Es un ajuste económico reaccionario ante la crisis: No hay ninguna «guerra económica»
El tema fundamental del presente artículo es la forma en la cual algunos funcionarios estatales, entre ellos varios disfrazados de profesores universitarios y hasta peor de intelectuales, encubren un ajuste económico reaccionario que traslada la crisis ocasionada entre otras variables por la reducción del precio del petróleo a las espaldas del pueblo trabajador, empleando una consigna creada en los laboratorios de propaganda gubernamental del Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información: la llamada «guerra económica».
Los ajustes macroeconómicos ortodoxos tienen como medida esencial la devaluación del tipo de cambio, generando un declive de las importaciones y un posible aumento de las exportaciones, buscando un superávit de la balanza de pagos con el cual asumir deuda en moneda internacional (dólares). En cambio, el ajuste económico heterodoxo ejecutado por el gobierno del Presidente Nicolás Maduro se realiza recortando de manera unilateral las importaciones, disimulando la depreciación del tipo de cambio real que ocurre en la actualidad, mientras garantiza el pago de deuda por lo menos de PDVSA y sigue permitiendo la fuga de capital sin efectuar una reforma tributaria progresiva ni estatizar el comercio exterior. Esa contracción de las importaciones incrementa verticalmente la escasez e inflación, desvalorizando la capacidad de compra de los salarios de la clase trabajadora y ocasionando que pequeños vendedores llamados oficialmente «bachaqueros» se aprovechen comprando los productos con precios regulados que son escasos y posteriormente los vendan más caros. Especulación que profundiza los resultados negativos del ajuste económico reaccionario. Es decir, son una consecuencia y no una causa. Veamos las cifras que respaldan mi afirmación y de muchos otros camaradas. Hasta el tercer trimestre de 2012 se importaron 45.826 millones de dólares, en cambio en el mismo lapso de tiempo en el 2014 las importaciones solo fueron 35.820 millones de dólares. Un 21,83% menos (cifras del BCV). Por lo tanto, en el mercado interno hay una mayor carencia de bienes de consumo final e insumos para una industria agroalimentaria y de productos de higiene personal que depende en demasía de las importaciones, recordemos como Orlando Araujo en su obra Venezuela Violenta la caracterizaba como una «industria artificial e importadora». Pero, en el 2014, con los recursos liberados ante la contracción de las importaciones PDVSA, con un precio del petróleo promedio de 88 dólares por barril menor a los 98 dólares por barril del 2013, logra pagar 9631 millones de dólares de sus pasivos (cifras del informe financiero consolidado del 2014), mientras en ese año 2014 se llevaron en fuga de capital-dinero la burguesía otros 7074 millones de dólares (cifra del BCV). Todo eso, mientras dejan intacta la estructura tributaria regresiva del país, en la cual en el 2014 el IVA representó el 57,5% de la recaudación tributaria y el ISLR solo el 25,29% (cifras del Seniat). En comparación con los impuestos directos, los indirectos son más del doble. La gran pregunta es: ¿Dónde se encuentra la «guerra económica»? Si todavía la burguesía importa el 54,21% del total de las mercancías que provienen del exterior, paga mucho menos impuestos que las clases subalternas, sigue fugando capital a la banca internacional y el aumento de la escasez en lo esencial se origina en la reducción de las importaciones algo que realizó el gobierno nacional a través del Centro Nacional de Comercio Exterior (CENCOEX).
Sin embargo, cuando como pueblo trabajador padecemos el ajuste económico heterodoxo aplicado por el gobierno nacional siempre nos cuestionamos ¿Cómo no tienen dolores de conciencia los farsantes que inventaron y difunden la consigna de la «guerra económica»? ¿Por qué se esconden en ese aplauso mercenario o silencio cómplice aquellos que comprenden la magnitud del ajuste económico actual? Hay una sola respuesta sus intereses concretos los alejaron del pueblo trabajador y se convirtieron en una nueva fracción de la clase dominante. Por eso como parte del pueblo trabajador debemos desenmascarar a la supuesta «guerra económica» y evidenciar que la realidad concreta sufrida en estos momentos es consecuencia de la manera que procesa la crisis el gobierno nacional, planteando que se debe cambiar la política económica desarrollando una reforma tributaria progresiva, la estatización del comercio exterior y creando una red de distribución totalmente estatal con control obrero y popular[i].