Latinoamérica, Venezuela y la causa saharaui
Por: Simón Rodríguez Porras*
Artículo publicado originalmente en la revista Humania del Sur, Revista de Estudios Latinoamericanos, Africanos y Asiáticos.
Universidad de Los Andes. Año 9, Nº 17. Julio-Diciembre, 2014. (http://www.saber.ula.ve/handle/123456789/39536)
1. La herencia colonial
El colonialismo es una de las mayores abominaciones históricas que ha conocido la humanidad. Los pueblos que lo han padecido, lo han resistido y fi nalmente derrotado; se encuentran entrelazados tanto por un pasado común como por la responsabilidad de oponerse a toda opresión colonial. Las infl uencias recíprocas del proceso de colonización de América y de África son notorias, mientras que el saqueo de las riquezas minerales en América y la esclavización del oeste de África configuraron las bases de la acumulación que permitiría la industrialización de la metrópoli europea y la conformación de un sistema económico global (Gunder Frank, 1978). El siglo XIX fue el de las revoluciones independentistas en el continente americano, bajo el impulso de la gran revolución de los esclavos en Haití. Para España, que a comienzos del siglo XX sufriría importantes derrotas en Cuba, Puerto Rico y Filipinas, el último refugio de su proyecto colonizador fue el Sahara Occidental.
El inicio de la colonización del Sahara Occidental coincide con la Conferencia de Berlín de 1884-1885, en la que las potencias europeas se reparten el continente africano. Casi un siglo de opresión colonial española dejaría un singular legado que emparenta al pueblo saharaui con los pueblos latinoamericanos. La República Árabe Saharaui Democrática (RASD), junto con Guinea Ecuatorial, también ex colonia española, es uno de los dos países africanos que tienen el español entre sus idiomas ofi ciales. Esta condición “encierra el potencial de convertir a nuestro país en un puente sólido para las relaciones entre tres mundos, el africano, el árabe y el latinoamericano”, bservó hace algunos años el entonces embajador saharaui en Venezuela (Ahmed, 2006). Otros rasgos de la identidad saharaui favorecen el desarrollo de relaciones de solidaridad con Latinoamérica. El poeta y profesor universitario Bahia Mahmud Awah (2013) plantea que la tardía introducción de la religión islámica en la sociedad saharaui ha permitido una asimilación distinta a la del resto del mundo árabe, “lo que hace de ella una sociedad creyente pero sobre todo laica. En efecto, esta sociedad no vive al ritmo de la religión”. La experiencia ha demostrado una amplitud de miras propicia al intercambio con Latinoamérica.
2. Latinoamérica y la RASD
Cuando la dictadura franquista pactó la entrega del Sahara Occidental a Marruecos y Mauritania, se retiró sin descolonizar el territorio; algunos soldados de la Legión Española desertaron y se incorporaron a las filas del Frente Polisario. Entre ellos estuvo un venezolano, Justo Casenave, quien durante la guerra desempeñó tareas civiles de apoyo. Cubanos, mexicanos, otros latinoamericanos, junto a vietnamitas, argelinos y activistas de otros países también participaron de esta solidaridad internacionalista, mientras la satrapía marroquí gozaba del apoyo económico y militar a gran escala de Francia y EEUU, incluyendo la participación en combate de la aviación francesa. En plena Guerra Fría, estos hechos contrastan notoriamente con la distancia tomada por la URSS y China respecto de la causa saharaui, “Ni siquiera una lata de sardina soviética llegó a los refugiados saharauis” (Ahmed, 2006). En Latinoamérica la mayoría de los Estados han reconocido a la RASD. De los ochenta y dos países que han reconocido al Estado saharaui, treinta son de Latinoamérica y el Caribe; incluso la RASD es miembro observador del Parlamento Andino. Además del reconocimiento diplomático, ha habido una significativa cooperación en materia educativa con Cuba, donde miles de saharauis recibieron instrucción universitaria en la década del 80, incluyendo México y más recientemente con Venezuela. Nuestro país fue el segundo en Latinoamérica en reconocer a la RASD, luego de Panamá, en agosto de 1982. El contraste con la vieja Europa es notorio: solo un país europeo, Albania, ha reconocido a la RASD. Marruecos, por su parte, no tiene a América Latina entre las prioridades de su política exterior; al comenzar la década de los 80 contaba únicamente con embajadas en Brasil y Argentina, ambas bajo dictaduras militares. En Sudamérica aún Chile, Brasil y Argentina no han reconocido a la RASD, una demostración de que persiste la subordinación de la política exterior de estos países a los dictados de EEUU. El ex embajador estadounidense en la ONU, John Bolton, explicó que el gobierno de Bush apoyó a la monarquía en base al “argumento marroquí de que la independencia del Sahara Occidental desestabilizaría a Marruecos y podría desembocar en una toma del poder en ese país por los islamistas extremistas”. Esta sórdida alianza se visibilizó nuevamente con el apoyo de Marruecos a la invasión de Irak en 2003. La diplomacia estadounidense sigue orientada a evitar a toda costa la realización de un referendo que permita el ejercicio de la autodeterminación del pueblo saharaui (Cembrero, 2007).
