¿Postulación ilimitada? Para la muestra un Gromiko
El gobierno dice que la posibilidad de que todos los funcionarios electos se postulen a la reelección tantas veces como quieran es un avance democrático para el pueblo. Si eso fuera verdad, entonces la Facultad de Derecho de la ULA debería ser considerada como la más democrática de la universidad, y probablemente del país, pues el decano Andrey Gromiko Urdaneta lleva más de 14 años en el cargo, en violación de la Ley de Universidades y del propio reglamento electoral de la ULA.
Por: Colectivo Libre Aquiles Nazoa
El gobierno dice que la posibilidad de que todos los funcionarios electos se postulen a la reelección tantas veces como quieran es un avance democrático para el pueblo. Si eso fuera verdad, entonces la Facultad de Derecho de la ULA debería ser considerada como la más democrática de la universidad, y probablemente del país, pues el decano Andrey Gromiko Urdaneta lleva más de 14 años en el cargo, en violación de la Ley de Universidades y del propio reglamento electoral de la ULA.
Como una muestra más de la hipocresía de la derecha cuartorrepublicana, Gromiko es uno de los decanos de Facultades de Derecho venezolanas que firma un manifiesto contra la propuesta de enmienda constitucional, con la cual se permitiría a los funcionarios electos por votación popular hacer, legalmente, lo que Gromiko ha hecho, ilegalmente, durante más de una década.
Otorgarle el derecho a un funcionario a optar ilimitadamente a la reelección no implica para nada ampliar los derechos democráticos del resto de la población. Al contrario, la permanencia de un funcionario por mucho tiempo en un cargo dentro del Estado burgués puede terminar restringiendo esos derechos. El caso de Gromiko demuestra las dificultades del estudiantado y el profesorado para enfrentar a una autoridad consolidada en base al clientelismo. Cuando un grupo de profesores universitarios denunció hace algunos años que Gromiko había falsificado un título de posgrado para ingresar como profesor a la ULA, apoyándose en numerosos documentos, la universidad no sólo no despidió y demandó al fraudulento profesor, sino que terminó persiguiendo a los denunciantes. De esto se encargaron los miembros del Movimiento 13, agrediendo a los profesores, así como el profesor Fortunato González, quien recibiendo órdenes de Gromiko les instruyó un expediente. Posteriormente, González fue imputado por su actuación golpista en el 2002 y luego fue beneficiado con la amnistía del gobierno. Por su parte, Gromiko gozó de su propia amnistía gubernamental, cuando el ministro Héctor Navarro archivó el expediente referido al título falsificado. Queda demostrada la falsedad y la hipocresía de dos bandos que negocian y pactan, y que en últimas defienden al Estado burgués y al capitalismo. Cualquier parecido con los métodos del archiburócrata soviético, tocayo del decano, es pura casualidad.
Como producto de estos pactos, y de la degeneración mafiosa de la política universitaria, un abogado que nunca ha ejercido la profesión, ni ha publicado investigación alguna, ni ha aportado nada académicamente, lleva más de una década como decano representando a la derecha fascista, gracias a sus acuerdos con políticos del gobierno como Velasquez Alvaray (hoy en día prófugo), Luis Fuenmayor Toro, y Héctor Navarro.
Al igual que Gromiko, el gobierno busca que sus funcionarios electos tengan la posibilidad de postularse a la reelección de manera ilimitada. No tiene nada de raro que un gobierno de colaboración de clases, que otorga amnistía a los golpistas, lanza «alianzas estratégicas» con los empresarios, establece acuerdos con lacayos del imperialismo como Uribe, busca entendimientos con Obama, y que tiene a más de un «Gromiko» camaleónico en sus propias filas, trate de aprobar una enmienda con estas características. La postulación continua no es una conquista democrática de la población, ni es lo que requiere la revolución venezolana para avanzar hacia el socialismo. Para liberarnos de la explotación capitalista y la opresión burguesa necesitamos construir una democracia verdadera, en la que las fábricas estén en manos de sus trabajadores, las tierras en manos de los campesinos, las universidades manejadas de manera participativa por los gremios profesoral, estudiantil, y obrero; que la clase explotada tome el aparato estatal en una revolución y lo transforme en organización social democrática y participativa. Los estudiantes revolucionarios debemos orientar nuestra política en esta perspectiva.