Crisis venezolana y revolución bolivariana

La crisis económica, política y social que se incubó en Venezuela en la última mitad del siglo XX tiene que ver en lo fundamental con el modelo nacional de producción capitalista de sustitución de importaciones pero dependiente de un comercio desigual favorable a las trasnacionales y a los países de mayor desarrollo liderados por EEUU, Europa y Japón.

La crisis económica, política y social que se incubó en Venezuela en la última mitad del siglo XX tiene que ver en lo fundamental con el modelo nacional de producción capitalista de sustitución de importaciones pero dependiente de un comercio desigual favorable a las trasnacionales y a los países de mayor desarrollo liderados por EEUU, Europa y Japón.

En lo político, la llamada democracia representativa se fue inficionando de ilegitimidad al generalizarse la abstención de los ciudadanos y al pervertirse el sufragio con aquella regla acta-mata-voto mediante la cual se desdibujaba el concepto de la soberanía del pueblo y se la sustituía por la prevalencia de las maquinarias partidistas. Y en lo social, el estado de bienestar que los partidos hegemónicos habían prometido en sus diversos gobiernos socialdemócratas o socialcristianos devino en una desigualdad grosera creando dos países: Una Venezuela minoritaria y privilegiada, llena de riquezas bien o mal habidas; y otra Venezuela, pobre y mayoritaria, no sólo excluida del empleo formal, de los servicios públicos más elementales y de las posibilidades de progreso social y cultural, sino, lo que es más grave, con alrededor de un 30% de pobreza crítica en condiciones de hambre y de desnutrición extremas. La corrupción se instaló por los meandros de una delictiva apropiación de la renta petrolera por empresarios y funcionarios venales que sacaban sus capitales mal habidos hacia los bancos extranjeros.

En el marco de esta crisis, con el golpe militar del 4F de 1992 y luego con el ascenso al poder del Presidente Chávez mediante una competencia electoral, surge la llamada revolución bolivariana que tras 14 años de ejercicio del poder, lejos de resolver la crisis venezolana, la ha agravado de manera sustancial. En lo económico, somos hoy un país cada vez más dependiente de la renta petrolera e importador de nuestros principales bienes de consumo. El área de la economía social donde se encuentran las empresas del Estado y las empresas socialistas cada vez da muestras de una mayor ineficiencia, burocratismo y corrupción Entre tanto, el parque productivo nacional luce en franco declive y deterioro.

En lo político, nuestro sistema electoral ahora automatizado parece acuñar una nueva regla según la cual es más importante la máquina capta huella o cuenta votos que la papeleta emitida y controlada por el ciudadano. Resulta incomprensible la resistencia del Poder Electoral a someterse al control social de los electores por la vía de la llamada auditoria de verificación ciudadana. Y la pobreza, pese a las misiones sociales, acusa una persistencia que se encuentra en la base de la transferencia de electores desde el «socialismo bolivariano» hacia la alternativa de la Mesa de la Unidad Democrática sin dejar de contar 22% de electores que no acudieron a votar.

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