Stalin se fue imponiendo con una feroz represión: Hace 80 años empezaron los “procesos de Moscú”
Por: Mercedes Petit (El Socialista)
Trotsky ante miembros de la “Comisión Dewey” en Coyoacán. A su izquierda, su compañera Natalia Sedova.Stalin y sus servicios secretos (la GPU) montaron una colosal farsa “jurídica”. Con torturas físicas, amenazas contra familiares y confesiones falsas, se condenó, encarceló o asesinó a los sobrevivientes de la antigua dirección bolchevique de 1917. El primer juicio fue en agosto de 1936. El principal acusado en ausencia fue León Trotsky, expulsado de la URSS desde 1929.
En 1921 culminó en la URSS la sangrienta guerra civil que durante 3 años devastó a la joven república de los soviets, primer gobierno obrero y campesino revolucionario de la historia. Gracias al heroísmo de las masas y la conducción del partido bolchevique (que había adoptado el nombre de Partido Comunista de la URSS), se había avanzado hacia la expropiación de la burguesía y la expulsión del imperialismo. El Ejército Rojo, fundado en 1918 y dirigido por León Trotsky, logró derrotar y expulsar de su territorio a la coalición contrarrevolucionaria de los rusos “blancos” y los ejércitos imperialistas que se había propuesto aplastar a la revolución socialista.
Al mismo tiempo, no triunfaron en Europa occidental otras revoluciones obreras, por lo que la URSS quedó aislada. Las masas soviéticas estaban agotadas por el sobrehumano esfuerzo para ganar la guerra civil. En este contexto, avanzó un proceso reaccionario de burocratización encabezado por Stalin. Lenin dedicó sus últimas fuerzas, en 1922 y 1923, a combatirlo hasta que falleció en 1924. Trotsky y cientos de miles de opositores a Stalin siguieron la lucha, pero fueron derrotados. Se impuso una dictadura burocrática que inició un camino de feroz represión.
Las oleadas represivas y las farsas “jurídicas”
La dictadura de Stalin fue imponiendo su dominio persiguiendo a los opositores, en primer lugar dentro del partido y especialmente a los trotskistas. Para 1928 habían sido expulsados y arrestados decenas de miles de auténticos bolcheviques. La colectivización forzada de los campos costó la vida –por el hambre, el frío, las epidemias y la represión– de millones de campesinos. Pueblos enteros fueron trasladados arbitrariamente para “poblar” las zonas más lejanas e inhóspitas del vasto territorio soviético. El aumento de la producción en las fábricas (conocido como el movimiento “stajanovista”) fue impuesto con medidas de represión masivas contra el personal técnico, los ingenieros y los obreros. Los deportados a los campos de detención en Siberia vivían en durísimas condiciones y muchos no sobrevivían. Los servicios secretos stalinistas eran conocidos por sus siglas, la siniestra GPU, y actuaban con total impunidad dentro del país y también directamente ligados a los burócratas de los partidos comunistas en el exterior.
En su libro La revolución traicionada (ver recuadro) decía Trotsky que desde los últimos meses de 1935 y del primer semestre de 1936, “centenares de miles de comunistas han sido excluidos nuevamente del partido, entre los que se cuentan varias decenas de miles de ‘trotskistas’”. Los más activos eran encarcelados o enviados a los campos de concentración y todos eran castigados con el desempleo. Su conclusión era categórica: “El viejo partido bolchevique ha muerto y ninguna fuerza será capaz de resucitarlo”.
Para reafirmar estas palabras, Stalin decidió liquidar a todos aquellos viejos dirigentes bolcheviques que aún vivían dentro de la URSS, a pesar de que todos ellos se habían ido doblegando a su mandato burocrático. El primer proceso, conocido como el “de los dieciséis”, se hizo entre el 19 al 24 de agosto de 1936. Sus víctimas fueron acusadas de “terrorismo”, sentenciadas a muerte y fusiladas. Los más conocidos fueron Zinoviev y Kamenev (ver recuadro). El principal acusado, en ausencia, fue el propio Trotsky, por supuestas relaciones con la Gestapo de Hitler.
El segundo proceso “de los diecisiete” se hizo en enero de 1937. El tercero “de los veintiuno” fue del 2 al 13 de marzo de 1938. En este último, el condenado y fusilado más conocido fue Bujarin, quien en 1924 junto con Stalin lanzó la nefasta concepción del “socialismo en un solo país”.
El rechazo a los fraudes y la “comisión Dewey”
Las pequeñas pero sólidas fuerzas de los seguidores de Trotsky denunciaron y rechazaron esas farsas supuestamente “jurídicas” desde varios países. La actividad más importante la desarrolló la “comisión Dewey”, con sede en Nueva York. Se formó con diecisiete personalidades relevantes, ninguna de ellas afín al trotskismo y la encabezó el filósofo y psicólogo norteamericano John Dewey.
