Los mineros derrotaron al ejército. Bolivia: a 69 años de la revolución de 1952

Por Miguel Lamas (El Socialista)

Hace 69 años, el 9 de abril de 1952, las milicias mineras, obreras y campesinas derrotaron al ejército de la rosca (oligarquía), dominaron La Paz e iniciaron la gran revolución, cuyas enseñanzas siguen presentes.

En 1952, Bolivia tenía 3.100.000 habitantes, 23% urbanos. El 90% analfabeto, sin derecho a voto. La tierra estaba en manos de unos pocos oligarcas y la masa indígena reducida al “pongaje” (servidumbre, trabajo gratuito para el terrateniente). Pero también tenía la minería de estaño más moderna, concentrada en tres grandes compañías, las de Patiño, Aramayo y Hoschild, asociados a empresas yanquis e inglesas, con 40.000 obreros mineros superexplotados. En junio de 1946, un golpe derrocó y asesinó a Gualberto Villarroel, un militar nacionalista como Perón y de la misma época.

En noviembre de ese año se realizó un Congreso Extraordinario de la Federación de Trabajadores Mineros que votó las “Tesis de Pulacayo”, en las que declaran su oposición al gobierno de la “rosca” y proclaman la lucha por el socialismo y el gobierno de los trabajadores.

En 1951, aunque solo votaba el 10% que sabía leer, ganó las elecciones presidenciales el MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario), un movimiento pequeño burgués con definiciones antiimperialistas, encabezado por Víctor Paz Estenssoro. La “rosca” de magnates mineros dio un golpe de estado militar, negándose a entregarles el poder.

La insurrección

Mientras Víctor Paz Estenssoro, exiliado en Buenos Aires, intentaba negociar con los militares, Juan Lechín, dirigente minero perteneciente al MNR, llamó a los trabajadores a levantarse.

En abril de 1952 estalla la insurrección. Los mineros llegaron a La Paz armados con dinamita, asaltaron el arsenal central y luego la base aérea, consiguieron armas y resistieron el bombardeo de la ciudad por el ejército. Un sector de la policía se plegó a la insurrección. A los tres días, el ejército se había desmoronado ante el poder de las milicias armadas, obreras y campesinas que dominaban La Paz, Oruro y el país.

Le regalan la presidencia a Paz Estenssoro

Los trabajadores tenían las armas, fuertes sindicatos, fundan la COB (Central Obrera Boliviana) y decidían sobre el abastecimiento de alimentos y el transporte. El principal dirigente de la COB era Juan Lechín, que compartía la dirección con el POR (Partido Obrero Revolucionario), el cual respondía entonces a las posiciones de Michel Pablo y Ernest Mandel, (corriente de la Cuarta Internacional que hoy se denomina Secretariado Unificado). Estaban dadas todas las condiciones para que la COB asumiera formalmente el poder. Pero su dirección convocó a Paz Estenssoro, que volvió del exilio el 14 de abril, a quien le regalaron la presidencia.

La movilización obrera y campesina seguía presionando. Se logró la nacionalización de todas las minas. Los campesinos se alzaron, ocuparon las haciendas en el altiplano y los valles, echaron a los terratenientes y recuperaron las tierras. Se logró el voto universal, incluyendo a las mayorías indígenas y mujeres.

Pero el MNR en el poder muy pronto pactó con la burguesía y el imperialismo. Nombró ministros a Lechín y a otros dirigentes de la COB, pero al servicio de mantener la propiedad y el régimen económico burgués capitalista. Pactó con el FMI y entregó el petróleo, nacionalizado desde la década del treinta, a los yanquis. En el Oriente del país el MNR repartió las tierras indígenas entre sus dirigentes y amigos.

Aunque tardaron diez años, lograron desarmar las milicias y, con asesoramiento y armas yanquis, recomponer el ejército burgués. En 1964, un nuevo golpe militar impuso la dictadura del general René Barrientos, cerrando así uno de los capítulos revolucionarios más importantes de la historia latinoamericana.

