Venezuela: la tormenta perfecta para los capitalistas

Por Carlos Rodríguez

Los capitalistas del mundo, junto con sus economistas y teóricos, pregonan hasta el cansancio “la libertad del comercio mundial” como uno de sus baluartes. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Desde la Revolución Industrial del Siglo XVIII, la lucha por los mercados entre las naciones desarrolladas, ha sido una constante. En nombre de la libertad de mercado, se colonizaron países, se realizaron invasiones, guerras fratricidas como la I y II Guerra Mundial, y se repartieron continentes enteros entre las potencias europeas imperialistas.

En la actualidad, los aranceles sobre las importaciones han sido por excelencia la fórmula que aplican las economías desarrolladas, para proteger a sus propias empresas multinacionales y al capital financiero; en esta lucha por el comercio mundial. También las economías locales menos desarrolladas, utilizan los aranceles a las importaciones, como práctica común para favorecer a sus burguesías nacionales. Recientemente, hemos observado la llamada “guerra comercial” entre los EE. UU y China, que no es otra cosa que una guerra de aranceles. Otro elemento de esta competencia, radica en que cuando se libera o se disminuyen los aranceles de importación de determinado bien, es sobre la base de la debilidad en su propia economía o en aras de introducir productos accesibles al mercado local.

Aquí en Venezuela se exacerba esta lógica capitalista. La eliminación de los aranceles y el IVA para la libre importación de casi el 80% de los bienes, producidos o no en el país, es un eslabón más en la ruta del sabotaje a la producción nacional, en beneficio de los grandes empresarios importadores. Las consecuencias son las mismas que dista la teoría económica capitalista: déficit fiscal, inflación, quiebre de fábricas, desvalorización de la producción nacional, desempleo y en definitiva disminución de la riqueza del país.

Pero allí no termina todo. Se podría pensar que estos productos importados ya no se producen en el país y que, al librarlos de los aranceles, pueden entrar el mercado con precios asequibles. No obstante, tristemente el trasfondo es otro. Acompañando la política de importación a puertas abiertas, se ha producido en los hechos la liberación de todos los precios. Es decir, a los comerciantes no solo se les libera de la carga impositiva en la importación, sino que los precios los establecen ellos; en un mercado de escasez y exageradamente especulativo.

Por último, y para cerrar con “broche de oro”, resulta que el precio de los productos importados es, como dicen en el país, en moneda fuerte: dólares; algo que no ocurre en ningún país del mundo. Los comerciantes venden los productos en dólares, mientras los venezolanos tenemos nuestro salario precario en bolívares. Por eso no es de extrañar, la gran alegría y alharaca que se observa en los empresarios y comerciantes agrupados en FEDECAMARAS, que han llegado hasta el extremo de hablar de:

“un resurgimiento de la economía influenciado por las fuerzas del mercado…” (1)

Con estas medidas y estas reglas de juego, Venezuela se convierte en un paraíso para los capitalistas más especuladores y parásitos, muchos de los cuales están utilizando los dólares para importar, producto de la corrupción y el saqueo que han realizado en las arcas financieras del Estado, en los últimos 20 años.

La dictadura de Maduro es esencialmente un aliado de los grupos empresariales, sobre todo los sectores importadores más especulativos ligados a su gobierno. Las fortunas crecen en unos pocos a pasos agigantados, mientras el trabajo asalariado formal es destruido, la industria petrolera quebrada junto con el resto de las empresas del Estado, y el nivel de vida de la mayoría de los venezolanos llevado a épocas superadas, como la Venezuela rural, precaria y semifeudal de comienzos del siglo XX.

Maduro ha demostrado ser lo más acabado y representativo de la crisis y decadencia del sistema capitalista. Al igual que Piñera en Chile, el francés Macron, Lenin Moreno de Ecuador y Alberto Fernández en Argentina, Maduro quiere que la crisis que el produjo la paguen los trabajadores y los sectores explotados. Y en ese sentido, esta es precisamente la pelea que la clase trabajadora debe desarrollar en nuestro país en contra del paquete antiobrero del gobierno nacional.

  • Efecto Cocuyo. Resurgimiento de la Economía. 17-12-2019

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