Franz J T Lee: una lámpara encendida

Qué larga es la noche en la neblina de la confusión revolucionaria. Cuando las brújulas pierden el sur, cuando los compañeros se desentienden, cuando arrecia la ráfaga del enemigo odiante, la desesperanza se hace dueña de la situación. Por eso Franz Lee era una suerte de linterna potente con las pilas cargadas para intentar alumbrar hacia el final del túnel gracias a la potencia de su verbo y de su claridad.

Qué larga es la noche en la neblina de la confusión revolucionaria. Cuando las brújulas pierden el sur, cuando los compañeros se desentienden, cuando arrecia la ráfaga del enemigo odiante, la desesperanza se hace dueña de la situación. Por eso Franz Lee era una suerte de linterna potente con las pilas cargadas para intentar alumbrar hacia el final del túnel gracias a la potencia de su verbo y de su claridad.

Los tiempos son tan complejos, tanto los nuestros como los de afuera. A veces uno simplemente descreía en todo como ejercicio de relax, como vacuna de decepción y escepticismo, hasta que sonaba una de las sentencias más hermosas del profesor Franz Lee: «Uno no debe traicionar sus propios sueños diurnos revolucionarios juveniles.»

Había que estar especialmente sensibilizado para seguir las clases del emérito sudafricano, teórico de la resistencia, de la revolución permanente. Eran más que cátedras sobre el marxismo y la filosofía alemana en general, hondas reflexiones sobre el devenir del mundo y los complicados tiempos de un imperialismo de nueva gama, globalizado y frenético, contra -acaso la esencia de sus reflexiones- unas masas ciegas y aborregadas detrás de las baratijas del capitalismo universal todo poderoso. Yo me perdí buena parte de lo mejor de este africano-alemán-venezolano, pero con los años, leyéndole le entendí un poco más, y hoy, me uno a varios que ya comentan sobre el deceso de una de las mentes más brillantes del pensamiento revolucionario actual.
Su compañera, Jutta Schmitt, brillante y consecuente con los que deseaban ser discípulos y discípulas del maestro, era acaso la piedra angular de él. Preclara, culta y gran comunicadora, Jutta complementaba en erudición y gracia, las cátedras de Pensamiento Político y Psicología Política. Como exalumno de ellos dos, espero que sea Jutta la heredera de esas clases, que sea ella la heredera de la lámpara de Diógenes-Franz. Sería el mejor legado de Franz Lee a la Universidad de los Andes: su compañera afectiva, intelectual y de lucha.

La obra del profesor Franz son varias paredes enteras de discos compactos con sus clases magistrales grabadas, son miles de artículos en su página web www.franzlee.org.ve , libros y tutorías de tesis en pregrado, postgrado y doctorado. Será muy sugerente -una virtud más del prodigio azar venezolano- que se publique la obra total de Franz T Lee en Venezuela, y sean sus deudores intelectuales y políticos los que se ocupen de protegerla, coordinarla y editarla. Que la obra escrita de Franz no sea víctima del olvido y el descompromiso político, a ratos muy galopante.

Se sabe poco de su vida antes de llegar a Mérida. Por razones claves en mi vida, mi madre y mi esposa, en distintas épocas claro, fueron las alumnas número uno del maestro sudafricano-alemán-venezolano, eso me une más al duelo de esta grave pérdida. Sé que llegó de Alemania a Guyana, y luego pasó a Mérida de la mano del profesor Roland T Ely, otro de los patriarcas de la Escuela de Ciencias Políticas de la ULA.
Hablo por varios exalumnos de Franz y Jutta, en este amplio sentido pésame. Y como epílogo dejo una frase hartamente repetida en estos dos últimos años de graves pérdidas, pero que no deja de tener sentido: Franz ha sido sembrado, y esperamos recoger sus frutos en una Venezuela tremendamente más justa, más comprometida y más hacia la izquierda y al sur.

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