La monarquía marroquí es encabezada por la dinastía alauita, que se dice descendiente directa del profeta Mahoma. Marruecos es el único Estado africano que no forma parte de la Unión Africana de Naciones, debido a su papel colonial en el Sahara; sin el apoyo económico y político de Francia, EEUU y España, no podría sostenerse la ocupación militar. A cambio, las potencias participan del pillaje de los recursos naturales del territorio, como veremos más adelante. Dentro de Marruecos, el único partido que apoya una salida al confl icto que garantice la autodeterminación del pueblo saharaui es el izquierdista Vía Democrática. Esto no es extraño en un país que no goza de libertades democráticas elementales. Los medios de comunicación, disciplinados al régimen, así como la mayoría de los partidos políticos, siguen al pie de la letra la política colonial. En cambio, fuera de Marruecos, cada vez le resulta más difícil a la monarquía mantener apoyos a su política en el tema saharaui.
3. Solidaridad y DDHH
El colonialismo español tardío, no fue menos brutal que en otras latitudes en cuanto se estructuró un masivo movimiento independentista en la década del 60, expresado en el Movimiento de Liberación Nacional Saharaui y posteriormente la Organización Avanzada para la Liberación del Sahara, liderizada por Mohamed Basiri, quien se convertiría en la primera víctima de desaparición forzada saharaui en 1970 (Afapredesa, 2005). Las masacres perpetradas por la Legión Española llevaron al movimiento independentista a constituir el Frente Polisario y optar por la vía armada. Luego de la ocupación marroquí del territorio, el terrorismo de Estado adquiriría a manos de la monarquía una escala comparable a la de las dictaduras del Cono Sur. Se estima que en las últimas tres décadas se han practicado más de 3.500 desapariciones forzadas, más de 20.000 detenciones arbitrarias y se han generado más de 260.000 desplazados (Afapredesa, 2005). “Oficiales del ejército marroquí han cometido lo que podría llamarse crímenes de guerra fuera del campo de batalla, y muchos civiles fueron arrojados desde helicópteros o enterrados vivos debido a que eran saharauis”, admitió un alto funcionario del régimen (Relti, 2008). El terrorismo de Estado no se limita a perseguir a los saharauis que activamente defi enden la autodeterminación, sino que también se ceba con los familiares de las personas consideradas “enemigas” de acuerdo con un criterio análogo al de la doctrina de la seguridad nacional. Familiares, maridos, esposas o hijas también han sido víctimas de
detenciones, desapariciones forzadas, torturas y violaciones. Familias enteras han sido secuestradas por los esbirros marroquíes (Afapredesa, 2005).
Constituida en 1989, la Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis (Afapredesa), ha documentado y denunciado la persecución política y las violaciones a los DDHH dentro de los territorios ocupados por Marruecos, desarrollando una relación de colaboración con la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos-
Desaparecidos (FEDEFAM) (Afapredesa, 2005). La lucha de las Madres de la Plaza de Mayo por la justicia y la verdad ante las desapariciones forzadas de la dictadura argentina también ha servido de ejemplo para la lucha contra esa práctica represiva en los territorios ocupados por Marruecos (Engler, 2012).
