A 36 años de la Revolución Sandinista. Entrevista a Miguel Sorans
Por: El Socialista
Nota de Laclase.info: 20 de julio de 2015. Ayer se cumplieron 36 años del triunfo de la revolución sandinista en Nicaragua. La corriente internacional encabezada por Nahuel Moreno, impulsó desde su exilio en Bogotá la conformación de una brigada internacionalista para pelear junto al Fsln contra Somoza, la histórica Brigada Simón Bolívar.
Hoy Nicaragua es nuevamente gobernada por el Frente Sandinista, sin embargo, el país sigue sumido en la pobreza. Las esperanzas del pueblo nica se frustraron, y no quedan vestigios de aquel vendaval revolucionario que atravesó el istmo centroamericano.
Queremos recordar esa fecha, reproduciendo una entrevista que en el año 2007 le hicieran a Miguel Sorans, uno de los principales dirigentes de la Brigada Simón Bolívar, y de la Unidad Internacional de Trabajadores (UIT-CI), y la cual fue publicada en el periódico El Socialista de Argentina.
En primer lugar, quisiéramos que nos hablases un poco sobre tu experiencia con la Brigada Simón Bolívar (BSB) y la relación de ésta política con Moreno.
La BSB fue un gran acierto de Nahuel Moreno en 1979. Una iniciativa que fue no sólo suya, sino de toda la LIT-CI [Liga Internacional de los Trabajadores- Cuarta Internacional, la corriente internacional que había fundado el propio Moreno en 1982. Nota de ES]. Moreno tuvo la iniciativa de formar una brigada de combatientes, retomando una tradición que fue abandonada por el estalinismo desde la Guerra Civil Española, en 1936, con las Brigadas Internacionales.
Desde entonces, no había existido una brigada así, de voluntarios, de combatientes. Fue Moreno, nuestra corriente, el trotskismo, quienes, en el caso de la guerra civil nicaragüense, retomamos esa tradición. Fue una brigada basada en la unidad de acción. En la lucha por la toma del poder contra Somoza, en la guerra civil. La Brigada combatió en el Frente Sur. Tuvimos compañeros que murieron, muchos otros quedaron heridos, y también formamos una columna, en la cual participé, que tomó, en la costa atlántica, la ciudad de Bluefields [una región mayoritariamente compuesta por negros, como reflejo del período de la colonización, que hablaban un dialecto específico de la región], donde tomamos el poder, en unidad con otro sector (que era sandinista, pero no estaba integrado orgánicamente) y comenzamos a formar las milicias, a fundar sindicatos. Era una ciudad importante para Nicaragua, debido a la existencia del puerto. Así comenzó un enfrentamiento político porque, en esa ciudad, no formamos el mismo tipo de gobierno que estaba siendo constituido nacionalmente, con partidos burgueses, como el de Violeta Chamorro. Los “chamorristas” de la ciudad fueron a discutir con el sandinismo cómo resolver este “problema” de una Brigada Latinoamericana que había tomado el poder en la región. Este fue uno de los muchos conflictos que tuvimos con los sandinistas.
Después, la Brigada fundó los primeros sindicatos en Managua, lo que aumentó aún más el conflicto. Los brigadistas eran colombianos, panameños, argentinos, costarricenses, con distintas formaciones. Los trotskistas éramos minoría. Era una Brigada fundamentada en la unidad de acción y éramos independientes de las políticas del sandinismo. Entonces, cuando después fuimos formando los sindicatos, hubo un fuerte choque con el gobierno, que terminó con nuestra expulsión, porque defendíamos que no hubiese ministros burgueses en el gobierno, que la reforma agraria y las expropiaciones fuesen profundizadas, y por eso fuimos expulsados. […]
¿Cuál es la importancia de las orientaciones de Moreno en lo que se refiere a la organización de la Brigada y fundamentalmente, en el balance de ese proceso? Los escritos de Moreno sobre Nicaragua, hasta hoy, son considerados algunos de sus principales aportes…
El balance fue positivo en el sentido de que fue un marco en lo que se refiere a las orientaciones de Moreno, de ser muy flexible con las tácticas. Por ejemplo, Moreno nunca fue defensor de la política guerrillera, pero, en este caso, defendió la relación con una guerrilla que había sido foquista, pero, que en aquel momento, en 1979, se había convertido en un movimiento de masas. No era un foco guerrillero. Y ante eso, tuvimos una unidad semejante a la que Trotsky defendió en relación al frente republicano en la Guerra Civil Española. Con independencia política.
También, la experiencia de Nicaragua reveló que es muy difícil construir un partido en un momento como aquél, a partir de un pequeño grupo. Es una lección de que el partido tiene que ser construido en un período mayor. No digo que la iniciativa de construir el partido haya sido equivocada, porque fue un intento correcto de construir un partido revolucionario. Tanto es así que el sandinismo y el castrismo nos expulsaron exactamente para cortar de raíz la posibilidad de que se construyera un polo revolucionario en Nicaragua.
Casi 30 años después de la Brigada y 20 de la muerte de Moreno, y con Daniel Ortega, de nuevo en el poder, ¿cómo evalúas este acto y el rescate de la trayectoria de la vida y del legado de Moreno?
Creo que, realmente, es una confirmación de la orientación que tuvimos en aquel momento, de independencia frente al sandinismo, porque a casi 30 años de la revolución nicaragüense y a 20 años de la muerte de Moreno, se confirma que el sandinismo, como corriente pequeño burguesa, nacionalista, y que defendía un supuesto socialismo colaborando con la burguesía y consensuando con el imperialismo, se demostró como un discurso vacío.
Y ahora, cuando Daniel Ortega vuelve a presidir, a través de los votos, un gobierno de total conciliación de clases con el imperialismo y la Iglesia, llegamos al extremo de ver que el vicepresidente de Ortega es un ex contra [grupo financiado por el imperialismo, que luchó contra los sandinistas luego de la toma del poder] y que, inclusive, Daniel Ortega vive en la mansión de éste vicepresidente, que fue tomada y expropiada personalmente por él mismo. Es, como se dice, una de esas situaciones en las que Marx diría que “la historia se repite como tragedia”.
En aquel momento, para la izquierda latinoamericana nuestra postura era considerada sectaria. Muchos, incluso en las filas del trotskismo “justificaban” nuestra expulsión, diciendo que nuestra posición era “exagerada”, ultraizquierdista. Esto era dicho por el trotskismo revisionista mandelista, por el castrismo y otros sectores de izquierda y luchadores de entonces, que veían al sandinismo como un camino. Lo mismo que dicen hoy, cuando criticamos a Chávez. Pero el hecho de haber constituido un punto de partida frente a aquel proceso fue fundamental para educar y continuar educando una camada de revolucionarios. […]
* En el folleto La Brigada Simón Bolívar se reproducen varios textos de Moreno sobre aquellas experiencias.