Indignación y rabia en protesta por entrega ilegal de refugiado político a los cuerpos represivos colombianos

Caracas, 28 de abril.- Durante alrededor de cuatro horas, más de 200 personas manifestaron frente a la Cancillería y la Asamblea Nacional, en repudio a la detención arbitraria del refugiado político Joaquín Pérez Becerra y su posterior entrega ilegal a los organismos represivos colombianos, acciones ejecutadas por parte del gobierno venezolano. Las pancartas y consignas que levantaron los presentes en la protesta expresaron la indignación de miles de activistas dentro y fuera de Venezuela que vieron con estupor cómo el gobierno de Chávez violó el Derecho Humanitario Internacional y las leyes venezolanas para favorecer su alianza con el gobierno de Juan Manuel Santos, a quien Chávez suele referirse como su «nuevo mejor amigo».

Maduro e Izarra, Judas

Por: Laclase.info

Caracas, 28 de abril.- Durante alrededor de cuatro horas, más de 200 personas manifestaron frente a la Cancillería y la Asamblea Nacional, en repudio a la detención arbitraria del refugiado político Joaquín Pérez Becerra y su posterior entrega ilegal a los organismos represivos colombianos, acciones ejecutadas por parte del gobierno venezolano. Las pancartas y consignas que levantaron los presentes en la protesta expresaron la indignación de miles de activistas dentro y fuera de Venezuela que vieron con estupor cómo el gobierno de Chávez violó el Derecho Humanitario Internacional y las leyes venezolanas para favorecer su alianza con el gobierno de Juan Manuel Santos, a quien Chávez suele referirse como su «nuevo mejor amigo».

La entrada de la Cancillería fue ocupada a partir de las 11 de la mañana por activistas, defensores de derechos humanos y militantes de organizaciones de izquierda como el PCV, la Unidad Socialista de Izquierda, y colectivos populares del 23 de Enero y otras zonas populares. No faltaron las canciones de Alí Primera ni la creatividad militante. Al mediodía fue quemado un Judas de con dos cabezas: la del Canciller Nicolás Maduro y la del ministro de Comunicación e Información, Andrés Izarra, a quien se responsabiliza por la censura ejercida por los medios oficiales ante el caso de Joaquín Becerra. Ambos ministros fueron calificados como traidores en diversos volantes y pancartas.

Efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana acordonaron la entrada de la Cancillería, y hubo momentos de tensión cuando algunos efectivos golpearon a manifestantes que intentaban posicionarse en las escaleras de acceso al edificio, para desde allí hacer uso de un megáfono. La superioridad numérica de los manifestantes hizo retroceder a los guardias.

Los manifestantes solicitaban la presencia de algún representante del ministerio que brindara explicaciones sobre la violación a los derechos de Pérez Becerra, exiliado político que obtuvo la nacionalidad sueca y ha sido criminalizado por el Estado colombiano por su vinculación con la página web Anncol. Pero el único funcionario que salió fue un empleado de bajo rango que empleó un extintor sobre las cenizas del Judas, cuando éste ya había sido consumido por las llamas.

Luego de la quema del Judas, los manifestantes se dirigieron a la entrada del Palacio Legislativo, donde permanecieron protestando durante más de una hora.

Elocuencia popular

«¿Y cuál, y cuál, y cuál revolución, si a los camaradas les sale deportación?», fue una de las cosignas más coreadas. Las pancartas y carteles no eran menos elocuentes.

Una pancarta presentaba la pregunta «¿El buen vivir?», acompañada por un collage de imágenes que incluía fotografías de Chávez y Santos confraternizando, así como imágenes de masacres perpetradas por las fuerzas armadas y el paramilitarismo en Colombia. Otra pancarta recordaba el contenido del artículo 2 de la Constitución, el cual establece que Venezuela es un «Estado democrático y social de Derecho y de Justicia». «Los términos medios son la antesala a la traición. Ernesto Che Guevara», advertía un cartel, en clara alusión al gobierno venezolano.

«Acabar con el chavismo de privilegios es profundizar la Revolución», se podía leer en una pinta realizada en graffiti sobre el asfalto frente a la Cancillería.

Otro cartel hacía un inventario de 14 entregas y expulsiones de militantes de izquierda vascos y guerrilleros colombianos realizadas por el gobierno venezolano en los últimos años, y llevaba un encabezado amargamente irónico: «Esto es Revolución… cuando lo extraordinario se vuelve cotidiano».

Contra la censura oficial

Aunque algunos medios alternativos cubrieron la protesta, se hizo notoria la ausencia de los medios oficiales. Precisamente el cerco mediático oficial fue uno de los aspectos más criticados de la política gubernamental. Además de las consignas contra el ministro Izarra, un cartelón resumía el repudio a la censura con el siguiente texto:

Izarra, por votación popular te nombramos presidente honorario de las areperas socialistas, gracias a tu buen desempeño en la elaboración de bozales de arepa.
¡Basta de censura! ¡Basta de dobles discursos!
BASTA DE ENTREGAS

En definitiva, la violación de los derechos más elementales de Pérez Becerra no pasó inadvertida, y generó esta importante expresión de repudio colectivo, evidenciando la creciente fricción entre la política del gobierno y su base social más radicalizada.

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