Sabino Romero, cuántas muertes
Seríamos muy sinvergüenzas si dijéramos que a Sabino lo mataron a balazos en una solitaria carretera, que unos motorizados le dispararon que fue un crimen inevitable.
Seríamos de verdad poco dignos si dijéramos eso, al Cacique Sabino lo habían condenado desde hace tiempo no solo Vanessa, esa gentil periodista de VTV que paso una cortina para no ver «a los indios» y eso dañara su rubia cabellera. Lo habían acribillado con mentiras cuando una huelga de hambre fue suspendida después de la visita de Jaua al «insigne huelguista», hombres de treinta monedas.
Seríamos muy sinvergüenzas si dijéramos que a Sabino lo mataron a balazos en una solitaria carretera, que unos motorizados le dispararon que fue un crimen inevitable.
Seríamos de verdad poco dignos si dijéramos eso, al Cacique Sabino lo habían condenado desde hace tiempo no solo Vanessa, esa gentil periodista de VTV que paso una cortina para no ver «a los indios» y eso dañara su rubia cabellera. Lo habían acribillado con mentiras cuando una huelga de hambre fue suspendida después de la visita de Jaua al «insigne huelguista», hombres de treinta monedas.
No solo había sido vapuleado cuando los medios de comunicación del «estado revolucionario» decretaron su inexistencia y habían tratado de convertir su lucha «en un problema de tribus».
Cuántos culpables existen de este crimen, recuerdo en una reunión oír a Roland Denis hablando y explicando los combates de este valiente hombre. De la necesidad de combatir a su lado, de denunciar el silencio cómplice del gobierno y es que en la VENEZUELA REVOLUCIONARIA se deporta a periodistas de izquierda, se detiene e incomunica a cantores revolucionarios y se asesina con toda impunidad a los dirigentes indígenas.
Qué proceso tan extraño el nuestro, qué cosa tan espantosa la que vivimos donde luchar por los nuestros y que un hombre de bien, un hombre justo, un hombre bueno reciba tantas heridas, tantas veces asesinado, tantas veces silenciado, tantas veces criminalizado.
Sabino ese que caminaría en silencio para ser escuchado y ese que estuvo siempre al lado de los nuestros, al lado de los suyos. Imagino a Vanessa y a Elías ya gritando y hablando de lo magnífico del dirigente, sí, aquellos que antes intentaron desarmar al movimiento indígena, aquellos que lo censuraban en la pantalla, aquellos que con preguntas capciosas trataron de ofender la dignidad de un pueblo.
Lo dramático del caso es que esos «servicios policiales o de inteligencia», sí, a los mismos que se les dijo que detuvieran a Sabino, a esos cuerpos de «seguridad» que actuaron sin conmiseración cuando lo detuvieron o en la cárcel. Sabino el cacique indígena vivió una especie de destierro dentro de su propia tierra, Sabino el mil veces ofendido, ya solo me quedará gritar con rabia y apelar a la conciencia de quienes no la tienen.
El partido el PSUV está ocupado armando sus planchas para las alcaldías y concejalías, la pelea a cuchillo por el cargo y la pernada están a la orden del día, mañana veremos a Vanessa salir sonriente deseando «Buenos días a todos y todas». Lo demás serán maldiciones al vacío, quejas y añoranzas del amigo que partió, del combatiente que como Sucre murió en una celada.
Las treinta monedas caerán en los bolsillos de los cómplices de semejante crimen, son tantos que que no bastan las patas de un ciempiés herido por los medios, abandonado por el gobierno, injuriado por perversos, censurado por una que otra periodista. Estas son las cosas que me llevan a la rabia, tendremos que esperar otra víctima en nuestra revolución, otro deportado, otro prisionero, otro silenciado.
Veremos qué dice el señor Alejandro Primera. Ojalá y sea algo no escuchado, ojalá y su palabra no haya cambiado aunque lo dudo. Veré VTV para llenarme de patriotismo edulcolorado y para saber a cómo está el «bolívar fuerte frente al débil dólar», lo demás será silencio, esa rabia indignada que me hace ser un rebelde confeso. Frente a lo perverso de nuestro proceso con los pueblos originarios. La cuenta continúa, ahora ya no se cerrarán las cortinas en el programa de Vanessa, ya la rubia periodista no tiene necesidad de poner cortinas… La lucha continúa y quinientos años después en la Venezuela «revolucionaria» la represión y el crimen político siguen marchando tranquilamente por mil veredas.