Debido a las limitaciones en la libertad de prensa y la imposibilidad de realizar un trabajo periodístico independiente de manera abierta en los territorios ocupados, esta actividad, al igual que la defensa de los DDHH, queda relegada a la clandestinidad. Exponiéndose a grandes riesgos, algunos activistas del movimiento internacional de solidaridad con el pueblo saharaui ingresan a los territorios ocupados en calidad de turistas. Tal fue el caso del cineasta venezolano Carlos González, quien ingresó a El Aaiún, la capital saharaui bajo ocupación, para documentar las denuncias de la población. La monarquía marroquí lo apresó bajo cargos de espionaje (Beiba, Formoso y Hernández, 2010). En Europa y América Latina se ha estructurado un amplio movimiento de solidaridad con la causa saharaui, centenares de organizaciones en el mundo se dedican a denunciar la situación del Sahara Occidental y exigir el fin de la ocupación colonial; este movimiento podría llegar a desempeñar un rol decisivo en el confl icto, como lo tuvo en la década del 80 la solidaridad con el pueblo sudafricano oprimido por el régimen del apartheid. La Asociación Venezolana de Solidaridad con el Sahara (ASOVESSA), forma parte de este movimiento. En su seno agrupa a estudiantes, profesores universitarios y activistas políticos de diversa procedencia, con el fin de apoyar la causa saharaui, estimular las relaciones bilaterales en todos los ámbitos, apoyar el ingreso de la RASD como Estado miembro de las Naciones Unidas (ONU), denunciar las violaciones constantes de los Derechos Humanos en los territorios ocupados, apoyar la celebración del referéndum para la autodeterminación del pueblo saharaui y exigir el cese del saqueo de sus recursos naturales por parte del régimen marroquí y capitales transnacionales. Desde su creación, ha propiciado procesos de intercambio. Cineastas venezolanos como Carlos Azpúrua y Lilian Blaser han participado en el festival de cine celebrado en los territorios liberados, el FiSahara. Mientras que estudiantes y activistas han viajado a los campamentos de refugiados a dictar talleres, trabajar en los archivos históricos de la RASD o sumarse a protestas de carácter internacional como la “Columna de los mil”, que cada año denuncia el Muro de la Vergüenza levantado por Marruecos con el apoyo de EEUU e Israel para dividir el territorio saharaui.
4. El gobierno venezolano y la RASD
Desde el reconocimiento de la RASD por parte del gobierno de Herrera Campins, la posición ofi cial del Estado venezolano en los organismos internacionales ha consistido en una defensa del derecho a la autodeterminación de independencia del pueblo saharaui. En el año 1982, la RASD fue reconocida y abrió una embajada en nuestro país. En los últimos años la relación bilateral cobró mayor relieve, con la fi rma de Acuerdos de Cooperación Bilateral en octubre de 2004. En virtud de estos acuerdos, jóvenes saharauis realizan estudios universitarios en nuestro país. A partir del año 2006, el Grupo Parlamentario Venezolano en el Parlamento Latinoamericano también impulsó acciones de solidaridad con el pueblo saharaui; el mismo año, el presidente Chávez participó en una reunión con su homólogo saharahui, Mohamed Abdelaziz en Caracas, al cabo de la cual ratificó su compromiso con la exigencia a Marruecos de que descolonice el territorio saharaui (Ahmed, 2006).
Como parte de la cooperación educativa con Cuba y Venezuela, fue creada la Escuela Secundaria Básica “Simón Bolívar” en el mayor campamento de refugiados saharauis en Argelia, cercano a la Wilaya de Smara. La primera etapa del proyecto ha entrado en funcionamiento, con una matrícula de 360 alumnos; en la segunda etapa se incorporarán 300 alumnos más. Esta escuela permite que los niños avancen en su educación en los campamentos, sin tener que procurarse por la formación en el exterior a temprana edad. En el 2009, Venezuela se convirtió en el primer país latinoamericano que colabora con la Escuela de Cine del Sahara, mediante la donación de equipos tecnológicos por parte del Ministerio de Cultura a fin de apoyar la realización de un Curso Audiovisual Introductorio, en el que participaron profesionales venezolanos en las disciplinas de guion, dirección, cámara-sonido y edición. La Dirección General del Laboratorio Nacional Hidráulica (LNH) del Ministerio del Ambiente y el Instituto Hidráulico Saharaui desarrollan un proyecto relacionado con la administración de aguas subterráneas, que incluye la capacitación en hidrogeología y perforación para técnicos saharauis.
Desde 2009, la monarquía marroquí no tiene embajada en Venezuela. Al cerrarla, alegó que el gobierno venezolano apoyaba el “separatismo”. No obstante, las relaciones diplomáticas continuaron, cumpliendo las funciones de embajador concurrente el embajador marroquí ante República Dominicana (Reyes, 2011).
