Sabino y la opinión pública del poder

“Yo canto la chillaneja, si tengo que decir algo, y no pongo mi canción, pa recibir un aplauso, yo canto a la diferencia que hay de lo cierto a lo falso, de lo contrario, no canto.”
Violeta Parra

En la “opinión pública” Sabino es aún inexplicable. Es más fácil comprender por qué las clases medias, chavistas y opositoras se alínean automaticamente en los dos bandos de la polarización burguesa(chavismo-escualidismo), después de todo el traje clientelar y comunicacional desplegado con grosera hegemonía por ambos bandos es el único traje hecho a la medida de sus ilusiones y su falsa cultura, todos los demás trajes con los que se visten son prestados, importados, alquilados y en definitiva no fueron hechos para ellos. El difraz rojo, azul o amarillo de las clases medias nos recuerda al verso de Martí que dice: eramos una mascarada con el chaleco parisien, el chaquetón de Norteamérica y la bandera de España. Y decimos clases medias para no incluir a una parte importante de los trabajadores, campesinos e indígenas, también alineados en la polarización de un lado o de otro, sólo que los asuntos de estos, los más humildes y oprimidos, que constituyen la mayoría silente, no son los asuntos de la opinión pública, ellos solo aparecen como beneficiarios silenciosos de la política del gobierno chavista y cada vez más como peones de una oposición dirigida por imbéciles y diletantes. Los asuntos que se debaten en ese campo del poder, este acuerdo del poder llamado opinión pública, son los de la clase media y la clase empresarial y son sólo sus voces las que generan el cuerpo de las opiniones dominantes.

“Yo canto la chillaneja, si tengo que decir algo, y no pongo mi canción, pa recibir un aplauso, yo canto a la diferencia que hay de lo cierto a lo falso, de lo contrario, no canto.”
Violeta Parra

En la “opinión pública” Sabino es aún inexplicable. Es más fácil comprender por qué las clases medias, chavistas y opositoras se alínean automaticamente en los dos bandos de la polarización burguesa(chavismo-escualidismo), después de todo el traje clientelar y comunicacional desplegado con grosera hegemonía por ambos bandos es el único traje hecho a la medida de sus ilusiones y su falsa cultura, todos los demás trajes con los que se visten son prestados, importados, alquilados y en definitiva no fueron hechos para ellos. El difraz rojo, azul o amarillo de las clases medias nos recuerda al verso de Martí que dice: eramos una mascarada con el chaleco parisien, el chaquetón de Norteamérica y la bandera de España. Y decimos clases medias para no incluir a una parte importante de los trabajadores, campesinos e indígenas, también alineados en la polarización de un lado o de otro, sólo que los asuntos de estos, los más humildes y oprimidos, que constituyen la mayoría silente, no son los asuntos de la opinión pública, ellos solo aparecen como beneficiarios silenciosos de la política del gobierno chavista y cada vez más como peones de una oposición dirigida por imbéciles y diletantes. Los asuntos que se debaten en ese campo del poder, este acuerdo del poder llamado opinión pública, son los de la clase media y la clase empresarial y son sólo sus voces las que generan el cuerpo de las opiniones dominantes.

Por eso la figura del yukpa Sabino Romero Izarra ocupa un lugar inusual y esquivo en esa opinión pública en la que irrumpimos desde los pueblos en lucha. El no debería y nunca debió estar ahí, no representa de ninguna manera una parte ni menos de los acuerdos que el poder convierte en opinión pública. Su presencia es aún ahora, un año después de su asesinato, incómoda para todo el conjunto del poder, porque representa un campo insurgente donde ninguno de ellos tiene palabra satisfactoria para explicarlo y para asimilarlo.

Para la comunicación opositora alimentada de forma consecuente y coherente por 500 años de negación de la humanidad del distinto, del originario, Sabino es un mono pretensioso, que nunca debió salir de la selva, un producto del chavismo, un bandido ladrón de ganado y su pretensión de destruir el ornato de la imagen pública de un país que caminaba a la medianía de los jardines primaverales con los que Irene Sáez obsequiaba al municipio Chacao. Para la clase media y empresarial chavista Sabino es un inventario de sobresaltos, su muerte y su presencia política en el país debe ser explicada dentro del discurso oficial, empezando por juntarlo con Hugo Chávez en un hipotético paraiso celestial rojo rojito que se ha diseñado con igual cuidado que el mausoleo necrofílico en el que el poder ha preservado los despojos del fallecido presidente.

