frente a las recientes inundaciones y nos acercamos al aniversario del desencadenamiento de la revolución, el 25 de enero. A menudo, esa es la ocasión para todo tipo de desbordes por parte de fracciones de la juventud. Una página Facebook sobre este tema, “vuelta a la plaza”, anuncia que decenas de miles de personas están dispuestas a volver allí en 2016, mientras gente con títulos académicos de alto nivel en desempleo se han manifestado ya en Tahrir, hace algunas semanas.

Por supuesto, hay mucha distancia entre un clic en Internet y una presencia en la calle frente a soldados que no dudan en disparar. Pero el hecho de un desafío tan masivo, aunque sea solo en Internet, inquieta al poder, que ha mostrado su aprensión deteniendo el 28 de diciembre a cuatro dirigentes del “Movimiento del 6 de abril”, el único movimiento importante de demócratas revolucionarios que resiste aún.

Entonces, de un lado, el régimen no ha sido nunca tan feroz, dictatorial y nunca tan próximo al de Mubarak con una vuelta masiva a los puestos de mando de los ricos “felul” (residuos), los partidarios del antiguo régimen… pero no ha estado tan cercano, por ello, de las condiciones que precipitaron la caída de Mubarak.

La caída de Mubarak fue decidida por el ejército cuando, en el curso del levantamiento revolucionario de enero de 2011, a éste le pareció que la clase obrera amenazaba con entrar en escena con un llamamiento a la huelga general. Las autoridades, de todo tipo, en los cinco años del proceso revolucionario pasado, no han dejado de camuflar a las masas trabajadoras el carácter central de esta oposición de clase.

En este retroceso, los Hermanos Musulmanes han perdido influencia; lo esencial de la izquierda, los nasserianos, los demócratas oficiales se han perdido apoyando a Sissi. Muchos demócratas revolucionarios se han desmoralizado, víctimas de una represión terrible. Pero no pueden ser olvidadas las consecuencias de los límites de sus concepciones estratégicas o de su falta de preparación -ligada en parte a la juventud de sectores de las componentes revolucionarias- frente a tal proceso revolucionario.

Hoy se encuentra el ejército -que ciertamente pone aún el acento político en la lucha contra el terrorismo- frente al proletariado. ¿En qué medida la experiencia acumulada por sectores de este proletariado en el curso de los largos años de combates incesantes y valientes va a encontrar vías de expresión y bajo qué forma? Precisamente lo que querían evitar los militares, hace cinco años. Es lo que tienen que tener en cuenta quienes comprenden la dimensión de permanencia de este proceso, más allá de las variaciones.

Cuales quiera que sean los acontecimientos de las semanas que vienen, lo cierto, para el período que se abre, es que están creándose las condiciones de un nuevo enfrentamiento masivo.

Escribía a propósito de los primeros acontecimientos revolucionarios que la solución a la revolución egipcia se encontraba en China. Era una imagen que hacía a la vez alusión al gigantismo de la clase obrera china y de sus luchas, pero sobre todo a una primera señal de freno dada al movimiento de reacción liberal mundial realizada en 2010 por movilizaciones masivas del proletariado chino.

Las revoluciones árabes, igual que posteriormente otros movimientos en otras partes del mundo, se han situado en esa continuidad. No se puede comprender en qué medida el movimiento del proletariado egipcio está destinado a durar, si no se le resitúa en este contexto mundial de vuelta general de la balanza. Sin embargo, la ausencia (o la debilidad extrema) de organizaciones obreras y de conciencia proletaria más o menos constituida hace a la vez que tanto la crisis poliédrica como los combates se diluyan en el tiempo y que las tomas de conciencia en este espacio sean lentas. Hay procesos en curso, desde Egipto o Túnez a Turquía, en Bangladesh, incluso en Grecia y España. Este proceso sociopolítico, con todas sus variaciones locales y sus diferentes figuras está en marcha. Es importante tomar conciencia de ello, examinarlo sometiéndole a debate, y así intentar hacer tomar conciencia de ello, si los socialistas revolucionarios quieren participar e intervenir eficazmente en cada uno de esos conflictos.

La clase obrera egipcia ilustra un aspecto de este proceso general mostrando en estas huelgas que está lejos de haber sido derrotada y que continúa activamente su camino y su combate por el pan, la libertad y la justicia social en el marco de una “larga revolución”/4. La perspectiva de coordinación y de politización de sus luchas, ciertamente difícil como en todas partes, no aparece sin embargo tan alejada como se podía pensar, inscrita en cualquier caso en las condiciones objetivas. Podría ser un objetivo alcanzable para el período, sobre todo si militantes revolucionarios y revolucionarias quieren o saben convertirse en sus vectores: la crisis de la humanidad se sigue reduciendo a la crisis de su dirección revolucionaria… a escala internacional. La revolución egipcia debe más que nunca ser la nuestra.

30/12/2015

http://alencontre.org/…/egypte-quelles-perspectives-pour-la…

Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR

Notas

1/ Para comprender la significación de esta persistencia a largo plazo de las huelgas en Egipto: http://alencontre.org/…/egypte-ce-que-la-persistance-des-gr…

2/ Sobre lo que ocurría en septiembre: http://alencontre.org/…/egypte-un-mois-de-septembre-imprevi…

3/ Según algunas ONG. Oficialmente es del 28%, pero nadie se lo cree.

4/ Según la fórmula de Maha Abdelrahman: Egypt’s Long Revolution: Protests and Uprisings (Forthcoming) Routledge 2015.

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