Las mentiras de Dámaso Jiménez sobre los pueblos indígenas y la frontera colombo venezolana

reportaje calumnioso contra indigenas

Por: Juan Carlos La Rosa Velazco

Hace 15 días aproximadamente, fui entrevistado telefónicamente por el Periodista Dámaso Jiménez por intermediación de un conocido colega suyo muy estimado por mí, para hablar de la actual situación de los pueblos indígenas en Perijá. También fue entrevistado mi compañero de trabajo y coordinador, José Quintero Weir, quien recibió en su casa al periodista Jiménez y le concedió una entrevista, según le informó previamente a un medio radiofónico.

Reconociendo mi responsabilidad por declararle a un mercenario

Nunca había leído una línea redactada por este periodista ni escuchado su trabajo en radio. Se que es además actor y que ha trabajado para varios medios en la región. Hace mas de una década fui advertido por un respetado periodista del que aprendimos mucho que este ciudadano no era confiable y que formaba parte del peor amarillismo regional en los medios de comunicación.

Hoy debo inicialmente responsabilizarme de no asimilar estrictamente esta recomendación, que como otras venidas de la misma fuente, me han ayudado a sobrevivir, como a seguir luchando y aportando en estos dificiles años. No debí declararle a este periodista con el sólo recuerdo de las advertencias que tenía de él. En la argumentación que sigue, adjetivo severamente varias a su persona, convencido, mientras leo lo que redactó, que no tiene escrúpulos y que cualquier desmentido le es indiferente.

Gracias a lo que aprendí con este maestro entrañable, he podido hacer comunicación popular en servicio a las comunidades indígenas y campesinas en la Cuenca del Lago de Maracaibo; hacer en el que he sido activista la parte mas importante de mi vida, así cómo la defensa de los derechos territoriales de los pueblos y la oposición a los proyectos mineros que todos los gobiernos de Venezuela y Colombia han impulsado en esta región para lesionar los derechos de los pueblos originarios, de los campesinos y trabajadores que aquí habitan y por destructores del medio ambiente, la biodiversidad y las aguas de esta región.

En este activismo hemos enfrentado cualquier tipo de amenazas y nos hemos deslindado de todos los poderes e influencias, tratando ser consecuentes con la lucha de quienes ahí estaban antes que nosotros, incluidos nuestros mayores y ancestros, quienes demostraron y aún demuestran una conciencia del mundo y de la vida superior a las palabras que el limitado idioma castellano tiene para nombrar.

No desmentimos para salvar nuestra imagen sino para reivindicar a nuestro pueblos

Dámaso Jiménez es claramente, y sin reservarse escrúpulos, un comerciante de la mala palabra pues desde el principio titula su vergonzoso artículo: “el drama de los narcoindígenas”. Tal titular sensacionalista y rastrero ya no deja alternativas a cualquier conciencia, independientemente de cómo se piense sobre este país y este continente. A nosotros nos bastaría desmentir cada palabra que nos atribuye entre comillas, todas inventadas por él y puestas en el contexto de su necesidad de mediatizar una falacia. Mas no se trata de salvar responsabilidades, sino de señalar a un vulgar infame que contribuye a la criminalización y a la invisibilización que el poder en su conjunto hace de nuestras gentes (gobiernos nacionales , regionales y locales, ganaderos, actores irregulares, empresas mineras transnacionales y funcionarios racistas, entre otros).

El artículo de marras arranca con un intento de valoración de lugares comunes y noticias generales del país para demostrar a los incautos que conoce Perijá; incluso dice que es escrito en El Tokuko, donde seguramente ha estado, aunque no sepa escribir aún bien el nombre de esta comunidad surgida de una misión católica en Perijá, razón que no me permite imaginar a este periodista escribiendo ahí precisamente, por lo que luce obvio que lo redactó desde su habitación en Maracaibo.

Cómo todo texto de este lamentable perfil, todo lo subordinado se hace principal y está concebido para atrapar al lector, como la estupidez de que yukpa significa “indio manso”, lo que suponemos sacado del despectivo lenguaje que los colonizadores usaban para diferenciar a los yukpa, muchos de ellos cristianizados tempranamente; de los barí, que sostuvieron una resistencia armada contra todo el poder colonial hasta pasada la mitad del Siglo XX.

Cuando me llamó para una muy corta entrevista en la que percibí claramente que no consiguió lo que buscaba escuchar, entendí que no quería escribir sobre los problemas y luchas de los pueblos barí o yukpa, que es de lo que yo puedo hablar, al igual que mi compañero José Quintero Weir, sino que quería hablar del ELN (Ejército de Liberación Nacional), tratar de probar sus vínculos con el narcotráfico y el supuesto reclutamiento de indígenas para trabajar en laboratorios clandestinos.

Declaré enfáticamente, así debe estar en sus grabación digital, si es que la hizo, que no teníamos ninguna información al respecto, aunque testimoniábamos la crisis alimentaria de las comunidades producto de la dependencia generada del modelo de alimentación criolla que se había impuesto en ellas, de las consecuencias de los desastres ambientales recientes y del despojo territorial de los últimos cien años que condenó a los barí y a los yukpa a replegarse a la Sierra y sobrevivir con un modelo agrícola no sostenible en el pie de monte. La única mención sobre los actores armados en mi declaración fue para decir que la visión de éstos en este lado de la frontera, era de repliegue y abastecimiento para la guerra civil de la que hacen parte en Colombia y que la lógica de todos los actores en guerra, gubernamentales e insurgentes,se le imponía muchas veces a las comunidades, subordinándolas e impidiendo así construir una vida y cultura de paz en la frontera, en abierta contradicción con lo que gobernantes e insurgentes pregonan en sus mensajes

Hice algunas críticas severas que antes he escrito y declarado a la política del gobierno venezolano en materia de derechos indígenas, pero el periodista no se mostró muy interesado en estos asuntos y la llamada terminó rapidamente. Por cierto, no soy sociólogo, ni licenciado, ni experto en nada, sólo soy militante de la causa de nuestro pueblos originarios, cosa que el entrevistador jamás me preguntó.