La “opinión pública” desde hace ya tiempo en este país es un consenso, y tratándose de Sabino Romero Izarra, luchador por la soberanía de unos territorios a los que el propio estado gobierno ha renunciado cien veces en cien años de negociaciones con el capital transnacional, la política comunicacional del gobierno realmente no ha vacilado en cumplir su parte del viejo acuerdo, sobre todo en un país donde la renta petrolera es la que garantiza las relaciones coloniales y de dominación, no ha sido precisamente la oligarquía y la clase empresarial (GADEMA, FEDECAMARAS) la encargada de resolver el problema de este símbolo incómodo, eso es y fue en la Capitanía General Petrolera un asunto de los capitanes generales del gobierno de turno.

Así, el gobierno sólo vaciló en el hecho de grantizar una imagen indigenista en el marco de la polarización: los indígenas son la decoración de una de las vitrinas más eficientes, la de visibilización y valía de sus derechos contemplados en la Constitución Bolivariana del 99.

Una aclaratoria: todos los derechos constitucionales que a partir del 99 colmaron las esperanzas de las mayorías oprimidas, se convirtieron en una política que se garantizaba por el gasto social del estado, es decir, sólo el estado y su acción podía garantizarlos y sólo el estado podía verificar su realización efectiva, así la salud, la vivienda y el habitat, el derecho a la tierra, a la alimentación, el acceso a los beneficios de la renta petrolera, el crédito, la innovación tecnológica, e incluso el llamado Poder popular o comunal deviene algo que sólo es posible por obra de la suprema decisón de inversión del Estado rentista.

Así, enfatizamos, sólo el gobierno de Hugo Chávez vaciló en el hecho de que era un indígena el que incomodamente se colaba en la opinión pública denunciando la ineficiencia de control del aparato comunicacional público y privado por parte del poder que les tocaba administrar. La solución final, que así merece llamarse, se resolvió así:

1. censura absoluta y persecución de los cabos sueltos en el aparato comunicacional del estado para la lucha de los indígenas por los territorios, cierre de programas incómodos en VIVE, sustitución y despido de productores que se solidarizaran con los indígenas;

2. ofensiva comunicacional en respaldo a un plan (Plan Perijá) de control territorial y desmantelamiento de las resistencias, con un subplan para destruir el autogobierno y comprar a los principales dirigentes indígenas yukpa llamado “Plan Yukpa”;

3. Esta política comunicacional consistió en fortalecer abiertamente en la zona de Perijá, incluso en boca de la vocería de Ministros como Nicia Maldonado y Tarek El Aisami, la criminalización de Sabino y los suyos, aprovechándose de un sustrato cultural racista en la región construido en cien años de despojo de las tierras por las empresas mineras, la clase ganadera con el apoyo, enfatizamos ininterrumpido, incluso ahora, por el Estado-Gobierno. Los calificativos eran sencillos: cuatreros, invasores de tierra, asesinos, violadores de niños y mujeres, ladrones, salvajes brutos. La evidencia de la colaboración del gobierno en esta matriz se prueba no sólo en las declaraciones de los ministros en la región, ya que se cuidaron de dar declaraciones nacionales, sino en la actuación y vocería de los mandos militares en la zona, del poder judicial y la fiscalía y en la omisión cobarde de la Defensoría del Pueblo y el llamado poder ciudadano en su conjunto. Esta criminalización perseguía el camino fácil de la eliminación de los dirigentes yukpa rebeldes por obra del terror de la clase ganadera para que el gobierno, principal beneficiario de estas muertes a favor de las inversiones mineras en Perijá pudiera lavarse las manos.

4. Esta criminalización contó con un ingrediente que confirma la unidad de acción del estado, el silencio del propio Presidente de la República, supuesto adalid de los pueblos originarios en el continente, nunca, al igual que su sucesor, mencionó a Sabino Romero, y cuando se vió obligado a hablar del asunto de las tierras indígenas en Perijá, por vía de la presión de la protesta y de los esfuerzos de visibilización de la lucha que el movimiento social hizo a nivel nacional e internacional, encargó nuevamente a los mismos verdugos en una transmisión televisiva que aún es el consuelo de los ecosocialistas y de la clase media chavista mejor intensionada.

5. No sólo Chávez nunca mencionó a Sabino, siendo imposible técnicamente que alguien piense que no supo de él. Sino que el gobierno trabajó sistemáticamente a partir de la aplicación del Plan Yukpa, para crear un paralelo comunicacional, mediático al liderazgo de los yukpas rebeldes que aún se sostenian, con los llamados caciques mayores, nombrados a dedo y pagados por el ministerio de relaciones interiores, colmados de camiones, limosnas y créditos sin estudio alguno, creó un vocería colectiva paralela que repetía -ahora sí- por los canales nacionales del estado la criminalización de Sabino, los suyos y sus aliados más visibles en el movimiento social.

