La crisis económica y el coronavirus: combinación terrible para el pueblo trabajador

Por Partido Socialismo y Libertad

Todos los trabajadores y trabajadoras esperábamos con preocupación que el Covid19 se hiciera presente en el país. Esta preocupación tenía un asidero. Padecemos unas terribles condiciones de vida, determinadas por la catástrofe social más grande conocida en Venezuela en los últimos 90 años. Agravadas por la aplicación de un inmisericorde paquete de ajuste que el gobierno aplica contra viento y marea desde agosto del 2018.

Estamos conscientes que en un contexto caracterizado por los salarios de hambre que devenga la mayoría del pueblo trabajador; sin agua, sin gas, sin gasolina, con pésimo servicio telefónico y de internet, con los hospitales en condiciones calamitosas, con constantes cortes de luz -y aún así el gobierno anuncia el plan “cada casa un aula”, destinado al fracaso- la pandemia que recorre el mundo podría tener un impacto severo, especialmente entre los sectores populares.

El gobierno ha venido dando diariamente partes sobre el número de infectados, así como de fallecidos. Con cifras, por cierto, sorprendentemente bajas. Sin embargo, con un gobierno acostumbrado a mentir y caracterizado por su falta de transparencia. Con un BCV que tiene años que no publica los informes que otrora producía, con un Ministerio de Salud que desde el 2016 no publica el boletín epidemiológico. Estas cifras resultan poco creíbles, o por lo menos, bastante dudosas.

Por otra parte, en muchas empresas consideradas como esenciales, incluyendo los servicios de salud, se labora sin garantizar las condiciones mínimas de seguridad, arriesgándose las vidas de los trabajadores.

Pero hoy después de varias semanas de aislamiento social, a la mayoría de trabajadoras, trabajadores y sectores populares, no sólo nos preocupa el virus y la eventualidad del contagio. Quizás nos preocupan aún más las consecuencias inmediatas de la paralización de la actividad productiva, en un país donde ya de por sí, la economía estaba destruida.

Al cuadro anterior se agrega, más recientemente, una escasez de gasolina nunca antes vista, quizás desde los días del paro sabotaje petrolero del 2002. Esto es terreno fértil para la corrupción y el matraqueo de policías y guardias, que venden por debajo de cuerda la gasolina hasta en $20. Ya se han producido enfrentamientos en algunas estaciones de gasolina por esta razón.

Si la cuarentena se extiende en el tiempo podría comenzar a haber escasez de alimentos y medicinas. Sin gasolina el transporte de carga podría paralizarse, así como el traslado de muchos trabajadores y trabajadores que deben dirigirse a los hospitales y a empresas esenciales.

El dólar se disparó, con ello los precios también subieron desbocadamente. Ya la especulación de los comerciantes corre a sus anchas. Si la cuarentena se mantiene y persiste la escasez de combustible, la situación puede agravarse. El acceso a los bienes y alimentos va a a ser más costoso y difícil, todo con el trasfondo de una epidemia que aún está lejos de ceder. No podía haber un peor momento para la llegada de esta pandemia a nuestro país.

Ante la situación ya descrita, los trabajadores, trabajadoras y el pueblo en general debemos exigir que no seamos los que sobrevivimos con un mísero salario los que paguemos los platos rotos de la crisis y el coronavirus. Que sean los empresarios nacionales, transnacionales y el gobierno quienes asuman el costo.

En tal sentido planteamos que enfrentar la pandemia en Venezuela debe partir de elevar el nivel de vida del pueblo, de allí que propongamos que el salario se iguale a la canasta básica. No basta con bonos miserables y con una caja Clap que nunca se sabe cuando va a llegar, y que cada vez trae menos productos.

El gobierno debe orientar todos los recursos económicos a enfrentar la crisis generada por la pandemia. El centro debe ser atender la emergencia sanitaria y la situación alimentaria y de servicios de las trabajadoras, trabajadores y el conjunto del pueblo. No se puede seguir pagando la deuda externa. Debe suspenderse cualquier pago pendiente. El gobierno de Maduro pagó entre el 2013 y el 2018 más de 80 mil millones de dólares, que hoy podrían estar siendo invertidos en atender la emergencia creada por el Covid19. Debe suspenderse el gasto en armas y otros pertrechos, así como los costosos ejercicios militares. Hay que confiscar bienes de los corruptos de Pdvsa e importadores fraudulentos, así como cancelar los contratos de empresas mixtas con las transnacionales; asimismo, pechar a los empresarios, banqueros y transnacionales con un impuesto especial para atender la pandemia. El gobierno debe impulsar un plan de importación masiva de alimentos y medicinas; se debe dotar a todos los hospitales de los insumos necesarios, no sólo a los 46 centinelas. Garantizar agua potable, respiradores artificiales, camas hospitalarias, bienes de higiene y limpieza, material sanitario básico como mascarillas, guantes, algodón, jabón, alcohol, gel antibacterial y batas para los médicos, enfermeras y demás personal sanitario. Adquirir pruebas para despistaje del virus, y aplicación masiva de las mismas. Se deben aplicar no menos de 8000 pruebas diarias en todo el país, especialmente en las zonas fronterizas, así como rehabilitar las unidades de cuidado intensivo. Todo esto es urgente.

Debemos movilizarnos por estas exigencias, por supuesto, tomando las medidas de seguridad e higiene necesarias ante el Covid 19.

 

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