Mi conclusión inmediata fue que lo que declaré no le serviría por la intención tendenciosa que se hacía evidente en sus preguntas. Sin embargo, el periodista Jiménez ha probado ser poco apegado a los registros y estar sólo pendiente de lo que sabe venderá su infame producto.

El profesor José Quintero Weir,  que no tiene 15  sino mas de 30 años trabajando como activista por los derechos indígenas y como etnolingüista en Perijá, en Sinamaica y en la Guajira me confirma su alarma por el falseamiento y manipulación de sus declaraciones. No está escribiendo ningún libro sobre el tema que tanto interesa a el reportero de “Vértice”, y la línea de trabajo de sus publicaciones y obra por la revitalización de las lenguas originarias y por la educación propia es bien conocida.

Jiménez. Publica los audios de la entrevista que me hiciste

La única aseveración cierta que conseguimos, entre las que se atribuyen a José Quintero, suponemos que para evidenciar cierta seriedad de sus entrevistados, tiene que ver con lo que decimos sobre la política gubernamental en los últimos años:

El académico de LUZ advirtió que el gobierno de Maduro es responsable de haber “quebrado la lucha y la resistencia indígena por la defensa de su propio territorio”, refiriéndose también al asesinato en extrañas circunstancias del cacique Sabino Romero, líder fundamental de los yukpa, en marzo de 2013.

Un párrafo como el que sigue, atribuido a mí, es sólo posible movido por la necesidad de cobrar su pago por este reportero inescrupuloso y descontextualizador  de la realidad a conciencia:

A ellos (los guerrilleros del ELN) les muestran un papel en donde supuestamente se establece que las comunidades deben colaborar y aceptar la presencia de la guerrilla en su territorio. Los miembros del ELN alegan que se encuentran en territorio venezolano autorizados por el gobierno nacional”, responde el director de la Fundación para la Cultura y la Educación Propia de los indígenas en defensa de los yukpas que trabajan en estos laboratorios clandestinos.

Lo único cierto es que soy parte de esa Fundación (el nombre esta mal de todos modos y no soy su coordinador, gente mas notable que yo la dirige) y de eso se enteró indirectamente. Todo lo demás es inventado. Tengo grandes diferencias con la política de la insurgencia colombiana en materia de su relación con las luchas sociales y populares hoy, pero reivindico su origen desde la resistencia a las injusticias y la represión de los pueblos, y los cuestiono siempre, desde un lugar mas digno que la monserga anticomunista de medios y terratenientes, desde la lucha social y desde las lucha de los pueblos, con la que tienen contradicciones estas organizaciones ya que la lógica armada les impide aprender y entender lo que hoy sucede y anuncia la gesta indígeno-campesina en estos territorios de Abyabyala. Como declaré claramente, no tenemos ninguna evidencia de los que el andaba buscando “corroborar” al entrevistarme. Al leer su tergiversado “reportaje”, es obvio que no logró y no intentó confirmarlo, le bastaba con decirlo.

Alcancé a decirle que el Informe Anual de Provea 2016 podía ayudarlo con datos provenientes de organizaciones indígenas serias y dignas de Amazonas, pero él ya tenía diseñado su paquete y prefirió inventarme palabras y forjar testimonios. ¡Jiménez no tiene rigor ni para mentir!

En el pasado hemos sido parte pública de estos cuestionamientos y hemos asumido la responsabilidad, lo seriamos ante cualquier evidencia que lesione los derechos y la vida de las comunidades y los pueblos. pero nuestro pueblos originarios no se merecen ser nombrados por este tipo de “periodistas”.

No se si el religioso entrevistado, Nelson Sandoval, corrió con la misma suerte o si realmente fue entrevistado, a pesar de tener diferencias de visión sobre los indígenas y las misiones religiosas, es probable que sus declaraciones también estén torciéndose o falseándose para sostener la estructura de contenidos previa que tenía el periodista Jiménez.

De las declaraciones supuestas tomadas al actual Alcalde de Machiques Alfonso Márquez, tampoco tenemos idea. Son tan generales que pudiera darlas cualquier político de la polarización venezolana y trabajan igual para la idea fija y no probada del pasquín. En todo caso la polarización chavista-opositora ayuda a invisibilizar y se une para criminalizar a los que luchan por los suyos.

Respecto a las fotos de excelente factura, realizadas por Gustavo Bauer, uno de los mejores reporteros gráficos del país, lamento que también sirvan para mentir usadas fuera de contexto, cómo la del campesino frente al fusil Ak 47, justo donde el texto habla de la guerrilla, única foto que pudiera reivindicarse como evidencia. El vehículo es de la Fuerza Armada Nacional, probablemente en la Guajira y no en Perijá, y en el fondo hay ciudadanos con perfil de clase media en rústicos usados en este país para hacer rallys con vehículos 4 por 4. Así pues, utilizada como ha sido la referida fotografía en este “reportaje”, este artículo significaría en Perijá, la sentencia de muerte pública del campesino que en ella parece.

Lamentando tener que difundir esta vergonzoso falseamiento de mis dichos, lo linkeo por regla:

https://www.verticenews.com/drama-del-los-narco-indigenas/

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