Sobre la Pascua y los relatos religiosos

Resurrection

Por Mariana Morena

 

La Pascua, una de las celebraciones litúrgicas más importantes de la Iglesia católica, se originó en celebraciones paganas de las que se sirvió el Concilio de Nicea de 325 para organizar la Iglesia tal como la conocemos. Dicho concilio fue el primer concilio cristiano convocado por el emperador Constantino para unificar a la Iglesia y consagrarla como religión oficial del Imperio Romano bajo el lema “un emperador, una ley, un Dios”, proporcionándole la configuración jerárquica del imperio.

No quiero detenerme a reflexionar en el significado de estas fiestas, sino en la mirada de los marxistas revolucionarios sobre las creencias y prácticas religiosas, particularmente en estos últimos siglos de sociedades capitalistas.

«La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo descorazonado, el alma (o el espíritu, der Geist) de una condición desalmada. Es el opio de los pueblos.» De esta manera Karl Marx sintetizó en estas palabras su profunda conmoción ante la desprotección de los seres humanos en el marco de este brutal sistema de explotación que es el capitalismo. Cierto es que nacemos desprotegidos y que dicha desprotección existencial solo puede ser revertida en el tiempo con ayuda de otros, en comunidad. Pero el capitalismo la convierte en irreversible para millones, y entonces la necesidad de un ‘padre todopoderoso y eterno’ y de una ‘vida futura’ en la que no tendrá lugar el sufrimiento, es difícilmente elaborada y superada.

La Iglesia (ya sea bajo Wojtyla, Ratzinger o Bergoglio) apunta todo su arsenal ideológico hacia esa invalidez, para convertirla en una dependencia patológica permanente que impide a las masas de trabajadores comprender el funcionamiento del sistema, asumir su condición de explotados y optar por organizarse para dar una lucha frontal que acabe con tanta miseria material y existencial. No dudo de que al avanzar la conciencia en esta dirección el ser humano se fortalece valorando tanto la posibilidad de reflexión crítica sobre la realidad y el porvenir, como su inmensa capacidad individual y colectiva de resistencia y de lucha.

 

 

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