Trotsky y sus seguidores fueron presentando desde distintos países toda la documentación y las declaraciones políticas que demostraba la total falsedad de las acusaciones contra Trotsky y su hijo León Sedov, también acusado. Trotsky declaró en Coyoacán (México) en abril de 1937. El fallo, en el mes de setiembre, determinó que los juicios habían sido fraguados y se hizo público en diciembre de 1937. Las conclusiones fueron categóricas. En el punto 22 decía: “Por lo tanto, decidimos que los ‘juicios’ de Moscú son un fraude”. En el punto 23 decía: “Por lo tanto, decidimos que Trotsky y Sedov son inocentes”.*
De todas maneras, ambos cayeron asesinados por el stalinismo. A León Sedov lo mataron agentes de la GPU en París el 16 de febrero de 1938. En medio de este y otros crímenes, Trotsky logró la fundación de la Cuarta Internacional en septiembre. Fue asesinado por un infiltrado de Stalin en su casa en Coyoacán en agosto de 1940.
Recordemos por último el veredicto que la “comisión Dewey” dirigió a Stalin y la cúpula burocrática de la URSS: “Ustedes cometieron un fraude con el propósito de justificar la exterminación de sus adversarios políticos. Trataron de engañar a los trabajadores del mundo. Ustedes son indignos de servir a la causa que invocan”. Y así fue que la burocracia indigna y asesina hundió a la URSS.
*Véanse Escritos de León Trotsky, Editorial Pluma, Bogotá, 1977, tomo IX, 1937-38, vol. 1 y 2. Hay textos sobre los procesos de Moscú también en los tomos VII y VIII.
Kamenev y Zinoviev fusilados
Lev Kamenev (1883-1936) y Grigori Zinoviev (1883-1936) fueron compañeros de Lenin y dirigentes desde los orígenes del bolchevismo. En 1917 ambos se opusieron, con argumentos de capitulación a los mencheviques y la democracia burguesa, a la toma del poder por los soviets e hicieron públicas sus divergencias. Lenin desde la clandestinidad exigía su expulsión. Finalmente, luego del triunfo de la insurrección permanecieron ambos en la máxima dirección. Zinoviev presidió el soviet de Petrogrado y fue presidente de la Tercera Internacional entre 1919 y 1926. Kamenev presidía el soviet de Moscú.
En los últimos meses de la larga enfermedad de Lenin formaron junto con Stalin la llamada “troika” que comenzó a conspirar contra Trotsky y a manipular los hilos del poder en el aparato del partido para avanzar en la burocratización. En 1924 Trotsky escribió el texto Lecciones de Octubre*. En ese texto se publicó, por primera vez y de manera minuciosamente documentada, la discusión en el seno de la dirección bolchevique contra las posiciones opuestas a la insurrección de Kamenev y Zinoviev.
En 1926 ambos rompieron coyunturalmente con Stalin y formaron con Trotsky una “oposición conjunta”. Fueron expulsados del partido en 1927 pero capitularon y fueron readmitidos en 1928. En 1935, en un juicio fraudulento y a puertas cerradas, fueron condenados a prisión como supuestos “terroristas”. El 25 de agosto de 1936 fueron ambos fusilados al ser condenados a muerte por el primer “juicio” de Moscú.
*Próximamente este texto será publicado por Cehus.
¿Qué era la Unión Soviética?
El 4 de agosto de 1936, hace 80 años, Trotsky enviaba a sus editores los originales de un libro que hizo historia: La revolución traicionada. Es una exhaustiva descripción de la situación dentro de la URSS en ese momento. Días después, ya en septiembre, Trotsky añadía una pequeña posdata, aclarando que el texto era previo al anuncio del proceso iniciado el 23 de agosto en Moscú pero que “este trabajo explica, de antemano, el proceso a los ́terroristas` y hace aparecer su mística como mistificación”.
En el libro estaba ampliamente documentado el aplastamiento de la democracia obrera y las libertades existentes bajo el régimen que había encabezado Lenin en los primeros años. Se denunciaba los millones de víctimas del curso burocrático, contrarrevolucionario y represivo del régimen dictatorial de Stalin, y los profundos cambios que habían transformado a la URSS en un “estado obrero degenerado”.
Con muchos datos y estadísticas se mostraba el inmenso avance en el terreno de la economía que se había logrado gracias a la expropiación de la burguesía y la planificación estatal. Pero al mismo tiempo se señalaban sus aberrantes contradicciones en todos los terrenos. Se demostraba la falsedad “oficial” del stalinismo, que había decretado que ya se vivía en el “socialismo”. No sólo por la falta de libertades, sino porque aún había mucha penuria en la Unión Soviética, lo que contrastaba con los privilegios y lujos de la casta burocrática en el poder. Contra la falsa promesa del “socialismo en un solo país” divulgada por Stalin desde 1924, se insistía en que el socialismo era un objetivo mundial y que el curso de la URSS estaba íntimamente ligado a lograr nuevos triunfos socialistas y revolucionarios en el resto del mundo.
Trotsky, que venía desde hace años dando pasos hacia la fundación de la Cuarta Internacional, señalaba que estaba planteada una nueva tarea para los trabajadores y el pueblo de la URSS: hacer una nueva revolución, de carácter político, para arrancar el poder de manos del aparato burocrático. Era el único camino posible para retomar el camino revolucionario e internacionalista del leninismo, salvaguardar las bases sociales de la economía planificada, y evitar un retorno al capitalismo, que sería inexorable si perduraba el dominio de la burocracia sobre el país.