6. Esta criminalización, que pudo terminar en la muerte de Sabino, terminó con un enfrentamiento provocado e inducido por altos funcionarios del Ministerio de Relaciones Interiores entre yukpas que facilitó la reclusión de Sabino y Alexander Hernández, uno de sus compañeros en la cárcel, en un procedimiento que incluyó negligencia y cerco militar para que estos detenidos heridos se deterioraran, violación procesal en la detensión de Sabino, torturas a los testigos para buscar declaraciones falsas, decisión ordenada de juicio por parte de las primeras instancias del proceso evidenciada en la insuficiencia de pruebas y en la violación de la jurisdicción especial indígena ordenada por la Constitución y las leyes.

7. Preso Sabino el terror, la compra y el desmantelamiento de sus alianzas internas se aceleraron, en el juicio llegaron a declarar hasta familiares de aliados de Sabino en contra de Sabino, para dos años después desmentir lo declarado y retractarse en uno de los últimos actos de autonomía yukpa, el juicio indígena a Sabino, Alexander y Olegario en el Tokuko, último bastión para entonces de la Autodemarcación y el gobierno ancestral en los territorios yukpa.

8. Este juicio fue una pequeña victoria debido a la irrupción de la opinión pública que la agitación en solidaridad a Sabino que en Maracaibo, Trujillo, Merida, Barquisimeto y Caracas se sostenía con incursiones forzadas y peleadas en la opinión pública del poder. Y, a la acción directa que constituyó la huelga de hambre que hizo el religioso indigenista José María Korta. lamentablemente negociada a espaldas de los indígenas y del movimiento popular por Numan Molina y otros agentes de la Compañía de Jesús en Venezuela. Pequeña victoria porque el Plan yukpa ya había quebrado a dirigentes fundamentales del pueblo yukpa y había consolidado los llamados “centros pilotos”, especie de campos de reservación indigenas pero sin titulo alguno, administrados por el gobierno en sustitución de las autoridades originarias. Nadie ya hablaba de autodemarcación, excepto Sabino y unos pocos atancha (ancianos).

9. Sólo faltaba matarlo, y había que matarlo. El encargo de ejecutarlo ya tenía varios años en el mercado de la muerte que reina en la frontera colombo venezolana. Sin embargo sus autores, al menos los que están detenidos y sometidos a juicio, terminaron siendo funcionarios de los cuerpos de seguridad del estado en la región (GNB y Policia Municipal), se supone que pagados según la opinión pública del poder, por los ganaderos, eso es probable, los ganaderos tienen 100 años matando indígenas ahí, con la complicidad de los cuerpos de seguridad del Estado.

10. A su muerte, el gobernador del estado, chavista de oportunidad y conocido agente de la explotación minera en la Sierra de Perijá y amigo de los ganaderos, menciona a Sabino e intenta reivindicarlo desde la opinión pública chavista cómo un símbolo del chavismo indígena. Quiere hacer una Plaza Sabino Romero en el sitio donde los yukpa piden limosna en Maracaibo y usualmente reparte limosnas y regalos entre los familiares de Sabino.

11. Lamentable para nosotros es ver a activistas que acompañaron a Sabino en su proceso y lucha, reivindicar un acuerdo de última hora, hecho por ellos, sin Sabino y sin los yukpas, para ahora sí hacer valer los derechos del pueblo yukpa. Unos, creemos sinceramente que intentan preservar la vida de los familiares sobrevivientes pero con un discurso entreguista y prepotente, sustituto como siempre de la voz propia de los yukpas, que a todas luces configura una entrega final que no reconoce las equivocaciones ni permite debate. Es así como devinieron en intermediarios inesperados de la política social del gobierno.

Otros por vergonzoso oportunismo caraqueño, pa seguir siendo parte de esa clase media chavista que hace opinión pública, pa seguir consolando con su crítica mediana y sus recomendaciones a la ilusión desesperada de nuestros pueblos. Después de todo, de recomendaciones moderadas está hecho el camino a uno de los 111 viceministerios del gobierno.

A Sabino no solamente lo mató el estado gobierno, lo mató nuestra falsa cultura de la opinión pública en la cual queremos decir que vivimos y somos, y lo mataron nuestros errores, que Sabino viva es empezar por reconocerlos.

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