México: ¡Justicia para los estudiantes de Ayotzinapa asesinados y sus familias, los desaparecidos deben ser presentados con vida!

México, estudiantes en lucha

Por: Partido Obrero Socialista-Movimiento al Socialismo

¡Fuera Aguirre Rivero y José Luis Abarca, deben ser juzgados y encarcelados!

Como todo un “hombre de Estado”, así luce José Luis Abarca Velázquez, alcalde con licencia de Iguala, Guerrero. Una de las fotos que han circulado en todo tipo de medios de comunicación así lo muestra, con lustroso traje, rostro sonriente y la bandera mexicana de fondo. El cabildo de ese municipio tuvo a bien otorgarle la licencia por 30 días que solicitó, luego de los hechos sangrientos en que fueron asesinados 3 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa y otras tres personas, entre ellas un adolescente de apenas 14 años integrante del equipo de futbol Los Avispones de Chilpancingo, así como desaparecidos otros 43 estudiantes normalistas.


Así, con esa misma pose luce el gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre; así luce el presidente Enrique Peña Nieto, representantes de un Estado que se ufana de eficiencia si de sofocar la protesta social se trata; ejemplares en el uso del terror para enfrentar la crítica y la disidencia.


En un Estado con esas características, lo ocurrido contra los jóvenes de la Normal de Ayotzinapa no extraña, aunque indigna y provoca una rabia que se desborda.


Ellos son los responsables, los hombres y también las mujeres representantes de un Estado que promueve la violencia y la impunidad; que utiliza a las fuerzas armadas de todos los niveles para mantener el control de su desgobierno.


Al momento, se sabe que los normalistas fueron balaceados por agentes municipales de Iguala y “encapuchados” a quienes se vincula con grupos definidos como delictivos por las propias autoridades estatales, mientras que integrantes del Ejército observaban impávidos. En las camionetas de la policía municipal fueron “levantados” los jóvenes, para supuestamente ser presentados ante un juez de nombre “Ulises”, para luego no saberse más de ellos, de los 43.


Ni el Ejército ni el gobernador, tampoco la policía federal o la recientemente estrenada gendarmería hicieron nada para poner un alto a la trayectoria delictiva del alcalde de Iguala. Ya se habían denunciado sus vínculos con el narco, ya se le había acusado por el asesinato de luchadores sociales integrantes de la Unión Popular; pero él siguió muy tranquilo en su cargo. A los dirigentes del PRD, su partido, que además militan en la corriente Nueva Izquierda, de la cuál era parte Abarca, tampoco les incomodó la reputación del funcionario.


Todos ellos son responsables. Los representantes de este decadente Estado capitalista mexicano son los responsables de la muerte y la desaparición de los normalistas, pues han permitido la impunidad, se han aliado a las fuerzas criminales, a veces poniéndose a su servicio, a veces sirviéndose de ellas.


Se ha dicho, certeramente, que la agresión contra los normalistas está encadenada a numerosos esfuerzos anteriores que buscan desaparecer la escuela, lo mismo que al conjunto de las normales rurales del país. “Semilleros de guerrilleros”, las llamó Elba Esther Gordillo, que purga condena en una cárcel del Distrito Federal. No han podido y, a pesar de las terribles agresiones, los normalistas han resistido.


Pero esta agresión salvaje va mucho más allá. Pretende ser el escarmiento sangriento, para quienes se disponen a luchar, busca ser el precedente para sembrar el terror y sacar adelante las más lesivas contrarreformas que se han impuesto en años, que cercenan las conquistas del pueblo trabajador, que pretenden dar rienda suelta a la voracidad de los capitalistas, que también pretenden sumir en la mediocridad y la inutilidad a la educación que reciben decenas de millones.


Los hechos han conmovido a todo el país. Pero la absoluta mayoría de las dirigencias de las organizaciones sindicales y sociales (casi todas controladas por el PRI) han guardado silencio. Al momento de redactar esta declaración, sólo una parte de las organizaciones que se ubican en el campo independiente, entre las que destacan las integrantes de la Nueva Central de Trabajadores, organizaciones políticas de izquierda, como la nuestra, el POS-MAS, y organizaciones defensoras de derechos humanos, han emitido una posición tajante de condena a la masacre y las desapariciones forzadas y han iniciado la movilización para exigir justicia.
La movilización debe extenderse por todo el país, debe involucrar a cientos de miles y no debe cejar hasta que los responsables, no sólo quienes dispararon, sino quienes propiciaron este crimen brutal, estén en la cárcel, incluidos el gobernador y el presidente municipal perredistas.


Los estudiantes asesinados y sus familiares deben tener justicia; los desaparecidos deben ser presentados con vida. El Ejército debe regresar a sus cuarteles, los cuerpos represivos deben ser desmantelados y los políticos corruptos, aliados de los criminales, deben ser destituidos, juzgados y encarcelados.


Los trabajadores y el pueblo pobre deben quitarse de encima a los dirigentes corruptos y entreguistas, que sólo sirven de dique contra su movilización. Una nueva dirección debe construirse con urgencia, pues es impostergable la necesidad de la lucha para transformar radicalmente este país, extirpando el cáncer capitalista que enferma y mata a las mayorías. Una nueva dirección capaz de conducir la lucha social y revolucionaria en México.


En tanto, es necesario impulsar la más amplia unidad de quienes estén dispuestos a movilizarse de inmediato, para frenar esta escalada represiva y las contrarreformas que destruyen las conquistas populares y arrebatan los cada vez más inexistentes derechos. Urge la movilización para derrotar al gobierno, los patrones y los represores; como hicieron los jóvenes del Politécnico, masivamente, valientemente, pero sin confiar en el gobierno y sus falsas promesas. Movilizarse, tomar las calles multitudinariamente, para resistir y, eventualmente, pasar a la ofensiva.


Todo eso urge y en eso están empeñados los esfuerzos de la militancia del Partido Obrero Socialista-Movimiento al Socialismo.

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