Podían gobernar los trabajadores y campesinos

La gran lección de 1952 es que los trabajadores, campesinos e indígenas, podrían haber asumido el poder político con la COB y los sindicatos, y hacer el cambio de fondo definido en las tesis de Pulacayo: expropiar al conjunto de los grandes capitalistas y terratenientes e iniciar la construcción de una economía socialista, convocando a los trabajadores latinoamericanos a hacer lo mismo. Tres años antes había triunfado una revolución de los campesinos pobres en China que había expropiado a los capitalistas y terratenientes. El imperialismo estaba empantanado en la guerra de Corea intentando frenar la revolución asiática. La conquista de todo el poder por la COB y una revolución socialista en Bolivia hubiera desatado una revolución latinoamericana. El camino de pactar con intereses capitalistas y transnacionales, llevó a la derrota. Juan Lechín -y también la dirección del POR y del PC de entonces- son responsables de haber llamado a la clase obrera y a los campesinos a confiar en Paz Estenssoro en vez de asumir el poder con la COB.

Recuerdos de Domitila Chungara

“Mi papá me anunció que se iba lejos, de comisión. Había comprado víveres. Me pidió que cuidara a mis hermanas… Al día siguiente vi a las mujeres sentadas en las calles, llorando. Decían que los hombres habían ido a luchar.

Poco después, una mañana, empezaron a tocar las campanas, las sirenas y la gente salía y gritaba ‘¡Hemos ganado! ¡Hemos destruido al Ejército!´ Y a la noche, llegó primero la banda con sus estandartes… todos en fila, con sus guardatojos (cascos) brillando, varias filas de mineros. Estaba mi papá con su fusil cruzado… ‘Papi, papi’. Me miró con mucha alegría y me dijo: ‘Hemos ganado, hijita, nunca más ahora los niños van a andar descalzos’. Y empezaron las medidas económicas para los obreros: bonos de producción, subsidio familiar, cajas de seguro social. Ya todos podíamos ir al hospital…” (Entrevista realizada en junio 2011, publicada en Página12. Domitila, célebre por haber encabezado una huelga de hambre de mujeres de mineros contra la dictadura de Banzer en 1978, falleció recientemente en Cochabamba).

En el 2003 se repitió la historia

En octubre de 2003 es derrocado el neoliberal Sánchez de Losada por la insurrección popular exigiendo nacionalizar el gas. Dirigentes de la FEJUVE de El Alto plantearon la necesidad de conquistar el poder para el movimiento obrero, indígena, popular y campesino, con la COB, la FEJUVE y otras organizaciones. Había enormes condiciones, por la división del ejército y el poder popular en las calles.

Sin embargo, Evo Morales y el MAS, junto a los operadores del imperialismo y la burguesía lograron reunir al Congreso para elegir a Carlos Mesa, que era vicepresidente. Antes la COB dio permiso para que pudieran entrar al Congreso los diputados y senadores.

En el 2005 un nuevo levantamiento popular derribó a Carlos Mesa y debieron convocar a las elecciones en las que triunfó el MAS con un 54%. Pero el MAS no conquista el poder para las organizaciones populares, siguiendo las huellas del MNR en 1952, pacta con los patrones y transnacionales y reprime al pueblo.

La Protesta, adherente a la UIT-CI, se constituye como organización revolucionaria fundada por ex dirigentes de la FEJUVE de 2003 y 2005, para luchar para que las organizaciones obreras, populares, campesinas e indígenas tomen el poder político, organizadas en forma democrática desde sus bases, para conquistar una Bolivia socialista.

La polémica en el trotskismo

Nahuel Moreno fue siguiendo muy de cerca aquellos acontecimientos. Rechazó la política del POR y del pablismo-mandelismo, de apoyo crítico al gobierno de Paz Estenssoro. En mayo de 1952 el periódico que dirigía Moreno en Buenos Aires, llamaba a la vanguardia obrera boliviana a determinar si “se gana avanzando por el camino revolucionario hacia el poder auténticamente obrero o se pierde por el camino de la conciliación y de la esperanza pasiva en los cuadros dirigentes del MNR.” (Frente Proletario Nº 73).

En enero de 1953 ya directamente se denunciaba en Frente Proletario el carácter traidor de la dirección de la COB, planteando “Lechín sirve a la Rosca”, y definía con claridad la consigna “Todo el poder a la COB”.

Publicado originalmente en El Socialista de Izquierda Socialista, Argentina, al cumplirse 60 años de la revolución.

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