76 años de la liberación de París y el rol nefasto del estalinismo

Por Laclase.info

El 17 de agosto de 1944 se produjo lo que se conoce en la historia francesa como “la gran huida de los alemanes” de París. Ese día, a sabiendas de la situación comprometida que tenían para sostener la ciudad, comenzó la evacuación, quedando en la capital de Francia sólo los 20 mil soldados que la defenderían.

El 13 de agosto había comenzado la lucha del pueblo parisino por la liberación de su ciudad. Los trabajadores del Metro y los de la Gendarmería Nacional se sublevaron ese mismo día. El 15 se sublevó la policía, y los carteros pararon el 16. La población de la ciudad procedió a levantar barricadas con los adoquines de las calles. Desde el día 16 las escaramuzas y enfrentamientos con los alemanes fueron aumentando. El 18 de agosto se declaró una huelga general en la ciudad convocada por el Partido Comunista francés. Ese mismo día la resistencia tomó la prefectura de París.

La resistencia parisina estaba encabezada por el comunista Henri Rol-Tanguy, jede de las Fuerzas Francesas del Interior (FFI). A la convocatoria se sumó posteriormente Jacques Chaban-Delmas, dirigente enviado por De Gaulle desde Londres para intentar detener la insurrección que ya estaba en marcha. Las tropas aliadas que habían desembarcado en Normandía en el mes de junio, pretendían hacer un rodeo a París y seguir en dirección a Alemania, eludiendo así el combate en la ciudad que consideraban podría ser peligroso y muy costoso en recursos. Su llegada a la capital francesa estaba prevista para el mes de septiembre. No obstante, los gaullistas se vieron obligados a sumarse a la insurrección para no dejarle la iniciativa a los comunistas.

En el último año la resistencia francesa había crecido notablemente. Y en la ciudad existía el convencimiento de que era posible liberarla antes de la llegada de los aliados. Ya era evidente la debilidad de los alemanes en todos los frentes, y muy particularmente en París donde no tenían concentradas grandes fuerzas ni recursos, ocupados en tratar de frenar el avance aliado desde Normandía, y atravesando por una muy difícil situación en el frente oriental con el avance indetenible del Ejército Rojo soviético.

Desde el mismo día de la invasión alemana a Francia, y de la caída de París en junio de 1940, había comenzado la resistencia contra los invasores nazis. Si embargo el Partido Comunista, que era una fuerza política importante, no se sumó ya que se plegaron a la línea del estalinismo en ese momento que estaba determinada por el aberrante pacto germano-soviético, firmado entre Stalin y Hitler el 23 de agosto de 1939. No fue si no después del 22 de junio de 1941, fecha de la invasión nazi a la Unión Soviética, cuando el PCF se incorporaría a la resistencia francesa. Es decir, un año de inacción y apoyo tácito al nazismo.

El día 24 de agosto entró a París la Novena Compañía del ejército aliado, la famosa “Nueve”, compuesta en su mayoría por españoles republicanos. El 25 ingresaron a la capital francesa elementos de la 2da. División Blindada del general Leclerc, a la cual estaba adscrita la “Nueve”. Las fuerzas aliadas habían decidido ingresar a París para evitar un desastre como el ocurrido unas semanas antes en Varsovia, y tratar de minimizar el protagonismo que habían tenido los comunistas en la insurreción de la ciudad. Ese mismo día se rindieron los alemanes a las tropas de la Francia Libre encabezada por el general Charles De Gaulle.

A partir de este momento se puso en evidencia el nefasto rol jugado por el estalinismo y el Partido Comunista. Al final de la guerra el Partido Comunista francés era la principal fuerza política en el país, dirigían las principales organizaciones de la resistencia. Tenían miles de militantes en toda Francia. Jóvenes, trabajadores, campesinos, y miles de mujeres que integraban las unidades de la resistencia prácticamente tenían el poder en sus manos. Sin embargo Francia, Italia, Alemania y otros países europeos, entraban en la esfera de influencia del capitalismo de Estados Unidos e Inglaterra, de acuerdo a lo establecido en las conferencias de Yalta (febrero de 1945) y Potsdam (julio-agosto de 1945).

En ese contexto, la orientación de Stalin a los partidos comunistas en todo el mundo era colaborar con Estados Unidos y las organizaciones y dirigentes burgueses en cada país, con el objetivo de conformar gobiernos de unidad nacional. Esto se aplicó en Francia e Italia, donde los principales dirigentes comunistas ingresaron como ministros en los gobiernos que se constituyeron en ambos países al final de la guerra. Maurice Thorez, secretario general del PCF se convirtió en Ministro de la Función Pública y vicepresidente del Consejo de Estado, mientras que en Italia el secretario general del Partido Comunista italiano, Palmiro Togliatti, fue designado Ministro de Justicia.

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