5. El boicot al saqueo colonial
Parodiando a Clausewitz, podemos decir que la economía es la continuación de la guerra por otros medios. El saqueo de los recursos naturales por parte de la monarquía marroquí, en alianza con capitales transnacionales, es un aspecto crucial del régimen colonial, ya que descarga sobre los trabajadores saharauis y sobre el territorio la manutención de su propio sojuzgamiento. En virtud del saqueo, Marruecos es el principal exportador de roca fosfática del mundo, con una producción anual de más de tres millones de toneladas, lo que representa más de trescientos millones de euros al año. Esto supone una tasa de agotamiento del recurso que se estima en un 2% anual (WSRW, 2012). La depredación de los bancos pesqueros ubicados en el mar territorial saharaui aporta a los capitales saqueadores ganancias superiores al millardo de euros anuales. Se calcula que aproximadamente novecientas mil toneladas de pescado obtenidas por los países de la Unión Europea proceden de las costas del Sahara Occidental (Afapredesa, 2005).
En materia petrolera, también ha sido denunciado el involucramiento de la transnacional francesa Total, en proyectos de extracción petrolera en el mar territorial saharaui (WSRW, 2012). Empresas francesas y marroquíes desarrollan proyectos agrícolas en Dajla y otras zonas del sur del Sahara Occidental (WSRW, 2011). La lucha contra el saqueo marroquí y transnacional de los recursos saharauis es por lo tanto una tarea de primera importancia. Pese a las expresiones de apoyo a la causa saharaui por parte del gobierno venezolano, Venezuela no se escapa de la red económica tejida con los recursos expoliados al pueblo saharaui. Actualmente, la petroquímica estatal venezolana Pequiven y FMC Foret (filial española de la transnacional estadounidense FMC Corporation) son copropietarias de la empresa mixta Tripoliven, que procesa el fosfato de calcio presente en la roca fosfática procedente del Sahara Occidental (Ver: http://www.tripoliven.com/empresa.htm). FMC Foret es una de las principales transnacionales involucradas en la explotación ilegal de los recursos naturales en territorio saharaui, tal como refl ejan los informes de Western Sahara Resource Watch (2007) y Venezuela es uno de los destinos de los fosfatos explotados ilegalmente (WSRW, 2012). Esta actividad económica realizada por la potencia ocupante, cuya soberanía sobre el Sahara Occidental no ha sido reconocida por ningún país del mundo, financia la permanencia de las tropas invasoras, las dota de armamento, sostiene el muro de la vergüenza de más de 2.720 kilómetros que divide el territorio saharaui y permite el funcionamiento de todo el aparato represivo y administrativo colonial, al tiempo que compra el apoyo incondicional de potencias con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, como lo son Francia y los EEUU.
La política exterior venezolana tiene su marco legal y doctrinario sintetizado en el artículo 152 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el cual establece como uno de sus principios la “solidaridad entre los pueblos en la lucha por su emancipación”. (Ver: http://www.tsj.gov.ve/legislacion/constitucion1999.htm). El comercio exterior, en tanto concreción material de las relaciones exteriores de la República, no puede atentar en contra de dicho principio. El boicot al pillaje marroquí y transnacional es consustancial a una auténtica política de solidaridad con la emancipación del pueblo saharaui. Derrotar al colonialismo exige romperle el espinazo económico.
6. La primavera árabe, hija del otoño saharaui
Pese a su relativo aislamiento geográfi co y el silenciamiento del que ha sido objeto en la gran prensa internacional, la lucha saharaui ha formado parte de la oleada revolucionaria que ha sacudido al norte de África en los últimos años. Como parte del auge en la resistencia dentro de los territorios ocupados, cuyos antecedentes fueron las intifadas de 2005 y 2007, en noviembre de 2010 se realizó la protesta de Gdeim Izik, el campamento de la dignidad saharaui, a las afueras de El Aaiún, con la participación de más de veinte mil personas. Luego del violento desmantelamiento del campamento por parte de los cuerpos represivos marroquíes, la monarquía apeló a métodos fascistas como la utilización de grupos paramilitares y la imposición de una vestimenta distintiva para los colonos marroquíes para facilitar la represión. Esta movilización fue ubicada como un antecedente directo del proceso de las revoluciones árabes, a juicio de analistas políticos como el lingüista Noam Chomsky (Sahara Press Service, 2012), una posición compartida por activistas saharauis ligados directamente al movimiento de Gdeim Izik, como Sidi Ahmed Talmidi (Lubaki, 2012).
El ataque marroquí al campamento de la dignidad fue denunciado por muchos saharauis como una ruptura del cese al fuego acordado en 1991, lo que derivó en exigencias al Frente Polisario de una vuelta a la lucha armada, una tesis que cada vez cobra más fuerza. Omar Abed, representante saharaui en las Islas Canarias, en una entrevista reciente dio cuenta del auge de esta posición:
Alrededor del 85% de quienes ahora se están manifestando en el Sahara son jóvenes. Se trata de nuevas generaciones de saharauis que han nacido bajo la opresión marroquí y que, tras tantas traiciones de España y también de Naciones Unidas, no ven otra salida para obtener la independencia más que la guerra (Canarias Semanal, 2013).
En años anteriores, la propia dirigencia de la RASD había planteado esta perspectiva. Mahfud Alí Beiba, quien entonces presidía el parlamento saharaui, planteó en 2009 que:
El atropello de que son objeto los derechos humanos en el territorio ante el silencio de la ONU(…) el saqueo de que son objeto las riquezas naturales saharauis de la mano de países europeos, la arrogancia, soberbia e intransigencia exhibidas por Marruecos(…) nos empujan a acelerar la preparación necesaria para el combate en una guerra que se avecina impuesta por el cierre de todas las puertas que deberían haber conducido a una salida
pacífica (Beiba, Formoso y Hernández, 2010).
De avecinarse una nueva etapa en la lucha contra la ocupación colonial, ella exigirá un mayor compromiso por parte del movimiento internacional de solidaridad con el pueblo saharaui: “… no vengáis a tomar el té o a darnos latas de atún de nuestro mar y decir que colaboráis con el pueblo saharaui; hay que llevar esa conciencia más allá”, advertía desde los campamentos de Tinduf el joven dirigente Talebuya Hamadi Faragi (Campelo, 2011). Palabras que el movimiento de solidaridad debe hacer resonar en Venezuela y Latinoamérica.
Referencias
Ahmed, Hach (2006). Discurso de Orden en la Sesión Especial del Grupo Parlamentario Venezolano ante el Parlamento Latinoamericano para celebrar los 30 años de la fundación de la RASD. Cuadernos del Parlatino No. 1. Marzo, Caracas, pp. 16, 22-23.
Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharahuis (2005). Sahara Occidental, ¿Hasta cuándo? España: Tercera Prensa. pp 10-11, 21, 25, 77-79, 89, 95-97.
Awah, Bahia Mahmud (2013). Entrevista publicada por Islam Hoy. http://www.islamhoy.org/principal/secciones/colaboraciones/saharauis.htm
Beiba, Mahmud Alí; Formoso, Marisol; y Hernández, Gustavo (2010). República Saharahui: tres miradas. Cuaderno del Parlatino No. 4. Pp 27, 29, 39.
Campelo, Patricia (2011). El desierto donde se fragua la revolución saharaui. Público.es http://www.publico.es/internacional/372642/el-desierto-dondese-fragua-la-revolucion-saharaui
Canarias Semanal (2013). Los jóvenes saharauis no ven más salida que la guerra. Disponible en: http://canarias-semanal.org/not/8423/omar-abed-los-jovenessaharauis-no-ven-mas-salida-que-la-guerra-video-
Cembrero, Ignacio (2007). Bolton lamenta que EE UU no le ayudase a pacificar el Sahara. El País. http://elpais.com/diario/2007/11/22/internacional/1195686014_850215.html
Gunder Frank, Ander (1978). La acumulación mundial, 1492-1789. Pp 39-42, 209-217.España: Siglo XXI Editores.
Engler, Verónica (2012). Las mujeres saharauis se inspiran en las Madres de Plaza de Mayo para reivindicar a sus hijos. Página 12, http://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-201419-2012-08-20.html
Lubaki, Andoni (2012). La Primavera Árabe comenzó en el Sahara Occidental.
http://gara.naiz.info/paperezkoa/20120730/354737/es/La-Primavera-Arabe-comenzo-Sahara-Occidental.
Relti, Máximo (2008). Un alto funcionario marroquí reconoce el genocidio del pueblo saharaui. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=69223.
Reyes, Theis (2011). Esperamos un gesto de amistad del Gobierno venezolano. El Universal, 1 de julio. http://www.eluniversal.com/2011/07/01/esperamosun-gesto-de-amistad-del-gobierno-venezolano#.Tg59_ZbjZK4.email
Sahara Press Service (2012). Arab Spring began in occupied Western Sahara, says Noam Chomsky. http://allafrica.com/stories/201210251143.html
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Western Resource Watch (2012). Total regresa al Sahara ocupado con un inmenso contrato de petróleo. http://www.wsrw.org/a109x2427
* Simón Rodríguez Porras es miembro de la Asociación Venezolana de Solidaridad con el Sáhara (Asovessa) y del Partido Socialismo y Libertad (PSL).